— No puedo creer que me hicieras ver esa película tan horrible, dios no sé si pueda volver a dormir — dije conmocionada, era terrible de verdad.— Deja de quejarte, el payaso no te va a comer — dijo él con burla, y le odiaba en este momento por eso.
Los botes de comida y el de helado estaban en el suelo a un lado de nosotros.
Estaba acostada sobre su pecho, y podía escuchar su corazón latir lentamente.
— Oye — levanté la mirada y pude verlo con una sonrisa traviesa.
— ¿Qué planeas hacer? — no me da miedo, pero sí mucha curiosidad.
— Quedé con hambre — dijo con una fingida cara de tristeza, pero la sonrisa de hace un momento le delata —. Creo que me voy a comer algo aún más delicioso.
— Sí? Y qué se supone que vas a comer?
— A una pequeña niña de ojos grises que me vuelve loco.
Aaaaa mis nervios suben y suben, sé lo que significa eso, y dios, me encanta como me habla.
No me dio tiempo de responder, porque ya sus labios estaban invadiendo los míos, con una mezcla extraña entre cariño y fuerza.
Le respondí con gusto, porque sin darme cuenta ya mi deseo había crecido, o quizá tan solo es mi imaginación.
Esta vez fue tan diferente a la primera, no hubo caricias, no hubo palabras de tranquilidad de por medio, tan solo algunos besos antes de desaparecer mi pantalón y subirme encima de él.
Hizo mi ropa interior a un lado y me penetró, aún duele, pero no como la primera vez.
Rápido, fuerte y muy brusco, así fue esta vez. No sé decir si me gusta o no, porque no me dio tiempo de siquiera pensarlo, antes de llegar a disfrutar de algo él ya se había venido dentro de mí.
— Te gustó? — preguntó con la voz entrecortada.
— Claro que sí — mentí sin dudarlo, y me hice a un lado —. Voy al baño, ya vuelvo.
Él asintió y se quedó en el mismo sitio sin siquiera moverse, como si hubiera corrido un maratón.
En el baño no tardé mucho, solo el tiempo suficiente para asearme y volver a salir.
Pero había una pregunta rondando mi cabeza que no va a parar hasta que sea respondida.
Llegué a su lado y me senté con mis piernas desnudas sobre las suyas, pensando en si debo preguntar o no.
— ¿En qué piensas nena?
— ¿Por qué no usas condón? — solté así sin más.
— Eso son bobadas nena, no hace falta — dijo resultando importancia a mi pregunta —. Estoy seguro de que nada malo va a pasar si no lo usamos, además se siente mejor hacerlo así, no crees?
— Sí, supongo.
— Quieres ir a dormir? Mañana debes ir al instituto.
— Sí, tienes razón vamos a dormir.
Sin esperarlo me dormí de inmediato en el momento en que nos acostamos en su cama. Me abrazaba por la espalda y sentía como me acercaba más y más a él, acariciando mi cuello en total silencio, fue imposible no hacerlo.
Me despertó la voz de Richard, se escuchaba lejana y muy suave. Abrí los ojos poco a poco y me fui acostumbrando a la claridad del día.
— Oye nena se te hace tarde, vamos arriba.
El pequeño reloj en la mesa de noche a un lado de la cama me comprobó lo que me dijo. Estaba acostumbrada a levantarme con los despertadores de las otras chicas en el orfanato.
Me di una ducha rápida, me vestí, peine y busqué la mochila en donde estaban mis otras cosas, si no me iba ahora iba a llegar muy tarde.
— Hey espera — Richard me frenó con una taza de café para mí en la mano —. Calma nena, yo te llevo.
Desayunamos un poco de café con tostadas y salimos juntos, espero de verdad llegar a tiempo.
— No te preocupes, hay tiempo suficiente.
Y la verdad fue así, olvidaba que algunas veces Richard conduce como un loco, o quizá es por la costumbre que tiene de participar en esas carreras del demonio.
— Gracias por traerme — me despedí con un pequeño beso en sus labios y salí corriendo a mi primera clase.
Las primeras tres clases fueron entretenidas, con un par de exámenes, pero nada de qué preocuparme. No pudo faltar mi pequeña escapada en la última hora de clases, aunque no debía seguir con eso, siento la necesidad de estar en soledad para poder pensar con claridad.
La propuesta de ese hombre, Daniel, me ronda en todo momento y es inevitable perder el control porque no sé qué hacer.Tiene razón en muchas cosas que dijo, pero sin importar que tan verdadero sea eso los valores con los que me criaron siguen ahí, recordándote que no está bien hacer esto. Por eso, voy a ese único lugar en donde puedo pensar y hablar con sinceridad, en donde no va a importar lo que diga o piense, porque nadie va a poder juzgarme o pelearme, tan solo escuchar.
Hoy, por primera vez en meses vine aquí sin dolor, con mucho miedo sí, pero esta vez el dolor quedó de lado, dando paso a una confusión tan grande que me deja sin respirar.
Leí detenidamente cada cosa que aparece en el documento, y a decir verdad, no es tan complicado lo que hay que hacer. Un trabajo aceptable teniendo en cuenta que tengo dieciséis años y ni la más mínima idea de que hacer. Lo más difícil que debo hacer es organizar documentos, con el resto Daniel tenía razón, quiere que solo sea la niñera de su hijo.
La opción de negarme rondaba una y otra vez, pero las palabras dichas la noche anterior son ciertas aunque no lo quiera ver. Si quiero llevar a mis hermanos conmigo, tengo que ganar dinero, y también debo aprender a trabajar, y esta no es una mala oportunidad. Sé que mis padres estarían en desacuerdo por esto, pero a su vez ellos siempre me dijeron que hay oportunidades que no vuelven dos veces,y esta es una de esas.
Siento que cada día les estoy fallando más y más.
ESTÁS LEYENDO
Mejor vida (II)
RandomLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".