DÍA 38

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-Pero señor, la niña no tiene la culpa de nada, podríamos robar sus cuentas bancarias eso cubre a la perfección lo que nos debe Matteo, no hay porque lastimar a esa familia de ese modo-. Yo tenia una niña de 3 años al igual que Francesco y aunque sabia que yo me iba a beneficiar de toda esta situación, me era imposible pensar en secuestrar a una niña de 3 años-.

-Como te lo explico Lorenzo... es necesario hacerlo para el bien de todos nosotros-. Le dije con voz calmada mientras sacaba del bolsillo interno de mi abrigo una pequeña pistola y apuntándole directamente al corazón-. Quiero que tu te encargues de la niña, creo que eres el más capacitado ya que tu también tienes una hija, quiero pensar que tienes cierto tacto gentil con los niños, no la asustes demasiado no quiero que llegue aquí llorando-.

-Pero...-.

-Corte cartucho y vi como su rostro se empezaba a poner pálido-.

-Si señor yo me encargo-. Guardo la pistola de nuevo en su abrigo y sonriendo malévolamente cerro la puerta de su "oficina". Me fui a casa para averiguar en donde se encontraba Francesco, se encontraba en el centro de Roma, tenia un concierto esa misma noche y después de eso nada, "quizá descanse y regrese a casa mañana". Me quede toda la noche despierto pensando en como me iba a cercar a la casa sin que el notara, teniendo en cuenta de que no tenia vecinos y era la única casa de ese lugar.

A la mañana siguiente, tome mi auto y conduje en dirección a la Toscana, que quedaba a poco más de 3 horas de mi casa. Al llegar a la Toscana lo primero que vi fueron cientos de carteles pegados por todas partes "Bienvenuto a la tua casa Fran", baje la ventanilla del coche y le pregunte a la primera persona que paso a lado del coche: "Disculpe la molestia, quería saber si Francesco Gabbani ya llego aquí" a lo que me respondió bastante amable: "No señor pero ya no debe de tardar mucho". Llegue justo a tiempo pensé. No pasaron más de 2 horas, cuando la gente se empezó a cercar a la orilla de la carretera, con carteles y flores, de pronto vi su camioneta blanca venir del horizonte, su camioneta paso a lado de mi vehículo, fue entonces cuando entendí porque la gente le tenia tanto cariño: la sonrisa, la amabilidad de su rostro, el carisma que desprendía, eso haría que mi trabajo fuera más difícil-.

-Y ahora que hago, tengo ordenes estrictas de no acercarme a su casa pero como consiguiere a la niña-. Estacione el vehículo y camine por toda la ciudad, preocupado y sin esperanzas de lograr el objetivo que se me había encomendado, vi un parque a lo lejos y decidí sentarme allí a pesar en que seria lo que me ocurriría si no le llevaba la niña a Dante Russo; cansado cerré mis ojos por unos momentos y al abrirlos lo vi, venia algo lejos pero se acercaba al parque y de la mano llevaba a su pequeña hija, se veían tan felices de estar juntos que admito que me dio pena pensar en la tristeza que sentiría Fran cuando ya no encontrar a su hija. Me había dado a la tarea de investigar los números de celular tanto de Francesco, de su esposa y de su hermano. Solo necesito esperar a que deje a la niña en el suelo o en algún juego; espere no más de 10 minutos y el la llevo a los castillos de arena que se encontraban justo a lado de la fuente, espere unos segundos más y marque el numero de Francesco. El se puso de pie y yo también, mientras el se alejaba de la niña yo me iba a cercando cada vez más, hasta que por fin estuve cerca de ella; iba bien preparado, saque el pequeño osito que llevaba y se lo di, pero que maravilla de niña que no hizo ningún ruido cuando la tome en brazos y me aleje a paso calmado del parque, subí al vehículo y arranque sin prisa alguna-.

90 DÍAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora