Venus se había pasado todo el fin de semana en su cuarto sin salir de su cama.
Había oído a su madre decirle que saliese de una vez. Primero lo había hecho chillando, ordenándole que saliese, luego había pasado a las súplicas. Sin embargo, aunque sí que la hubiese oído no había sido capaz de escuchar ni una sola de sus palabras. Solo eran ruido sinsentido que sonaba en su cabeza y no le dejaba pensar.
Bueno, tampoco es que hubiese utilizado ese tiempo para reflexionar. Se sentía agotada. Exhausta. No podía más.
Notaba cómo le pesaban sus párpados hinchados y cómo su cabeza se distraía con facilidad y le pedía desconectar.
Solo quería dormir, pero ya era lunes y debía ir a clase. O, al menos, se suponía que tenía que ir. Sin embargo, Venus no pensaba hacerlo. No se sentía con fuerzas de enfrentarse a nada. Debía descansar y recomponerse. Ya habría tiempo de luchar más adelante.
—Venus, ya es lunes —anunció su madre—. Te he dado todo el fin de semana, pero ya no te voy a dejar ni un día más. ¡Sal de tu cuarto ya o llamo a un cerrajero! —anunció.
Venus sabía que tendría que hacer frente a la realidad en algún momento, así que comenzaría por su madre. Iría paso a paso. Hoy sería su madre, otro día el resto.
Se lavó la cara; se recogió el pelo en una pequeña coleta, se puso las zapatillas de estar por casa y bajó a la cocina.
Mientras tanto, Damián y Lucía esperaban ya preparados a Venus en el coche.
—No me lo puedo creer. O sea, la arma en mi cumpleaños y ahora no piensa dar la cara —se quejó.
—No lo sé, Lucía. Todo es muy raro. Venus no es así, no tiene sentido —reflexionó él.
—No la defiendas, está en su naturaleza. Siempre necesita ser el centro de atención y odia que alguien destaque más que ella —opinó.
Damián se encogió de hombros.
—Ya, pero ¿de verdad crees que Paula le suponía algo? Nadie destacaba más que Venus en esa fiesta —respondió casi sin darse cuenta.
—Gracias —comentó molesta Lucía.
—Oh, no... —trató de arreglarlo Damián al darse cuenta de lo que acababa de decir.
—Da igual —aceptó resignada. En el fondo sabía que su hermano tenía razón—. ¿Te acuerdas de esa vez que hizo desaparecer el vestido que me iba a poner para la gala benéfica? —preguntó.
Era un vestido rojo precioso. Tenía un escote muy pronunciado y algunas transparencias en la zona de la espalda y el abdomen. Venus lo había hecho desaparecer para que así Lucía tuviese que ponerse uno más tradicional y todas las miradas fuesen para ella.
—Emmm, bueno, no fue ella —reconoció él.
Lucía se giró sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.
—¿Tú? —le espetó.
Damián negó con la cabeza.
—A mí no me mires, fue mamá. Le parecía poco correcto. Que ibas a dar demasiado que hablar a la gente, y ya sabes que eso no es bueno para la familia —le explicó.
Lucía no sabía qué decir. Se había puesta hecha una furia. Le había proferido todo tipo de insultos a Venus y esta ni siquiera se había defendido.
—Pero yo le eché toda la culpa a Venus. ¿Por qué no dijo nada? —preguntó confusa.
—Tú diste por hecho que ella había sido la culpable y ella no te lo negó —Se encogió de hombros—. Era más fácil para todos que la culpases a ella.
—Pero...
—Era un día importante para la familia. No era bueno que te enfadases con mamá. Y vosotras estabais acostumbradas a discutir —Suspiró—. Parecía lo más sencillo.
—¡Pero no fue justo, Damián! —chilló—. Yo le llamé de todo... —añadió casi sin voz.
—La vida no es siempre justa, Lucía —respondió Damián mirando por la ventanilla del coche hacia la puerta—. Lo único que podemos hacer es tratar de no cagarla nosotros, pero parece que eso no se nos da demasiado bien.
Lucía apenas escuchó esto último. Estaba recordando ese día. Para ella había significado un antes y un después en su relación con Venus. Ese día había decidido su guerra contra ella. Y lo había hecho sin conocer la verdad. Sin saber que ella no había sido la causante de nada.
—Voy a ver cómo va.
Damián se giró.
—Voy contigo.
Ambos entraron en casa y avanzaron hacia la cocina, pero en el pasillo decidieron detenerse.
Los gritos entre Venus y su madre resonaban por toda la casa.
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Mírame
Teen Fiction¿Qué ocurre cuando lo que más deseas te lleva por un camino que no deberías recorrer? Venus sabe muy bien lo que es recorrer esa obscura senda en la que no puedes evitar perderte y arrastrar al resto en tu caída. Y es que, cuando algo reluce demasi...