Capítulo 43

11 1 0
                                    

El sonido repetitivo del despertador me hizo levantarme tan rápido que el mareo no tardó en llegar. En otro momento lo hubiera apagado para seguir durmiendo, pero hoy no. Me senté y apagué el despertador para que Adonai siga durmiendo, y al ver la hora estuve más tranquila porque aún queda tiempo.

Se ve tan tierno al dormir, todos sus músculos relajados, su boca un poco abierta y los suspiros cortos de vez en cuando. Cada tatuaje resalta en esa piel tan blanca y trabajada, tiene muchos más de los que pensaba, y se le ven tan bien que no puedo ni negarlo. Me levanté está vez más despacio y fui al baño para comenzar a arreglarme, todo con calma porque aún estoy un poco dormida.

Me da igual ir al colegio, pero tengo que buscar eso que me tiene que dar Verónica, y es importante no perder el tiempo.

Mientras me visto escucho como Adonai me busca a su lado, pero lo divertido es que estoy justo en frente de él.

— Estoy aquí — llame su atención al hablar en voz baja mientras termino de ponerme mi pantalón.

— Pensé que no estabas — dijo con vos ronca y adormilada —. ¿Tienes mucha prisa? Yo te llevo, solo dame unos minutos — se levantó de la cama y camino medio dormido hasta el baño, no sin antes darme un corto beso en la frente al pasar por mi lado.

Estoy muy nerviosa y creo que no puedo disimular. Veo la hora a cada momento y no estoy tranquila en un solo lugar. Adonai salió de su armario minutos después vestido un poco deportivo y sin mucho que arreglarse, igual se ve bien con cualquier cosa que use.

— Buscamos algo de comer y luego te llevo, vale? — no fue una pregunta, solo me informó sobre eso y yo asentí. Iba a llevar mi mochila pero él la tomo y la lleva por mí.

A pesar de no ser tan temprano bajamos en silencio para no despertar a nadie. Pero de igual manera en la cocina ya estaba la chica del otro día preparando algo.

— Buenos días Tatiana — saludamos ambos y ella respondió el saludo.

— ¿Desean algo de comer? — preguntó la chica muy amable.

— Yo no tengo hambre, tranquila.

— No le prestes atención. Unas tostadas estarían bien — respondió Adonai ignorando lo que acabo de decir.

A los pocos minutos la chica nos entregó unas tostadas con huevo y café. Debo admitir que se ve delicioso, a pesar de que no tengo hambre no puedo resistir comer esto.

— Muchas gracias — dije al recibir la comida.

Comimos en silencio y siento que mis nervios crecen más y más. Pero eso no es lo peor, sino que soy muy obvia y eso no me conviene.

— Sabes que me puedes contar lo que sea, no? — dijo mientras salimos de su casa en busca de su auto, vamos tomados de la mano y es obvio que nota aún más mis nervios.

— Claro que lo sé, pero aún no te puedo decir. Prometo contarte luego, pero ahora no — dije siendo sincera. Muero por decirle todo, pero si lo hago existe la posibilidad de que no me permita cumplir con mis planes, y eso no lo puedo aceptar.

En el camino hablamos un poco sobre lo loca que fue la cena, y ni hablar de los amigos de Daniel.

— Rebeca muere por ti, eso se ve desde lejos — dije riendo porque es la verdad, pero él no lo cree.

— ¿Y tú qué? ¿Crees que lo que dijo Antonio solo fue por todo lo que se había metido? — preguntó un poco molesto y a la vez divertido —. Te puso el ojo desde que llegaste junto a Oriana a la sala de estar.

— Bueno, pero al menos yo no hice una escena de celos. Con esa si te pasaste, fue épico — reír me hace sentir tan bien. Con Adonai nunca paro de reír, sin importar si la cuestion tiene chiste o no.

— Hemos llegado a su destino bonita — dijo al aparcar el auto afuera del instituto, llegamos poco antes de la segunda clase y agradezco llegar a tiempo —. Estudia mucho y demuestra que no eres solo una cara bonita — eso sí me hizo sentir una opresión en el pecho, porque siempre mi padre lo repetía.

— Mi padre siempre me decía eso, que estudiara mucho, que demostrará toda mi inteligencia más allá de mi cara linda — no es momento para estar nostálgica, pero ya no sé cómo evitar todas estas emociones.

— Ven aquí, que ya debes entrar — tomó mi rostro con suavidad y me dió un corto y tierno beso en los labios —. Eres la chica más genial que jamás voy a conocer, lo juro — ahora solo quiero llorar, y él me abraza. ¿Puede empeorar?

— Bueno, creo que debo irme antes de que se haga tarde — salí del auto con miles de emociones mezcladas y me despedí.

Me quedé de pie viendo como el auto se pierde entre las calles, respiré profundo y caminé con rapidez hasta el lugar en dónde quedé de verme con Verónica. Justo en esta esquina nunca hay nadie, seguro por lo insegura que suele ser, o quizá solo porque a las personas no les apetece quedar con alguien para platicar aquí.

— Pensé que no ibas a venir — dijo nerviosa mientras ve hacia todos lados. Está vestida con capucha y todo, buscando la manera de estar oculta —. ¿Por qué vestida tan de, niña rica?

— Es largo de explicar, solo dame lo que te pedí y explícame que tengo que hacer.

— Son estas dos, primero toma está — me entregó una en un blíster de color gris —. Y luego te tomas está — este blíster es de color blanco, por lo que así puede ser fácil de identificar cada una.

— ¿Solo eso? — pensé que iba a ser más difícil, o que serían muchas pastillas.

— La primera es para impedir que sigas con el embarazo, la otra para provocar el sangrado que va a limpiar tu útero y todo eso — me explicó tranquila, pero sé que le cuesta hacerlo. Sus manos temblorosas lo demuestran.

— ¿Me va a doler mucho? — pregunté preocupada por eso.

— No, solo se trata de otro día más de menstruación, solo que con mucho sangrado y cólicos fuertes. Pero puedes soportarlo, estoy segura. Puedes tomar ambas al mismo tiempo, o si quieres tomas una ahora y en una hora tomas la otra.

— Por favor no le digas de esto a nadie,mucho menos a Richard — suplique porque no quiero que luego él enloquezca y sea todo peor.

— Por eso no te preocupes, yo me voy lejos, cambiaré de número y puede ser que no sepa de ti en mucho tiempo. Por favor cuídate mucho, e intenta no estar sola estos días, si el sangrado es en exceso debes ir a un médico.

— Estaré bien, tranquila — dije con fingida calma —. Te cuidas mucho Vero, y en cuanto puedas comunicarte conmigo, lo haces — le di un abrazo fuerte, y ella respondió de la misma manera. Ambas con sentimientos diferentes; yo tengo miedo, y ella no lo sé, tristeza.

— Me tengo que ir, y tú también — dijo al separarse de mi finalizando el abrazo. Asentí y luego de otro corto abrazo la vi alejarse corriendo en sentido contrario al que yo voy.

Al ver la hora me di cuenta de que queda poco tiempo para la próxima clase, y si no camino rápido será demasiado tarde.

Por primera vez en días no compro lo de siempre en el patio, solo sigo de largo y me detengo solo en un dispensador de agua, saco la pastilla del blíster gris y me la tomo junto al agua.

Bien, ya tengo una.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora