DÍA 32 PARTE II

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-Lo mire fijamente a los ojos y después de unos minutos, baje la mirada y moví mi cabeza con lentitud en señal negativa- No hay ningún lunar Francesco pero...

-Mi mundo se caía una vez más en mil pedazos-.

-Pero ella tiene una horrible cicatriz en donde debería estar el lunar, es como si alguien intencionalmente le hubiera cortado la pierna tan profundamente que...-. Sentí un nudo en la garganta de solo imaginar todo lo que ella sufrió en su corta vida-. Le borro la marca que la identificaba-.

-Esta bien, todo esta bien. Por lo menos esta a salvo aquí o eso quiero pensar-.

-Esta más que segura, tu casa es una fortaleza, aparte de que se encuentra alejada de toda la civilización-.

-Fiorella compartía el mismo humor que yo y siempre sonreía. Su alma y esencia eran hermosas al igual que su físico-. No sabes lo mucho que te agradezco que hayas venido a darle una ducha y a buscar... bueno... el lunar-.

-Por nada Fran-.

-Que grosero soy, ¿ya desayunaste?-.

-No te preocupes Fran, ya desayune, gracias-.

-Pero un café a nadie le cae mal-. Me gustaba su compañía y debo de admitir que ella me gustaba mucho desde hace muchos atrás-.

-Te acepto un café-. Su casa era como estar dentro de un laberinto, era fácil perderse si no la conocías a la perfección, aparte de que había cuartos ocultos y muchas puertas (algunas te llevaban al jardín, otras a la terraza y otras... bueno simplemente no tienen salida a ningún lado)-.

-Llegamos. ¿Capuchino, americano, expreso, descafeinado?-.

-Un expreso, por favor-. Me senté en la silla del comedor (tenia una vista hermosa, se podía ver todo la pequeña ciudad de la Toscana) así que era un privilegio estar en esa casa aunque fuera por un par de horas-.

-Ten Fiorella-.

-Gracias-.

***

-Tenia el cabello tan enredado que parecía un niña pequeña que acaba de despertar de una siesta larga y placentera de verano, tenia los ojos amoratados del cansancio y de los golpes recibidos; la bata blanca le ajustaba perfectamente al cuerpo y hacia que resaltaran sus ojos color azul, tenia las mejillas un poco ruborizadas-. ¿Te ayudo a cepillar tu cabello?-.

-Si, muchas gracias-. Seguramente me veía tan patética que decidió ayudarme-.

-Tome el cepillo y con mucha suavidad comencé a desenredar su cabello, conforme lo iba desenredando me iba dando cuenta de que era mucho más largo de lo que parecía ser; cuando termine de cepillarlo y este comenzó a secarse fue tomando una textura ondulada; parecía más los rayos del sol por la forma y el color. Simplemente... ella era... HERMOSA-.

90 DÍAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora