Capítulo 62

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Intente usar mi móvil por la noche, y por alguna razón no lo logré. Decía algo de servidor bloqueado cosa así.  Supongo que tengo que hablar con Jessie sobre esto. No tengo ni idea de la hora que es, pero el pequeño rayo de luz que entra a través de las oscuras persianas me indica que el sol ya despertó. Voy al baño antes de siquiera tocar las cortinas, prefiero despertarme por mi misma.

Estoy hinchada y tengo cara de muerta. Supongo que no dormir bien me está pasando factura ahora. Cambio mi pijama por ropa deportiva porque no sé que otra cosa ponerme.  ¿Cuál es la ropa adecuada pasa estar por casa en un día normal?

No conozco casi la casa, solo lo básico. Quisiera guiarme por voces como hice en el orfanato, pero todo esta en silencio. Por eso sigo el camino hasta la cocina, si no encuentro a nadie allí pues... Ya veré.

Dentro de la cocina solo están Nora y otra chica que le ayuda con algo.

— Buenos días — saludo con vergüenza, no sé la hora y no estoy segura de que decir buenos días sea lo correcto.

— Buenos tardes señorita Camila — saluda con delicadeza Nora —. Supongo que debe de tener hambre, ¿Qué le apetece comer?

— Una manzana, con eso me basta — respondo antes de que me sirva mucha más comida de la que mi cuerpo acepta ingerir —. Por favor.

— Aquí tiene — me entrega una canasta llena de manzanas verdes y rojas —. La niña Jessie salió temprano y dejo algo para usted y para su hermano —fue en busca de lo que me dijo y o puso sobre la mesa justo a mi lado —. Este es el suyo, su hermano ya tiene el de él.

— Muchas gracias Nora. ¿Me puedes decir en dónde está mi hermano?

— Dijo que iba a explorar un poco, a decir verdad no sé exactamente en dónde se encuentra. Pero puede ir con Marie para buscarle — señaló a la chica que le acompaña, quizá de la edad de Jessie o poco más, muy bonita y tímida —. En caso de que lo necesite por supuesto.

— Me parece buena idea Nora, gracias. ¿Vienes conmigo Marie?

—Claro que sí señorita — dejo de lado lo que estaba haciendo hasta ahora para acompañarme. Tome en una mano una manzana verde y en otra la caja de un teléfono móvil.

Marie es callada, tímida puedo decir. Caminamos juntas y ninguna dice nada, por lo que me centro en comerme mi manzana y buscar a mi hermano.

— Siento meterme señorita, pero escuche decir al señorito Nicolás que quería conocer la cancha de baloncesto.

— No te preocupes Marie, eso me ayuda, supongo. No tengo ni idea de dónde está esa dichosa cancha, ¿Me puedes llevar? — es frustrante no conocer el sitio.

— Es normal que aún no la conozca.  Cuando comencé a trabajar aquí tarde res meses en recorrer cada rincón de la mansión Lombardi, y aún así a veces creo que no la conozco del todo.

— Vaya, tres meses... — no puedo creer que se tardará, aunque pensándolo bien es un sitio gigante y teniendo en cuenta que ella trabaja aquí debe estar obligada a conocer cada minúsculo rincón.

Caminamos y caminamos por jardines repletos de flores preciosas, pequeños árboles que dan una sombra increíble y sitios magníficos. Me parece imposible el hecho de que ahora vivo aquí. Es tan impresionante que no puedo expresar lo que transmite este sitio, impone y te sientes pequeñito por aquí. Es todo silencioso y tranquilo, aunque ir con una desconocida por este sitio no es lo más tranquilizante del mundo.

— Es ahí, justo detrás de esos árboles. Yo tengo que volver para ayudar a Nora, siento no poder seguir con usted señorita — se puso nerviosa de la nada, cosa que no me transmite seguridad alguna, sino una especie de confusión por su comportamiento.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora