Capítulo 51

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Entramos a un restaurante de comida rápida, y ambos pedimos. Sin decir ni una sola palabra nos mantenemos sentados esperando.

— Aquí tienen su pedido, que lo disfruten — entregó las bandejas un chico muy guapo que sin querer no me quita la mirada de encima. Mala idea.

— Te vas a quedar aquí parado viendo a mi novia todo el día, o tienes algo más interesante que hacer? — el comentario grosero no se tardó en llegar, y mi furia junto a él.

— No le hagas caso, mi amigo es muy protector — con una sonrisa y un tono amable le respondí al chico, no quiero problemas con nadie —. Y por cierto, gracias.

— Disculpen las molestias, no quería incomodar — se fue corriendo sin volver a mirar hacia la mesa.

— ¿Era necesario hacer esa escena? ¿Todo lo que hablamos en estas horas no te ha servido de nada? Hasta cuando vas a seguir con tus celos enfermizos, incluso cuando ni estamos juntos.

— No lo puedo evitar, me hierve la sangre de solo imaginarte con alguien más que no sea yo.

Prefiero ignorar su respuesta, y comer en silencio para evitar otra discusión. Dudo que todo esto entre en mi estómago, pero debo empezar a comer de nuevo.

— Nena... por favor arreglemos las cosas — dijo minutos después, arruinando mi paz.

— No voy a tocar ese tema otra vez, ya dejé todo claro para evitar más problemas. Entiéndelo de una vez y desaparece.

— La que tiene que entender que jamás voy a desaparecer de tu vida eres tu. Eres mía y siempre lo serás, aunque te niegues, eres mía y solo mía.

— Gracias, has arruinado mi primer almuerzo en dos semanas. Eres un sol de persona — dije al alejar la bandeja de mi, el poco apetito que tenía se esfumó con su comentario —. Me voy sola, me cansé de tu juego.

— ¿No aprendes cierto? — dijo molesto con su mirada fija en mi —. ¿Qué te pasó la última vez que por orgullo dijiste que te ibas sola? — preguntó con descaro y sintiéndose superior.

No tengo ni idea de dónde saco eso. Pero es verdad, por la mañana dije que me iba sola, y se desató un caos en casa de los Esposito. Luego me fui caminando por no querer ir en bus, y ahora estoy en un local de comida rápida con mi ex el loco psicópata que está en busca y captura.

— ¿No deberías estar escondido o algo? Digo, comer delante de todos y hacer escándalos no es algo muy coherente de parte de una persona que la busca la policía — con todo esto, parece que se olvidó de su situación legal. Y lo confirma al levantarse de golpe de la mesa, nervioso y mirando hacia los lados.

— Nos vamos, se acabó el bonito almuerzo en pareja — bruscamente me tomó de la mano y me llevo a rastras con él. Por suerte soy alta, y puedo mantener el ritmo rápido al caminar. Me giré para ver al camarero de hace un rato y le tire un beso que lo hizo sonrojar hasta más no poder — deja de comportarte como una puta y camina antes de que más personas nos vean — dijo entre dientes, molesto y desesperado por salir de aquí.

Literal me subió a la camioneta como a una bebé, me puso el cinturón sin tacto y dió la vuelta corriendo para encender el auto.

— ¿Sabes que pudimos comer dentro del auto sin problema, no?

— No estoy para tus chistes ahora Camila — prefiero ignorar sus cambios de humor y entretenerme con otra cosa que no sea su presencia. Conduce como un demente, peor que siempre, y que su móvil no deje se sonar y sonar no es buena señal —. ¿Quién es? — se me hizo extraño que en vez de esconder el móvil me lo diera con el permiso de ver quién es.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora