— Creo que se hace tarde, debería irme — dije luego de alejar esas ideas locas de mi mente —. Voy a cambiarme.
— Esta bien, yo te llevo.
La situación estaba pasando a más, y por más que muera de deseo no lo veo correcto.
Salí del baño después de cambiarme y él estaba sentado en el sillón mirando a la nada, demasiado pensativo.
— En qué piensas? — pregunté curiosa al verlo así.
Reaccionó con mis palabras y respondió tranquilo.
— Pude haber quedado como un inútil ahí, pero me salvaste de eso.
— Creo que por eso me pagan, no? — dije en broma, porque obvio hay cariño también —. Pero por favor que no vuelva a pasar, es horrible caminar con esos tacones.
— Deja de quejarte, te veías hermosa. O es que no viste la mirada de todos cuando entraste?
— Me miraban porque esperaban a otra persona, no a mi.
Salimos de la oficina hablando en voz baja, sin prisa.
Aunque no parece posible he aprendido mucho de Adonai estos meses. Entendí con él que no siempre es bueno juzgar sin conocer. Que es necesario ser directo y sincero en todo momento. Y que por más que sea un niño mimado tiene mucha humildad.
Fuera del orfanato, me espera Verónica un tanto nerviosa, viendo una y otra vez a los lados.
— Bueno, adiós.
— Adiós bonita.
Bajé del auto y enfrenté a Verónica, al verme sintió un poco de alivio.
— ¿Estás bien? — preguntó preocupada —. No te ha vuelto hacer daño verdad?
— Estoy bien Vero, y no, no le he visto más.
Mi respuesta le da alivio, y no entiendo porqué.
— Bueno.. yo me tengo que ir — dijo nerviosa —. Cuidate por favor.
No esperó a que yo me despidiera, y se fue. Pero lo más extraño es que se marchó caminando, no en su auto.
Sin perder más tiempo allí fuera, entré con una extraña sensación. De esas que te hacen temblar del susto, pero a su vez lo ignoras porque no tiene sentido.
Es impresionante que a pesar del tiempo, nunca conoces por completo a alguien.
Hace casi dos años conocí a los mellizos, y no. No sé quiénes son en realidad.
Richard bueno, es Richard. Luego de hacer parecer todo bonito y romántico, se convirtió en un celoso compulsivo que casi me mata.
Verónica? Ella sí, parece ser más sincera que su hermano, pero no. Esconde miles de cosas al igual que él.
Pero solo puedo concentrarme en que cada vez falta menos tiempo para poder irme de aquí.
No volver a ver a Foster, poder llevar a mis hermanos conmigo. Tengo suficiente dinero para vivir bien por un tiempo. Sin contar que aún sigo ganando por cuidar a Adonai.
Será que conozco por completo a Adonai? No.
Es inmaduro, sí. Mimado y consentido, sí. Está bueno, sí. Tiene dinero, sí. Pero, eso no me dice quién es realmente.
Supongo que de eso siempre me advertían mis padres. Con los típicos cuentos de Caperucita roja y el lobo, ella confiaba en el lobo y él se comió a su abuela. Cosas así pasan día a día, confías en alguien, y al final terminan devorando todo de ti.
Intento que me de igual todo, porque a fin de cuentas todavía tengo mucho que vivir y aprender, pero es inevitable no sentir un pequeño dolor.
— Camila? — como de costumbre Foster me espera al entrar —. Tu hermana se ha sentido mal hoy, deberías ir a verle.
Me preocupé de inmediato, a mi bebé no le puede pasar nada.
— Luego vienes a mi oficina, tengo algo para ti.
Corrí hasta la habitación de los niños pequeños. Entré y vi a mi pequeña bebé acostada en su cama con Nicolás a un lado.
— ¿Qué tiene? — pregunté en voz baja.
— Tiene fiebre desde temprano. Pero esta mejor.
Respiré tranquila al saber que esta bien.
— La enfermera qué ha dicho?
— Aún no sabe, Foster dijo que si mañana aún continúa con fiebre le llamará.
Es una simple fiebre Camila, tranquila.
Es una simple fiebre Camila, tranquila.
Es una simple fiebre Camila, tranquila.
Conté hasta diez mientras me repito una y otra vez que todo está bien.
— Hoy se queda conmigo, yo la cuidaré — hay poco personal de cuidado aquí, por eso es mejor que la cuide yo misma.
Solo un par de chicas que cuidan de los pequeños, y y otro par que cuidan a los bebés.
Cargué en brazos a mi pequeña bebé para subir hasta mi habitación. Nicolás lleva un par de cosas de ella, como medicinas y una manta y yo subo con cuidado de que no despierte.
— Yo me encargo de ella enano, es mejor que vayas a descansar — dije al llegar a mi habitación.
Él hizo lo que dije, y se fue a su habitación. Me cambié de ropa y me aseguré de que mi bebé esta bien.
Suelo dormir poco, mis pensamientos casi nunca me dejan descansar, es como si vivieran en guerra a diario. Y hoy es el triple.
¿Sabes esos días en donde todo es confuso? Hoy es uno de esos.
Me acosté junto a Emmy, pero no puedo dormir. Me preocupa que le pase algo, es un instinto de protección que tengo con ella, supongo que porque es la menor de todos.
Solo quiero que ella esté bien, que nada le pase. Pero no sé cómo evitar que sufra, imagino que no es posible evitar eso. Aunque me encantaría poder evitarle cualquier tipo de dolor a ella y a Nicolás.
Mi cabeza le da vueltas una y otra vez al mismo tema. ¿quién soy? O quizá la pregunta es ¿quién quiero ser?
¿Quiero ser esa chica que compite en una carrera y esta al borde de la muerte?
¿Quiero ser una chica que se deje maltratar por su pareja?
¿Quiero estudiar? ¿ser alguien importante?
Me pregunto una y otra vez que es eso que debo ser.
Hasta hace algunos meses pensaba que no sería nadie. Que no merece la pena estudiar y trabajar si de igual manera no soy nadie. Pero, creo que no debe ser así. Soy libre de decidir si quiero ser alguien o no.
Recibí una gran decepción por parte de Richard, y se puede decir que también de Verónica. Incluso algunas veces siento que no conozco a Adonai. ¿Pero, ellos me conocen a mi? No.
Ninguno de ellos imagina todo lo que puedo lograr. Siendo ellos quienes me enseñan lo que sí y lo que no.
No puedo fingir ahora que soy una niña, o que soy inocente, porque no. Pero tampoco puedo pretender ser mayor. Porque no lo soy.
Es una mezcla de pensamientos que están en guerra. Porque mis padres me enseñaron muchas cosas, pero ahora mismo siento que no todas me sirven en la vida real. En la vida que me tocó vivir.
Los golpes que he llevado aquí, estar sola, querer luchar por mis niños. Eso sí me ha hecho madurar.
Para que negarlo, convivir casi que a diario con Richard me enseñó que hasta la persona más dulce y amorosa puede ser un infierno que devora almas.
Me cuesta creer todo el tiempo que ha pasado, y todo lo que ha cambiado.
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Mejor vida (II)
RandomLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".