Capítulo 22

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Los "felicidades" se iban sucediendo uno tras otro, aunque en verdad el cumpleaños de Lucía no era ese día sino el lunes.

Todos bailaban animados como si no hubiese nada más. Como si ese instante fuese lo único que les importaba del mundo.

—¿Tú no te cansas, eh? —preguntó Anisa, caracterizada de Rosie "La remachadora".

Llevaba un pañuelo rojo entrelazado en su cabeza, que sostenía su larga cabellera; una camisa vaquera remangada donde los biceps, con la habitual pegatina; unos pantalones vaqueros y unas botas militares.

Alejo se hizo el loco y fingió que no sabía a qué se refería. Nisa decidió no insistir más.

—¿Alguien ha visto a Adhara? —preguntó.

Estaba algo preocupada. La fiesta había empezado hacía más o menos una hora y no había rastro de Adhara. Le había llamado un par de veces al móvil, pero nada.

—Quizá al final no venga, no parecía muy convencida de querer hacerlo —comentó Sergio.

Él iba vestido de Robin Hood. La verdad parecía un niño, pero estaba feliz.

—Vendrá —aseguró Nisa.

—No lo creo —respondió Lucía—. ¿Tú qué opinas, Alejo?

Silencio. Los tres chicos miraron a Alejo, pero él seguía absorto en una dirección.

—Alejandro Preduelo —regañó Nisa como lo hace una madre.

Lucía lo miró enfadada.

—¿En serio?, ¿puedes dejar de mirarla y al menos fingir que estás aquí por nosotros? 

—Estoy aquí por vosotros —respondió él—. Solo pensaba en sí sería una buena idea acercarme y decirle hola.

Lucía se rio molesta sin terminar de creer lo que escuchaba.

—¿Sabes?, haz lo que te dé la gana, pero a mí no me uses para llegar hasta ella —se quejó y se fue de allí.

—Lucía, espera —gritó Nisa corriendo tras ella.

—Tío...

Alejo miró a Sergio.

—Sí, creo que voy a ir.

Sergio miró a su amigo negando con la cabeza, ¿pero qué le pasaba?, ¿es que acaso no se daba cuenta de que esa pija iba a ser su perdición?

Alejo aprovechó el momento en el que Venus se había despegado del grupo para abordarla.

—Me debes un café.

Ella se giró hacia él divertida.

—Umm, creo que esa deuda ya la saldé —comentó fingiendo estar pensativa.

—Sabes que no era eso lo que te pedí —respondió él siguiendo su juego.

Ella se llevó la mano a su pecho y fingió estar ofendida.

—¿Perdona?, ¿es que acaso crees que yo estoy en venta?, ¿que puedes comprar mi compañía?

Alejo tragó saliva.

—No, no es eso... —Trató de explicarse. 

No quería que la chica malinterpretase sus palabras, pero entonces se percató de que ella comenzaba a esbozar una sonrisa burlona.

—La próxima vez sé más específico, entonces —respondió ella sin perder la sonrisa.

—¿Así que habrá una próxima vez? —preguntó él con tono seductor.

Ella se encogió de hombros y se decidió a desaparecer por la fiesta, pero él le agarró de la muñeca de forma suave.

—Espera —pidió casi en un susurro.

—¿Qué desea, rey Arturo? —preguntó ella dejándose llevar.

No sabía si era el alcohol, la música, la gente, el disfraz o un poco todo, pero sentía algo que le invitaba a seguir con ese juego.

Miró sus ojos azules y sintió cómo podía desaparecer en ellos. Cómo podía vivir su cuento y escapar a ese ansiado lugar.

Él sonrió.

—Que seas mi Ginebra.

Y entonces toda la magia se rompió.

—Ella siempre se ha sentido más Morgana.

La voz de Damián sonaba firme.

Este abrazó a Venus por detrás, como si quisiese protegerla de Alejandro.

Venus sacudió la cabeza.

—Es cierto —comentó.

Se había leído y había visto todo lo habido y por haber sobre la bruja y en todas sus versiones lograba empatizar con ella. Sentía ese dolor, esa confusión, el miedo, el amor... Quizá todo se tratase de eso. Del amor. Arturo y Morgana. Quizá por eso le había interesado tanto esa historia. 

Miró a Damián. Él podía comprenderla.

—Tengo que irme un segundo —anunció y se dirigió escaleras arriba.

—No vuelvas a acercarte a ella —advirtió Damián.

—Tío, creo que te tomas tu papel de hermano demasiado enserio —respondió este entre risas—. Creo que deberías dejar que ella esté con quien quiera.

Damián se rio.

—¿En verdad crees que yo condiciono a Venus? Nadie lo hace. Nadie puede decirle con quien estar o quien no. Venus va por libre, siempre lo ha hecho. Es impulsiva y apasionada —Sonrió—. Pero créeme, si crees que ella va a tener algo contigo, estás muy confundido. Puede que juegue contigo, que se divierta incluso, pero a la hora de la verdad nunca estará contigo. 

Alejo escuchó sus palabras algo contrariado. La forma en la que ese chico hablaba de su hermana era algo extraña. No sé, casi parecía enamorado de ella. 

Sacudió su cabeza. ¿Cómo podía llegar a pasársele eso por la mente? Sin duda, esa chica le estaba afectando.


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