Capítulo 41

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En la sala de estar nos encontramos con Daniel y Adonai hablando con algunas personas que no conozco. Bueno hay un señor que sí he visto antes en la empresa, pero no sé quién es.

Aún estamos riendo por el desastre de hace un momento y fue incómoda la mirada que nos recibió al estar todos.

— ¿Qué es tan gracioso?— preguntó Adonai de forma burlesca.

— Oriana casi se rompe una pierna hace un momento, solo eso — respondí riendo aún. Me da igual que todos me vean extraño.

— Niñas tomen asiento que ya casi estamos todos — dijo Daniel de la misma forma cariñosa de cuando llegamos de comprar.

Me senté a un lado de Adonai y me sentí segura de estar junto a él. Aún no le hablo sobre lo que me dijo, y pues ahora menos que menos.

Hablando de algunas cosas pude entender que las personas que están aquí son una familia amiga de los Esposito desde hace años. El señor que ya he visto es socio de Daniel y está junto a su esposa e hijos. Dos chicos de la edad de Adonai supongo. Al poco tiempo llegaron otras personas y supuse que ya estamos todos.

Otra familia, según también amigos desde siempre. Junto a la pareja su hija de algunos 18 o 19.

—¿ Tú eres la chica que algunas veces va a las juntas junto a Adonai cierto? — preguntó el señor y la pregunta no me sorprende pero si me incómoda.

— Sí, Camila está haciendo prácticas en la empresa y Adonai le ayuda — respondió Daniel por mi y lo agradecí —. Ella era compañera de mi niña en el orfanato, pero por su edad ya no puede ser adoptada, y según la ley debe saber trabajar antes de cumplir los 18 para que así pueda sobrevivir y todo eso.

— Vaya, es súper fuerte eso — respondió la chica que llegó hace un momento y no pude evitar soltar una de mis geniales respuestas.

— Ni tan fuerte. Es mejor trabajar y aprender sobre cosas nuevas a ser mantenida por alguien más — no me importó el silencio a mi alrededor y seguí con mi respuesta —. Además, es más seguro en mi caso trabajar a qué luego de que cumpla los 18 quedé en la deriva sin saber cómo mover un solo dedo.

Todos quedaron en silencio. El problema no fue la respuesta, sino la manera de darla. Mi tono irónico y odioso no paso desapercibido y no me importa en lo absoluto.

— En realidad es mi niñera — dijo en modo de broma Adonai para aligerar el ambiente —. Es más responsable que yo, por eso algunas veces va conmigo a las reuniones.

— Bueno, creo que es momento de la cena — informó Daniel levantándose y todos le seguimos.

— Debes aprender a quedarte callada — me regaño Adonai mientras caminamos.

— No necesito que nadie me tenga lastima. Y si estoy aquí, vestida así, y conviviendo por primera vez con Oriana sin matarnos antes, es porque tú padre confío en mi lo suficiente como para saber que cada cosa que iba a decir sería correcta — de un momento a otro estoy furiosa y no entiendo por qué, estaba todo bien. Pero que él quiera intentar controlar mi manera de ser no lo voy a aceptar. Suficiente tuve un año entero de Richard.

Mi móvil comenzó a sonar justo antes de llegar al comedor y al ver quién era no pude evitar responder.

— Pensé que no ibas a llamar más por hoy — dije en voz baja, sin importar que Adonai está escuchando todo.

— Hace un rato estaba muy molesta, no podía pensar con claridad — dijo con vos tranquila —. ¿ Estás segura de lo que vas hacer?

— Creí que ya estaba hablado eso, no pienso cambiar de opinión y dijiste que ibas a ayudarme con eso — por favor que no me deje mal, por favor que me ayude.

— Quiero matar a mi hermano Camila, lo juro.

— Solo dime qué vas a cumplir, solo te pido eso — suplique en un hilo de voz, porque de solo imaginar que no me ayude me da ganas de llorar.

— Está bien, todo sea por ti — eso me recordó lo que dijo Richard sobre su hermana —. Nos vemos en el mismo lugar que hoy a la hora que te dije antes.

— Gracias gracias, eres lo máximo — dije feliz de saber que sí me va a ayudar. Colgué la llamada y pude ver la cara de confusión de Adonai por mi conversación.

— Te explico luego, ahora entremos al terreno de fieras — dije en broma para hacer que se olvide de todo esto. Y Parece que funciona cuando me toma de la mano y me lleva junto a él al comedor.

Es muy extraña la manera de estar sentados ahora, Daniel a la cabeza, Adonai a su derecha y yo a su lado, y a su izquierda Oriana. Al otro lado de la mesa el señor que estaba desde antes junto a su esposa e hijos y los otros a un lado de Oriana. Y definitivamente no entiendo este protocolo de sentarse así.

##

— Creo que deberías dejar de beber — le dije a Oriana. Luego de la cena salimos al patio trasero todos los chicos y los adultos se quedaron el la sala de estar.
Y pues ella se tomó muy enserio lo que dijo Daniel de que podía beber lo que quisiera.

— Deja de ser tan amargada, es mi jodido cumpleaños y quiero disfrutarlo hasta que ya no pueda ni caminar — dijo gritando y y elevando las manos con evidente exageración.

— Déjala, mi padre nunca le deja hacer nada, por eso está actuando así — me explicó Adonai, pero de igual manera me parece que se está excediendo —. Estás preciosa — está vez me habló al oído y sentí que todo en mi tembló.

— Gracias... — respondí un poco nerviosa, aunque no tengo ni idea de por qué.

— ¿Ahora te pones nerviosa por un cumplido? — preguntó en forma de burla —. Vaya que cada día sorprendes más Camila — dijo irónico mientras bebe un trago de no sé que es.

— Por favor, ¿me enseñas? — le pedí refiriéndome al porro que parece un caramelo. Su risa fue inevitable, y llamó la atención de todos a nuestro alrededor. Él está un poco ebrio de tanto beber y fumar, en cambio yo creo ser la única sana de todo este grupo de locos.

Literal son un grupo de locos, en una hora que llevamos aquí ya me han ofrecido cocaína y otra cosa que es rosada. Obvio dije que no, creo que llegar a ese nivel es mucho más fuerte que un simple porro de marihuana. Según dicen es medicinal.

— No te quiero enseñar, porque luego ya no me vas a necesitar para nada — ahora habla triste, como si algo trágico pasará en su vida —. Por lo menos me vas a necesitar para hacer esto por ti.

— También puede ser que deje de fumar, no crees?

— No lo creo. No lo vas a dejar hasta que a tu vida llegué algo o alguien que te motive y te haga sentir mucho más feliz de lo que te hace sentir fumar — su voz ronca y suave me causa escalofríos, pero me confunde el tono de nostalgia con el que dice todo.

— Bueno, ¿cariño puedes armar mi porro? — pregunté con tono meloso y acariciando su brazo en un intenso fallido de seducción —. Si no fumo voy a lanzar a la piscina helada a una pobre niña borracha.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora