— Ya que estamos todos , podemos comer algo, quizá así conocemos a la pequeña Camila.
Aceptamos y pedimos, bueno, ellos piden. Yo me limito a comer cosas ligeras y casi nada, no me gusta comer demasiado.
Sam pide un cóctel y al ver mi mirada me pide uno también, entiende que me da mucha vergüenza pedir algo más que lo necesario.
— Sigo siendo menor de edad Sam — le reclamo en voz baja y ella se ríe a carcajadas.
— Cariño, de verdad crees que eso es un problema aquí? — pregunta con altanería — . Aquí nadie va a cuestionar nada, y mi mucho menos a ti. Deberías informarte un poco más acerca de tu familia.
Los chicos se quedan callados y hacen como que no escucharon nada, traen nuestros pedidos y sin problema se marchan.
Comemos y charlamos sin incomodidades, es fácil llevarse bien con ellos, son muy sinceros y no les molesta mi forma de ser, de hecho es lo que más elogian de mi, esa indiferencia que muestro hacia el mundo y lo cuidadosa que soy con los detalles.
— A qué te quieres dedicar Camila? — pregunta Francisco muy interesado, ya terminamos de comer y parece apropiado entrar en este tema que suele ser delicado para muchos.
— La verdad es que no tengo ni idea. Estuve trabajando en una empresa de publicidad y me gustaba todo eso, pero no es lo mío.
— Mucho no puedo opinar acerca de eso, pero por lo poco que te conozco te diría que algo muy relacionado con la moda. Incluso me atrevo a decir que las mejores casas de moda estarían encantados de que modeles para ellos — Jean parece estar muy seguro de lo que dice, y me transmite un poco de esa seguridad que tiene en sí mismo .
— He pensando en modelar, pero no me veo haciendo eso, siento que mi personalidad no se complementa con el mundo de la moda.
— Todo lo contrario a eso, tu personalidad encaja perfecto con la industria de la moda. Además, hay que aplaudir tu estilo para vestir, tiene un toque muy personal — Francisco apoya a su hermano y me dejan pensando hasta más no poder sobre el tema.
— Creo que si nos sentamos en un sitio más cómodo, estaríamos encantadas — Samantha es la mejor, sabe cuando cambiar un tema de conversación y cómo hacerlo sin ser indiscreta.
Les sigo hasta un pequeño salón, habitación, bar, no lo sé, es una mezcla de todo. Hay un mini bar, sillones y sitios para sentarse e incluso acostarse, televisión, altavoces y cosas así.
Colocan música y mientras uno sirve bebidas para todos otro saca algunas cosas de un bolso que traen. Samantha me levanta para bailar y así comenzamos a reír y reír sin más. Me divierto estando aquí, me siento cómoda y comprendida, y eso ayuda mucho.
— ¿ Quieres? — me ofrecen un porro y por un momento no sé qué responder, no quiero parecer maleducada, tampoco estoy segura de no querer.
— ¿Puedo hacerme uno yo?— esa es mi respuesta, la más idiota del mundo. Pero Jean acepta sin problema y me señala en donde están las cosas.
Mientras preparo mi porro no puedo dejar de pensar en lo mucho que acierto con algunas personas. Desde que vi a Jean algo me decía que iba más del otro lado que en este plano, y no me equivoqué.
Por un momento dudo de fumar o no, estoy con gente desconocida, la amiga de mi nueva madre y tenía tiempo sin hacerlo.
¿Desde cuando busco tantas excusas para todo?
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Mejor vida (II)
RastgeleLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".