DÍA 59 PARTE II

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Ermal -El aire que entraba por la ventana estaba tan helado que me despertó casi de golpe-. Sofí... Sofí-. Me intente sentar pero mi intento fue en vano porque ella apretaba mi mano con fuerza, mire mis dedos y estaban un poco morados-. Sofí... Sofía... SOFÍA MI MANO-.

Sofía -Sentí que Ermal intentaba liberar su mano de la mía con mucha desesperación-. ¿Qué ocurre?-.

Ermal -Mi mano esta morada-.

Sofía -Lo solté de inmediato-. Disculpa, ¿estas bien?-.

Ermal -Mi mano estaba por completo dormida y morada, intente moverla pero resultaba peor porque el dolor que sentía era horrible-. Si... estoy bien-.

Sofía -Su cara de sufrimiento no reflejaba lo que había dicho-. Necesitas hielo-.

Ermal -Estuvo a punto de salir de la camioneta pero con mi mano "sana" cerré la puerta-. Espera-.

Sofía -Su altura le deba demasiada ventaja, me volví acomodar en mi asiento y lo mire a los ojos-.

Ermal -Afuera esta helando-. Como pude le puse la manta en la espalda, la abrigue lo mejor que pude-. Listo, ahora si salgamos-.

Sofía -No podemos salir así-. Lo mire y puse mis ojos en blanco. Tome una parte de la manta y cubrí su espalda-. Ahora si-.

Ermal -Ella abrió la puerta y salimos despacio para que la manta no fuera a resbalar; todo iba bien hasta que sentí que su mano sujetaba mi brazo, trate de caminar lento y no caer como las demás veces-.

Sofía -Espera yo abro-. Al intentar abrir la puerta descubrí que estaba cerrada con llave-.

Ermal -Genial lo que nos faltaba; seguramente ya todos estaban dormidos porque no se veía que ninguna luz estuviera encendida-. ¡FRANCESCO! ¡FIORELLA!-. Estaba a punto de gritarle a Gian, cuando sentí que alguien me veía desde el balcón de la casa... era Gianluca quien tenia una enorme sonrisa sarcástica y burlona dibujada en su rostro, antes de poder decirle cualquier cosa, el me hizo una seña obscena y se metió la casa-. COÑO GIANLUCA, ABRENOS LA ESTUPIDA PUERTA-.

Sofía -Estuvimos casi una hora tratando de despertar a Francesco o a Fiorella para que nos abrieran la puerta-. Mejor regresemos a la camioneta-. Caminamos abrazados y a paso lento y tembloroso a causa del frio que estaba haciendo-. Al menos tu mano ya se ve mejor-.

Ermal -Con el frio que hace afuera quien necesita ponerse hielo en la mano-.Cerré la ventana de la camioneta, recline los asientos que por fortuna quedaron como si fuera una cama, encontré otras frazadas en la cajuela y una almohada, prepare todo para que ella pudiera volver a dormir tranquila-. Ven recuéstate-. Me acosté a lado de ella, extendí mi mano para que ella la pudiera tomar pero en vez de eso solo me dedico una sonrisa-.

Sofía -No te quiero volver a lastimar-. Le dije con sinceridad, mientras retiraba uno de sus rizos que caía por su rostro y yo lentamente me acercaba a su cuerpo, hasta quedar pegada a el-.

Ermal -Yo la abrace, sentí su respiración cálida en mi cuello helado y eso provocaba que mi piel se me pusiera de punta, bese su frente y ella me abrazo con fuerza-.

Sofía -Ermal...-.

Ermal -Se separo un poco de mi cuerpo pero sin dejar de abrazarme y me miro fijamente a los ojos-.

Sofía -Te has convertido en mi lugar favorito... en mi lugar seguro... gracias-. Moría por besarlo en ese momento pero contuve mi impulso-.

Ermal -Quédate quieta-. Puse mi mano fría sobre su rostro cálido, bese primero su frente, después su ojos, después su nariz y culmine en sus labios con un pequeño beso, ella alborotaba mi cabello a cada beso que me daba-. Tu eres mi lugar feliz... tu eres mi pequeño pedazo de cielo-. Dejamos de besarnos y nos volvimos acomodar para dormir, pero ninguno de los dos podía dormir-.

Sofía -Creo que esta es la primera vez que duermo fuera de esa casa desde que llegue aquí-. Le dije entre un bostezo-.

Ermal -Yo te cuido, ya descansa... ¿Quieres que te cante una canción?-. Ella movió su cabeza de manera de aceptación, la arrope bien y comencé a cantar una canción que había escrito hace algunos años en mi lengua nativa (albanes), no era una canción de cuna, ni era romántica era todo lo contrario a eso, narraba parte de mi vida, la parte de mi vida que nadie conocía y que solo los que hablaran albanes podrían entender; ella se durmió rápidamente y yo no tarde demasiado en quedarme dormido-.

90 DÍAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora