Ermal -Habían dado de alta a Sofía porque Francesco insistió en que era preferible esperar al donador en casa a estar en el hospital, por un lado estaba de acuerdo con el, a nadie le gustan los hospitales menos para pasar prácticamente lo que te resta de vida en uno. Los días pasaban más despacio que de costumbre pero ambos los veíamos como una oportunidad para conocer más, para aprovechar cada hora al máximo-. ¿Qué quieres hacer esta noche?-. Le decía mientras en uno de mis dedos enrollaba su cabello para después liberarlo. Estábamos recostados en la cama de su habitación, ella miraba el techo y yo la miraba a ella-.
Sofía -Ya habíamos leído juntos varios libros y habíamos visto varias películas... porque me tenían prohibido salir de la casa y hasta dar un paseo por los pasillos de la misma casa era demasiado para mi según mi papá y el doctor, así que pasaba la mayor parte del día con Ermal, lo cual era lo mejor que me podía pasar en esos momentos-. Todo lo que quieras menos leer un libro-.
Ermal -Me fui subiendo lentamente a su cuerpo hasta quedar perfectamente arriba de ella, ella me dedico una de esas sonrisas que solo podía ver en su rostro, acaricio mi mejilla con su mano fría y con la otra mano tomo mi cuello y me fue bajando hasta que mis labios rozaron los suyos-. No sabes lo mucho que te amo y todo lo que he pasado para poder reunirme contigo-. Le dije en un susurro, sus ojos brillaban demasiado y el momento me parecía tan surreal-.
Sofía -Las palabras de Ermal eran como sentir la brisa en un prado lleno de flores, con el sol calentando nuestros cuerpos. Sus mejillas se empezaron a poner de color rojo y a mi se escapo una risa-. Te ves tan tierno cuando te sonrojas-.
Ermal -Por que mis mejillas no me ayudaban a disimular nada. Cerré sus labios con un beso, después otro bese y otro más; a ella le encanta revolver mi cabello cuando nos estamos besando pero en esta ocasión la situación se empezaba a poner intensa. Nuestros labios se movían con rapidez-. Espera, no podemos-.
Sofía -A la mierda los médicos, el tratamiento y todo lo demás que no fuera el-. Claro que podemos-.
Ermal -De poder podemos, pero no debemos-. Le decía mientras sentía que mis mejillas se ponían aun más rojas. Me incline para seguir besándola, ella comenzó a tocarme y aquello me provoco un escalofrió que recorrió toda mi espalda, sus manos tomaron las mías y ella las coloco por debajo de su blusa, yo solo sentía como el calor subía por mi rostro-.
Francesco -Chicos pedimos pizza van a querer com...-. Cuando entre a la habitación, no sabia si salir corriendo o arrojarles la pizza en la cabeza a los dos-. PERO QUE HACEN-.
Ermal -Definitivamente no podíamos y no debíamos-. Francesco, porque mierda no tocas la puerta-.
Francesco -Por que estaba abierta y por que es mi casa y yo puedo entrar y salir de todas las recamaras que hay aquí... por eso-.
Ermal -Lo mire y entrecerré los ojos, tenia muchas cosas a i favor para poder sobornar a Francesco aunque no era el momento para utilizarlas-. Tienes razón, yo creo que ella y yo nos deberíamos de ir a mi casa en Milano, así ninguno de nosotros interrumpe las cosas privadas del otro-.
+
Francesco -Ermal... conoces algo llamado HOTEL-. Les arroje la pizza justo a lado de ellos-.
Ermal -Claro que conozco los hoteles pero es mejor en la casa-. La cara de Fran se empezó a poner roja, nos miro de manera amenazadora a los dos y salió de la habitación dando un fuerte portazo, después escuchamos sus pasos que regresaban hacia la recamara, abrió la puerta con brusquedad-.
Francesco -De hoy en adelante quiero todas las puertas abiertas... no me importa la hora que sea... quiero las puertas abiertas las 24 horas del día, los 7 días de la semana... ENTENDIDO-.
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90 DÍAS CONTIGO
FanfictionGianluca Ginoble vive en Montepagno hasta que ayuda a una completa desconocida... Francesco Gabbani vive en la Toscana con su esposa y su hija de 3 años, llevan una vida feliz hasta que secuestran a su hija y el moviliza a toda Italia para encontrar...