Capítulo 24

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— Buenas tardes, en qué puedo ayudar? — nos recibió un hombre con voz amable, aunque su rostro diga lo contrario.

— Buenas tardes, venimos a colocar una denuncia,y si el posible una orden de alejamiento.

— Bien, necesito saber el motivo y luego de abrir un expediente, aclaramos los detalles.

El hombre caminó junto a nosotros por un pasillo y luego entramos en una pequeña sala en dónde nos sentamos.

— Bueno, contra quién es la denuncia y por qué?

— Ehh... Es contra mi ex novio — las palabras más difíciles que pude decir —. Quiero denunciarle por acoso y maltrato.

— Necesito más detalles sobre el chico y sobre lo que considere maltrato y acoso.

Respiré profundo un par de veces para poder seguir.

— Su nombre es Richard Franco, tiene 20 años. Hace algunos días me ha golpeado, incluso me ahorcó y destrozó todo lo que había al rededor. Constantemente me denigra diciendo que no sirvo, que sin él no soy nadie, siempre me grita y luego me pide disculpas. Y bueno, terminamos luego del golpe, y me acosa escribiendo mensajes grotescos, me busca en todos lados y me trata como si nada hubiera pasado — estoy al borde del llanto por segunda vez, la voz se me corta y me falta la respiración.

— Incluso hoy nos ha seguido y le envío fotos que lo demuestra.

— Me van a entregar esas fotos y los mensajes de texto. Necesito la información de la chica para completar el informe de todo y comenzar con la orden de alejamiento.

— Mi nombre es Camila Smith, tengo 17 años.

— La cuestion para el chico empeora si eres menor de edad, porque aunque el noviazgo fuera por consentimiento de ambos, al volverse agresivo, está agrediendo a una mujer menor de edad.

Al principio todo era tan lindo, o por lo menos él me trataba mejor, me consentía, me daba atención. Ahora estoy en una comisaría poniendo una denuncia en su contra. La culpa es mía, por permitir que eso pasara.

— La declaración ya es formal, ahora voy a ingresar las pruebas y ya solo queda esperar que el juez revise el caso y decida si es necesaria o no la orden de alejamiento.

Dudo mucho que sea eso posible, no hay nada contundente. No hay ninguna prueba que demuestre lo que digo. Solo los mensajes de hoy, y eso qué? Que tonta soy al creer que va a servir de algo.

Adonai fue junto al oficial para arreglar algo que no sé, porque no presté atención. Mientras yo quedé sola, rodeada de pensamientos de todo tipo.

Estoy aquí por una tontería, mientras mis hermanos deben estar en el orfanato tristes, o aburridos. Emmy enferma, puede que se sienta mal. Nicolás estresado por los deberes del colegio, sin saber hacer algo de lengua y sin mí a su lado para ayudarle.

Estoy segura de que estar aquí es una perdida de tiempo gigante.

Tomé mis cosas y salí en busca de un taxi o alguna parada de buses para irme lo más rápido posible. No quiero aumentar el malestar que ya me causa la situación.

Gracias a Dios tengo algo del dinero que me he ganado trabajando para Adonai y Daniel, porque sino no sé cómo regresaría sin él.

No esperé mucho tiempo cuando un taxi libre pasó y lo detuve esperando que sí pudiera llevarme a mi destino. El señor que conduce me dio el visto bueno y me dispuse a entrar en el auto.

Subí al auto y le di la dirección al señor, dispuesto a llevarme.

El auto se puso en marcha y a voltear pude ver como Adonai salía en mi busca, pero no. No quiero seguir con esto sin sentido.

Para mi sorpresa la comisaria no estaba lejos del orfanato, y en parte agradecí eso.

— Aquí tiene, muchas gracias — me despedí y bajé más tranquila de ahora estar aquí.

Algunos días este lugar me parece el peor del mundo — y lo es — y otras vez como un refugio. Imagino que es la costumbre de estar aquí, o que ya acepté que este es mi hogar por mucho tiempo.

Es tarde, y no me había fijado en eso. Supongo que ya pasó la hora de la cena, pero de igual manera no tengo hambre, mi estómago sigue revuelto.

Subí a mi habitación y me cambié para dormir, estoy agotada. Quiero ver a Emmy, pero seguro no me dejarán hacerlo. Algunas veces la cuidadora es insoportable.

Iba a ver la hora, pero por obra del destino quizá, olvide mi puto móvil. Cierto que se lo di a Adonai cuando íbamos a hacer la denuncia, que tonta.

Escuché a las chicas murmurar algo, pero como siempre las ignore. Es mejor así, no sé porque nunca me lleve bien con ninguna de ellas. Por el contrario, debería ser amiga de ellas para así tener a alguien con quien compartir dolor por así decirlo.

Pero no, como siempre yo de asocial.

— Oye Camila — me llamó Fernanda — ¿Quieres venir a ver al nuevo hermano de Oriana?

No lo habían visto? Hace un año vive con él, no entiendo.

— ¿Tengo que hacerlo? — dije con mi tono borde y odioso.

— Pues deberías, porque en la foto sales tú.

Ahora sí me interesa ver eso. Me levanté de golpe y caminé hasta donde están todas agrupadas. Que yo sepa no tengo ninguna foto con Adonai.

— ¿O no eres tú? — volvió a preguntar. Pero sólo puedo pensar en cuando nos hicieron esa foto.

— Sí, soy yo. ¿Y qué? — en la foto salgo riendo junto a Adonai, pero la cosa es la cercanía de ambos.

Creo que eso fue el día que estuve en su casa y Oriana nos vio.

—¿Entonces es él con quien te vas todas las tardes? — me estresa esto. No les tiene porque interesar.

— ¿Desde cuando les interesa lo que haga?— pregunté.

— Venga Camila, solo queremos saber más de él. ¿No ves que parece un dios griego?

Respire profundo para no perder el control. No sé porque me molesta que hablen así de él.

— Si quieren saber algo, pregunten a Oriana. Ella vive con él, no? — dije fingiendo estar pensativa —. Cierto, casi ni se hablan.

Me volví a mi cama y con la rabia que creció en mí intento dormir. Aunque es obvio no lo logro. Entre los murmullos de ellas luego de mi respuesta y mis pensamientos caóticos. Una mala combinación.

¿ Por qué me molesta que ellas quieran saber de él?

¿Por qué huí así sin más?

¿Por qué siempre huyo de mis problemas?

¿Hasta cuando voy a continuar en este círculo vicioso de mierda?

Si me pongo a pensar, he cambiado algunas cosas, aunque no todas para bien.

Sí, he ahorrado dinero.
Me he acercado más a mis hermanos.
Ya no me escapo del instituto a menos de que sea necesario.

Pero, ¿y lo demás?

Dejé que Richard hiciera conmigo lo que quería. Sin importar cómo me iba a afectar.

Imposible no recordar todas esas veces en las que mi opinión no valía. Los gritos seguidos de caricias.

Los besos luego de algún insulto. Y ni hablar de él sexo vacío y sin sentido.

Creo que nunca tuve un orgasmo con él, solo fingía porque no quería soportar otra vez sus gritos y quejas.

La única vez que intenté hacer algo diferente terminé con un golpe en la cara.

Igual siento que lo quiero. Pero al mismo tiempo me produce asco.

Seguro son las hormonas, me tiene que venir la menstruación en unos días.

Estoy así de; lloro y me río de lo mismo. Odio y amo lo mismo, quiero morir y a la vez no. No me soporto.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora