Capítulo 100

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Me despierta un ruido en mi habitación, abro los ojos y me doy cuenta de que aún es de día y que Gabriela está a mi lado tocando mi cabello.

— Hola malcriada — sonrío por su apodo ya que la malcriada es ella.

— Hola amargada — saludo con el apodo que más bien me corresponde a mi y ella sonríe también.

Tengo sentimientos encontrados, me siento furiosa, feliz, decepcionada y triste.

A pesar de que dormí un poco, sigo dándole vueltas a como se lo diré a Isaac, o como lo tomará. Pero lo que sí tengo muy claro es que voy a tener a mi bebé, esta vez todo es diferente, tengo el apoyo de mi madre, estabilidad económica y ya no estoy la responsable de mis hermanos, con eso es suficiente.

—Ahora si me vas a contar que tienes? ¿Por qué Jess estaba tan apagada cuando llegamos? — está preocupada, hace días que no le veía la cara a nadie y justo ahora me encuentra con la cara hinchada y Jessie decepcionada de mi.

—Estoy embarazada Gabi — respondo admitiendo a alguien más lo que me tortura.

—¿QUÉ? — escucho otra voz exclamar casi en un grito y levanto la mirada para encontrarme al dueño de esa voz en la puerta de mi habitación.

Isaac está blanco como un papel y no se mueve ni un poco, miro a Gabriela buscando ayuda porque no quería que se enterase así y ella tampoco sabe que hacer.

Cuando intento hablar él sale casi que corriendo, sin dejarme explicarle nada. El llanto no tarda en llegar porque solo empeora lo mal que me siento, y lo culpable por no aguantarme la calentura cuando debía.

Gabriela me abraza para calmar mi llanto pero no funciona, más bien lloro el triple porque sigo sin creer que estoy pasando por esto otra vez.

Poco después Jessie entra también y acompaña a Gabriela en el intento de calmar lis sollozos.

— Todo estará bien cariño — dice con calma y Gabriela le acompaña en el intento.

— Buscaremos una solución y ya verás que estarás mejor que nunca — asegura con un intento de sonrisa —. Mejor ve a ducharte, te cambias y salimos al jardín, necesitas tomar sol, estás pálida.

Aún llorando me levanto para ducharme, me siento en la bañera y dejo que el agua caiga sobre mi cuerpo para que se lleve así mis dudas y miedos.

Salgo de mi largo baño más tranquila y Gabriela ya tiene mi ropa preparada en mi armario, me ayuda a vestirme porque estoy tan débil de tanto llorar, vomitar y no comer que casi no puedo mantenerme en pie.

Salimos de la habitación caminando lento, mientras ella busca chistes sin sentido o sus típicos comentarios para hacerme reír.

— Te juro que Lucia esta semana ha estado aún más intensa que siempre — comenta al final del trayecto al jardín —. Todos los días pregunta por ti con mucha insistencia, desde el desfile está más que interesada en ser tu amiga.

— Está desesperada, es entendible — respondo indiferente.

Me siento en el césped y me dejo llevar por el viento fresco que golpea mi rostro hinchado y mueve mi cabello húmedo.

— Todo estará bien Camila, no estás sola — sabe que me siento mal, y por eso me recuerda que no estoy sola.

— No lo tengo a él, suficiente razón para sentirme en la mierda.

— De verdad te vas a dejar morir porque un niño no acepta las consecuencias de sus acciones? — está molesta, muy enfadada por la forma en que se fue Isaac.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora