Capítulo 7

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Hoy ha sido un día alegre se puede decir, aprobé un par de exámenes y ya no tengo que soportar las peleas de Foster. Un poco de tranquilidad para mi alrededor vacío por el dolor.

Iba de camino al orfanato, con una extraña tranquilidad que no duró mucho.

Richard, esperándome afuera del orfanato, con algunas cosas en sus manos, y su cara de idiota seductor.

Me gusta, pero algunas veces lo veo tan idiota que no puedo comprender como pude acostarme con él.

— Hola nena — intentó darme un beso, pero giré la cara antes —. Te he traído esto.

— Qué es? — tomé las cosas que él tenía para averiguar de qué se trataba.

— Espero te guste, tan solo es un pequeño detalle... te mereces más que eso lo sé..

No se callaba, y yo estupefacta sin saber reaccionar a esto. No era nada sencillo, todo lo contrario.

En una de los paquetes había un móvil que debe valer mucho dinero. En otro un par de aretes a juego con un collar de oro. Junto a unos bombones una pequeña nota que había dejado.

— La nota es porque.. no sé cómo decirlo con palabras, por eso lo escribí — se le notaba nervioso, tocaba sus manos una y otra vez.

— Gracias... no sé qué decir — estaba sin habla, y eso casi nunca ocurre — pero no entiendo por qué el regalo?

— Te mereces el mundo entero Camila, y a mí me encantaría poder darte todo.

— Sigo sin entender...

— Tan solo quise tener un detalle con la chica que me vuelve loco — gritó de una manera desesperada y se abalanzó sobre mí y por instinto di un paso atrás —. Es muy difícil de entender eso? — tenía sus manos hechas un puño, y su cara delataba una molestia muy grande.

— Esta bien... solo tenía curiosidad.

— Lo siento lo siento, no debí haberte hablado así, estoy muy nervioso es solo eso — llevó sus manos a su cabeza, se le veía contrariado por lo que acaba de hacer.

Intentó acercarse para darme un abrazo, pero me alejé casi de inmediato, sin darme cuenta estaba temblando. Nunca lo había visto así, seguro solo tuvo un mal día, no soy nadie para juzgar.

— Nena por favor.. enserio lo siento — hablaba con voz suave y en su mirada se veía el arrepentimiento —. Siento que te estoy perdiendo Camila, y eso.. eso me hace sentir frustrado porque no sé cómo evitarlo.

— No me vas a perder — me limité a decir, me acerqué y le di un beso en la mejilla en señal de agradecimiento —. Gracias, ha sido un lindo detalle.

— ¿Podemos vernos mañana? — su mirada era como la de un cachorro abandonado, triste y arrepentido.

— Mañana tengo algunas cosas que hacer, pero te llamo en cuanto termine — le señalé el móvil que me acaba de dar y el me dio una pequeña sonrisa.

— Mi número ya está grabado en el móvil — aprovechando la cercanía me robó un pequeño beso en los labios, y mi sonrisa de tonta por esa acción tan bonita me delató.

Entré al orfanato y fui directo a ver a mi bebé, mi niña esta creciendo y aprendiendo todo lo que ve en su entorno, solo quiero que esté bien.

— Lilaaa — su voz dulce emocionada inundó mis oídos al acercarme a ella.

— Hola bebé, qué tal estás hoy?

— Estoy molesta Lila — aunque lo intentara no podía estarlo —. Una niña me dijo algo muy feo hoy, pero yo sé que es mentira, pero igual me molesta que sea una niña mentirosa.

— A ver, cuéntame qué fue lo que te dijo — se sentó en mi regazo y mientras le acaricio el cabello ella me comentaba todo.

— Me dijo.. que más nunca iba a tener una mamá. Me dijo que me iba a quedar aquí hasta ser una abuelita. Yo sé que eso es mentira, pero me molesta porque es una niña muy mentirosa, y yo no soy mentirosa, pero ella sí.

— No le prestes atención a lo que dice esa niña, porque nada de eso importa. Y si no tenemos otra mamá da igual, me tienes a mí, yo cuidaré siempre de vosotros.

— Mhmm — supongo que mis caricias en su cabello hicieron que mi bebé se durmiera.

— Te quiero tanto mi bebé preciosa — dije entre susurros para no molestar en su pequeño descanso.

Ella sentada en mis piernas, y su gran cabellera castaña reposaba en mi pecho. Verla dormir me relaja, no sé cuánto lo voy a repetir, pero amo con mi vida a mis hermanos, y si fuera por mí, les regalo el cielo.

Busqué en mi mochila la carta que Richard me había dejado, me daba curiosidad saber eso que no podía decir con palabras.

Era algo sencillo, una caligrafía poco trabajada y sin colores alternos al de la escritura. Pero aún así se me hizo algo lindo.

No sé cómo explicar todo lo que siento al tenerte cerca, es como si un huracán pasara por mi cuerpo, haces que pierda todos mis sentidos, es como si al tenerte cerca mi cerebro dejará de funcionar. Eres preciosa Camila, de todas las maneras posibles, y no hablo solo de belleza, hablo en general.

Sé que esto no puede significar mucho, pero para mí tú vales más que esto.

No puedo negar lo tierno que se me hace leer esto, es un detalle tan tierno. Me hace cuestionar si alejarme de él es lo correcto o no, porque en todo momento es atento y siempre quiere darme cariño, pero por mi miedo a seguir sufriendo dejo todo a un lado.

Probé uno de los bombones y fui feliz, era de chocolate y fresa y con una textura tan suave que se deshace al morderlo, además, hace mucho que no me podía dar el lujo de probar algo así.

Guardé todo otra vez antes de que alguien pudiera verlo y decidí subir hasta mi habitación junto a mi bebé. No he visto a Nicolás hoy, pero espero que este bien.

Ella ni se inmutó del movimiento, es pequeña y un poco delgada, ha dejado de comer desde hace un tiempo y eso le está cobrando factura ahora, cuando es más importante que se alimente bien.

Subí las escaleras y pasé por el pequeño pasillo que lleva hasta los dormitorios comunes.

— Cami te estaba buscando — Nico venía de frente a mí, y me ayudó a coger a Emmy en brazos.

—Pensé que aún no habías llegado — entramos juntos a la habitación y como es algo normal estaban casi todas las chicas aquí.

— Joder Camila, sabes que aquí no pueden estar chicos — comentó a lo lejos una de ellas, Fernanda creo que era.

Mi hermoso dedo corazón le dio una respuesta, y ninguna dijo nada. Desde que llegué me gané algún tipo de respeto entre ellas, aún no tengo claro por qué, si porque le partí la cara a Fabiana — la adoptaron hace dos meses— o porque no dejé que Foster me tratara como a ellas.

Emmy dormía plácidamente en mi pequeña cama, y yo me senté a un lado junto a Nico para hablar un poco.

— Cami, creo que de verdad no debo estar aquí — un leve rubor asomaba por sus mejillas y el nerviosismo me demostraba que estaba incómodo.

— Tienes que acostumbrarte Nicolás, tienes dos hermanas, y una de ellas está creciendo, qué pasará cuando nos vayamos de aquí y le tengas que ayudar a vestirse o a bañarse?

Se quedó callado, mi respuesta no fue del todo agradable para él, y puedo entenderlo pero es la verdad, ya no es un bebé.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora