Capítulo 93 (FIN)

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—Todo pasará, ¿vale? —aseguró Elisabeth mientras se ponía en pie y ofrecía su mano a Venus para hacer lo mismo.

La morena torció el labio nada convencida de las palabras de su mejor amiga. ¿Cómo iban a superar lo ocurrido?

—Vámonos —dijo de pronto la dueña de la casa.

—¿Qué? —preguntó esta perpleja.

—Empecemos de cero en otro lado.

—Venus, no puedo irme, tengo que hacer frente a todos mis actos. Debo terminar este curso y el que viene con buenas notas para poder optar a una buena universidad.

—Podemos estudiar en otro lado —insistió.

Lisi sonrió a su mejor amiga. Sabía de su temor a hacer frente a todo lo que había pasado, pero ella no se iría.

—No. Tengo que quedarme aquí y demostrar quién soy. Es hora de centrar mis esfuerzos e invertir en mi misma.

Esas palabras sacaron una pequeña sonrisa a su amiga. Esa era la Lisi que ella adoraba.

—Yo invertiría en ti —señaló sinceramente.

Sabía que Elisabeth lograría todo aquello que se propusiese.

—Lo sé —admitió abrazándola—, pero para ello primero tienes que invertir en ti. Somos más fuertes de lo que parecemos. Tan solo tenemos que reconstruirnos.

Venus se separó un poco y la miró sin entender a qué se refería.

—Venus, yo no voy a irme, pero tú necesitas saber quién eres. Si eres la de antes, la de Estados Unidos o una mezcla de esas dos chicas —Hizo una pausa—. Porque lo que sí que te puedo asegurar es que esta no eres —añadió con dulzura.

Venus meditó sus palabras. Claro que deseaba huir, pero esa vez lo no haría.

—No te voy a dejar sola ahora —respondió negando con la cabeza—. Superaremos todo juntas.

—Lo haremos, pero no ahora.

—Lisi...

—Escúchame. No te estoy diciendo que te vayas y me abandones. Mándame fotos, escríbeme, envíame unos billetes para ir a verte —Esto último lo dijo de forma alegre guiñándole un ojo—. Yo estaré bien. Venga ya, soy Mery Elisabeth Esmegraldo. ¡Me ofendes con tus dudas! —bromeó entre risas—. Venus, necesitas descubrirte y eso no lo harás mientras tengas diferentes vidas. Ve allí y descubre quién quieres ser.

—Lisi...

—¡Venga ya! ¿Desde cuando es tan difícil convencer a mi mejor amiga de que sea una completa egoísta?

Ambas rieron como hacía tiempo que no lo hacían.

—Van a ser momentos duros y necesito a mi mejor amiga bien, ¿vale?

Venus dedicó una agradecida sonrisa a Lisi y la abrazó con fuerza.

—Mi madre me va a matar —anunció.

—Matará a tu padre, pero sí, entiendo tu punto —respondió entre risas—. Y ahora vamos a hacer la maleta antes de que nadie se entere de lo que estás a punto de hacer.

Unas horas más tarde, Venus estaba lista con todas sus maletas en el aeropuerto esperando a que su vuelo saliese. Aún tenía bastante tiempo antes de que aquello sucediese, así que facturó todas las maletas y se dirigió a una cafetería dentro del establecimiento para matar el tiempo.

Sacó el móvil. Estaba tentada en despedirse, en decir algo, pero sabía que si lo hacía le impedirían su viaje y Lisi tenía razón: lo necesitaba. Se había acabado el vivir vidas que no eran la suya. Era el momento de ser ella misma. No sabía qué significaba eso, pero lo descubriría.

Suspiró. Siendo justos, sí que había una persona que se merecía saber la verdad.

Buscó entre sus contactos. Mateo.

*Tengo que irme. Lo siento. Pero necesito que sepas que te quiero muchísimo y que esta vez no desapareceré. Estaré aquí para ti siempre, ¿vale? Y espero que vengas a verme algún día. Te voy a echar demasiado de menos. Por cierto, cuida de Adhara y de Lisi. Sé que no lo necesitan, pero aún así...*

Sonrió. Esta vez sería diferente. No cambiaría de móvil nada más llegar. No dejaría su vida en España detrás y fingiría que no existía.

Guardó el móvil en el bolso y nada más hacerlo lo supo. ¿Cómo iba a empezar su nueva vida mintiéndose a si misma? Debía hacer frente a sus sentimientos y comenzar bien esta vez. No podía dejar que la vieja Venus torpedease a la que estaba a punto de ser.

Volvió a coger el móvil y buscó el contacto.

*Terminal 4. Te necesito. Vente conmigo. Yo me encargo de todo.*

Con la mano temblorosa dejó el móvil sobre la mesa, dio un sorbo a su café y  se quedó esperando con la mirada fija en la puerta.

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