Capítulo 107

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Despierto desorientada, no sé en dónde estoy ni qué hora es. Me siento sobre la cama en la que estoy y al enfocar mi entorno noto que es mi habitación.

Estoy con otra ropa, en mi cama, dentro de mi habitación. Mi emoción es tanta que viene acompañada de arcadas muy fuertes.

Corro hasta el baño y vomito más que nunca. Siento que sale hasta el alma, me duele al respirar y no soporto la sensación tan horrible que recorre mi garganta.

Llega un punto en el que me detengo aunque no puedo. Entro directo en la ducha con todo y
ropa porque sigo sucia, porque me siento tonta.

Estuve dos días encerrada junto a mi hermana pequeña y lo único que hice fue decepcionarle. Ella luchaba y se quejaba, mientras yo me mantenía sentada sin hacer gran cosa.

Lavo bien mi cabello, paso esponjas diferentes por mi piel y no tardo mucho en quemarme por el agua tan caliente.

Salgo más tranquila y dispuesta a buscar a mi hermana, quiero ver cómo está, cómo se siente. Me siento culpable por no haberla apoyado en sus quejas o intentar buscar ayuda.

Una sudadera gigante junto a un pantalón deportivo son suficientes para salir y enfrentarme a mi vida normal. Quiero explicaciones, necesito saber que fue lo que paso y por qué.

— Bueno días pequeña — escucho su voz y toda esa rabia contenida sale en lágrimas —. Ya estás en casa, no llores — no tarda en abrazarme y lloro aún más en sus brazos.

Son muchas las emociones que contuve, y ahora salen todas juntas.

No tardo en calmarme, es como por instantes en los que produzco un lapsus y luego se va.

— Lo siento es que...

— No tienes que disculparte. Lo único que me importa es que ambos están aquí, bien — me mira con esos ojos que tanto me gustan y me siento segura — Vamos a desayunar, ya iba a despertarte.

— No quiero comer — respondo a la defensiva por el simple hecho de recordar que por comer me mantuvieron drogada.

Ignora mi respuesta y agarra mi mano para bajar junto a mi hasta el gran comedor, ese que pocas veces utilizamos.

Hay más gente aquí de la que imaginé. El padre y el hermano de Isaac, la chica esa que trabaja con Jessie que tiene mi edad, Josep, mis hermanos y ella, la única persona a la que jamas le hubiera dejado toda mi confianza.

Veo sus ojeras, todos están cansados, pero igual comen con una gran sonrisa en el rostro y me reciben con mucho cariño.

— Descansaste? Te sientes mejor? — Jessie me invade de preguntas y me tenso un poco por alguna razón.

— Ahora mismo quiero pegarle a cualquiera que se me acerque, te sirve de respuesta?

En vez de pelearme por ser tan maleducada se ríe y señala la silla a su lado izquierdo en dónde suelo sentarme para comer.

— Luego iremos con la doctora. Es normal que te sientas así, reprimir lo que sientes nunca es bueno — comenta tranquila pero con obvia preocupación al ver que no toco nada de lo que hay en el plato.

— Camila no fue tu culpa, no sabías que tenía esa comida — Josep intenta que cambie de opinión pero mi mirada furiosa lo detiene —. Si quieres mejorar y sentirte bien debes alimentarte.

— Pude hacer algo más. Quizá encontraba algún modo de salir de ese sitio antes — admito lo que siento con la voz entrecortada y cabizbaja —. Emmy al menos buscaba y pedía ayuda, no se rindió. Mientras que yo...

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora