Capítulo 39

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Siempre voy a pensar que esta casa a pesar de ser bonita, es vacía. No es una mansión de esas de revista, pero sí es grande. Lo suficiente para tener dos plantas, varias habitaciones cómodas un patio trasero y una piscina que casi no usan.

— Bueno niñas, yo tengo que hacer algunas cosas que deje pendientes. En la cocina hay bebidas para ustedes — dijo mientras se levantaba del sillón a modo de despedida —. Por favor no se emborrachen antes de la cena, vienen personas importantes. Ah, y Adonai está en su habitación por si quieren hacer algo todos juntos — ahora sí se fue y nos dejó un poco confundidas.

Sin pensarlo fuimos hasta la cocina y vimos que tal y como dijo hace un momento, hay bebidas esperando por nosotras. Todo tipo de alcohol, de fresa, piña, mora, vinos, algunas botellas de algo fuerte, al parecer ron añejo.

— No lo puedo creer, nunca me deja beber y hoy quiere que lo haga — dijo confundida y sorprendida —. Bueno, yo no sé tú. Pero yo sí necesito quitarme todo el estrés que tú cuestion me causó.

— ¿Qué esperas que te diga? ¿Qué no voy a beber porque estoy en depresión? — obvio que no, estoy un poco en shock por todo, pero no me interesa nada más. Mañana todo esto se termina — A ver, algo he aprendido este tiempo. Quizá pueda hacer algún trago diferente.

Es cierto, en casa de Richard todos los fines de semana había alguna fiesta o reunión,y aunque pocas veces me quedaba aprendí de todos a preparar algunos tragos.

Solo quiero distraerme, divertirme, hacer algo diferente a lo de siempre. No quiero decir que no me importe todo esto, claro que sí. Pero, no pienso morir de depresión solo porque sin querer metí la pata. Era Richard el que no me dejaba cuidarme, y yo como una tonta le hice caso.

— Pues entonces, manos a la obra bonita — dijo a modo de diversión. Y la puedo entender. Está cumpliendo la mayoría de edad, fuera del orfanato y viviendo feliz o por lo menos cómoda.

Preparé algo básico y rápido. Solo hielo, jugo de naranja, algo de no sé que fresa y listo. Serví en dos copas que le dieron un toque muy bonito. Algo que de verdad hace dos años, o quizá año y medio no hubiera imaginado.

— Bien señorita. Feliz cumpleaños te deseo a ti — dije a modo de brindis mientras ambas chocamos nuestras copas. Sintiendo que somos las putas amas, o algo así.

— ¿Quién lo diría no? — dijo Oriana de la nada para luego tomar un trago y seguir —. Las cosas pueden cambiar tanto en tan poco tiempo.

— Todo cambia a diario, solo que nos damos cuenta cuando pasa el tiempo y caemos en cuenta de que ya nada es igual.

— Sabes que cuentas conmigo si necesitas algo, no? — sé a lo que se refiere y solo me limito a asentir con la cabeza —. Pues entonces nos vamos al jacuzzi junto a esta bebé porque hoy voy a disfrutar al máximo — dijo cambiando el tomo de voz a uno más feliz y luego tomo la botella y yo llevo el jugo para seguir a esta loca a donde sea que me lleve.

Pensé que íbamos a la segunda planta, pero no. Cerca de la salida a la piscina hay una habitación que no había visto antes. Es una especie de baño, con la diferencia de que tiene para poner música y una nevera para poner la botella y el jugo a enfriar. Ah, y un jacuzzi grande que hizo funcionar rápidamente.

— Nunca imaginé que iba a pasar mi cumpleaños número 18 así — grito feliz antes de poner música a todo volumen —. Y mucho menos esperaba que mi acompañante fuera tu.

Mientras el agua calienta nosotras bailamos y reímos sin preocuparnos por nada. Bebemos como si fuera agua y no sé si eso sea bueno, pero yo necesito olvidar, ser feliz, dejar de pensar.

