Entro en mi última sesión del día agotada porque justo hoy han sido más exigentes y estrictos.
Los cambios de rompa no les gustan, me piden que sonría luego que mejor no, que me quede seria. Las chicas con las que estoy trabajando están igual o peor que yo, ya que muchas de las críticas de los fotógrafos y directores creativos es hacia ellas.
— Camila te puedes concentrar para terminar? — escucho el tono borde del fotógrafo y respiro profundo para no mandarlo a la mierda. Busco mi mejor pose y me centro en demostrarle que puedo ser la mejor —. Eso es, mucho mejor.
— Orlando, puedo cambiarme de sitio? Es que mi mejor ángulo está justo en donde Camila — comenta una chica que ahora mismo no recuerdo su nombre.
Es bonita, mucho, pero desde que empezamos no hace otra cosa más que quejarse y quejarse, y tiene de los nervios a todos.
— Camila es la modelo central Bárbara, siento que no sea tu mejor ángulo, pero ahí te quedas — responde Orlando, el director creativo que está a nada de echarla de la sesión.
Estoy agotada, ya no quiero seguir. Pero aún faltan dos cambios y al parecer una entrevista que organizó Sasha para que los medios conozcan mejor a sus nuevas modelos.
— Camila de verdad te lo pido, céntrate en la cámara — grita el fotógrafo y es lo que faltaba para que explotase del todo.
— Quizá si alguien me dejase descansar cinco minutos, quitarme estos tacones con los que llevo cuatro horas, y comer algo, pudiera centrarme en las fotos — mi tono es serio, fuerte y directo, no necesito gritar para darme a respetar.
Todos en el estudio me mira porque según este señor es muy respetado y de los mejores, y al hablarle así estoy faltándole al respeto, aunque a mi parecer solo estoy pidiendo lo que merezco.
— Es cierto Raphael, las chicas llevan cinco horas sin moverse más que para cambiarse — comenta Orlando en un tono más sutil, intentando convencer al fotógrafo de parar.
Respiro muy profundo porque necesito relajarme para no matarlo, o para no llorar.
Día tras día lloro mínimo unas dos veces al día, me alimento igual que siempre pero eso me está jugando una mala pasada porque me agoto más rápido.
Al final Raphael acepta que descansemos quince minutos y lo primero que hago es quitarme los tacones. Estoy acostumbrada a ellos, pero mis pies se comienzan a hinchar cuando estoy mucho tiempo de pie y se vuelven infernales.
Nos traen comida y casi vomito por las cosas que pretenden que comamos. Literal hay más lechuga que alimentos nutritivos.
—No vas a comer? — pregunta Bárbara en un tono de superioridad.
— Esto no es comida — respondo indiferente y solo agarro frutas —. Si quieres hincharte más de lo que deseas, come.
La fruta es maravillosa, te alimenta, te da energía, y a la vez te mantiene intacta, como si no hubieras comido nada.
Me alejo de todos porque me estresan, son insoportables y juntos es peor. Mimados, caprichosos, se creen superiores al resto y solo dan malas vibras.
Busco mi móvil entre mis cosas y me siento para hacer una llamada importante. Marcó el número y espero a que atienda.
— Hola bonita — saluda con el mismo cariño de siempre.
— Qué te parece cena esta noche? — preguntó directa, aún no sabe que estoy embarazada.
— A qué se debe el honor? — comenta burlón pero se calla al notar que no sigo su juego —. Estás bien?
— Estoy bien, me tengo que ir, pero dime si aceptas o no — escucho como me llaman a lo lejos y me pongo nerviosa porque Adonai no responde.
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Mejor vida (II)
RandomLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".