— Creo que ya podemos entrar — dijo gritando para que pudiera escuchar —, quítate la ropa y la dejas ahí — señaló una esquina de la habitación y yo le hice caso sin importar nada.

El agua caliente nos hizo chillar al principio, pero luego fue como si nada. Bebiendo, cantando, gritando. Puedo decir que estoy disfrutando de estar aquí, a pesar de que no quería venir.

En quizá una hora se nos acabó la botella, y preferimos no buscar otra porque Daniel no quiere que estemos borrachas para la cena.

— Creo que es mejor ir a darnos un baño y así nos arreglamos — dije hablando un poco enredado, una mezcla de borracha y muy drogada.

Entre pasos torpes salimos y dejamos ese desastre de agua,riendo por eso y buscando como locas toallas y unas batas para salir de aquí.

—¡ Bingo! — grito al encontrar el armario con todo eso, que estaba justo al frente de nosotras —. Toma, te secas y luego te pones eso — dijo dándome una toalla y una bata de baño rosada.

— Si Daniel nos ve, nos mata — dije en voz baja mientras salimos a escondidas.

— Sssh calla — dijo intentando ser silenciosa y logrando lo contrario.

Para ir a su habitación hay que subir a la segunda planta y tenemos que atravesar la sala de estar y pasar a un lado de la cocina para lograrlo. Pero entre que estamos borrachas y felices, nos importa poco si nos descubren. Más nos importa comportarnos como espías al caminar, y reírnos del rastro de horas de agua que vamos dejando poco a poco.

— Bien, falta solo un poco para subir — dijo en voz baja cuando pasamos por la sala y estamos en el pasillo de la cocina y las escaleras —. Cuando lleguemos a las escaleras subimos corriendo y así nadie nos ve.

Asentí y le hice caso, justo al llegar las escaleras subimos corriendo sin hacer mucho ruido. Pero, obvio que nos descubrieron.

— ¿A dónde se supone que van así y simulando ser silenciosas? — preguntó Adonai en la parte final de las escaleras.

— Te dije que hicieras silencio — me peleó Oriana.

— Tu eres la que corre como si tuviera un camión en los pies — y así comenzó una mini pelea entre dos borrachas que fueron descubiertas.

— Ok, no me importa. Pero, tienen dos horas para estar listas si no quieren que a mí padre le de un infarto — dijo pasando a un lado de nosotras y fingiendo no haber visto nada.

Corrimos sin parar hasta llegar a la habitación de Oriana, cerramos con seguro la puerta y reímos como locas por todo esto.

— Un baño de agua fría y a vestirnos, vale? — creo que estoy un poco más conciente que ella. O quizás no, pero me puedo mantener en pie — Vamos Oriana — dije haciendo fuerza para llevarla al baño, pero ella no quiere.

Me desespera no saber cómo bajarle la borrachera. Mientras intento llevarla al baño pienso en una idea para que Daniel no nos vea así.

Eso es, recuerdo una de esas veces que bebía más de la cuenta y Verónica me hacía vomitar. Por algún lugar de la habitación debe haber agua, o sino le doy del grifo, me da igual.

— Bueno niña, llegó el momento de revivir — dije riendo porque está tirada en el suelo sin poder moverse —. Toma un poco de agua, anda.

— No, quiero dormir — dijo medio dormida y yo estoy perdiendo la paciencia.

— Duermes luego del agua — los borrachos siempre tienen la razón escuché decir alguna vez a alguien.

Ella aceptó y yo no espere mucho para llenarle el estómago de agua y agua, obligándola a tomar más de tres vasos. Gracias a Dios estamos en el baño, y en el momento que las ganas de vomitar llegaron le ayude a acercarse al retrete. Necesito que suelte todo lo que ha tomado para que así pueda sentirse mejor, y yo no recibo un regaño.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora