Capítulo 12

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El camino fue un poco incómodo, fue inevitable no voltear a mirar como Adonai conduce, o la manera en la que canta las canciones que suenan en los altavoces.

— He estado pensando Camila, y no quiero que tengas que ir sola a verme.

— De qué hablas? No entiendo.

— Me refiero a que le ordenaré a mi chófer que pase a recogerte por las tardes.

— No hace falta de verdad, puedo llegar sola sin problemas.

— No te lo preguntaba, te lo estoy informando.

— No lo veo necesario...

Volví a quejarme, pero su autoridad al hablar me hizo callar.

— He dicho que no te pregunté, será como yo lo digo y listo.

Pude ver a lo lejos el orfanato viejo y descuidado, y me sentí un poco incómoda. Vengo en un auto nuevo y costoso, con un hombre de dinero e importante a mi lado, y tan solo puedo pensar en lo tonta que me debo ver, llegando de esta manera a un lugar como este.

— No te avergüences nunca de donde vienes Camila, eso puede marcar la diferencia siempre — sus palabras calaron hondo dentro de mi, a pesar de no responder a eso, ni reprochar por meterse en mi vida, llegaron a un lugar muy profundo de mi.

El auto frenó justo en la entrada del orfanato, no sé porque, pero no quiero bajar.

— Gracias por traerme, no era necesario.

— Un placer hacerlo. Por cierto, recuerda que viene a por ti mañana luego de tus clases.

— Eeh si, gracias por eso también.

Bajé muy en contra de mi voluntad, y vi como se alejaba el auto por las calles desde la puerta del orfanato.

Hay cosas que pasan por alguna razón, para enseñarnos el camino que debemos tomar, o quizá para aprender de nuestros errores. Pero ahora no sé cuál es la razón de esto.

Iba a entrar en el orfanato, entre mis pensamientos y dudas no me había dado cuenta de que alguien esperaba unos metros más allá.

— ¿Quién era ese? — quisiera decir que me alegraba de oírle, pero es todo lo contrario —. Es con él con quien me engañas? Por eso no querías verme hoy.

— No tengo porque darte explicaciones Richard, no eres mi padre, mucho menos mi dueño. Si no te quise ver hoy fue porque no me dio la gana, aceptalo y vive con eso.

— ¿Crees que me puedes hablar así? De verdad esperas que solo me quede con esa respuesta barata que me has dado.

— Te he dicho que no me importa — él se acercaba cada vez más, y a pesar de que su cara da un poco de miedo, no lo demostré —. Así que por favor, deja de hablarme así.

— Yo te hablo como yo quiera nena — me tomó del mentón con su mano derecha, aparentando el agarre lo suficiente para tener que subir la cara y verle —. Y es momento de que entiendas que solo me preocupo por ti.

Su tono de voz cambió, pero su mirada no.

Me dio un par de besos cortos en los labios, y soltó mi rostro para luego darme una de sus mejores sonrisas.

— Vamos nena, habla conmigo, tan solo quiero saber que hace mi chica cuando no me quiere ver.

— Estaba haciéndole un recado a Foster solo eso — no es del todo mentira, aunque puede que esté omitiendo un poco de verdad.

—¿ Solo eso cariño? Entonces no hay problema en que me digas quién era ese que te trajo que su bonito y lujoso auto.

— Es la persona que Foster quería que buscara, nada más.

— Espero me estés mintiendo bonita, seria muy triste perder nuestra hermosa confianza por una pequeña mentira blanca.

Estoy cagada del susto, jamás había visto de esta manera a Richard, en el tiempo que nos conocemos siempre ha sido diferente. Cariñoso, atento, un poco temperamental, pero no a este nivel.

— Es la verdad, allá tú si me crees o no — no sé si es bueno que esté a la defensiva, pero es lo único que se me ocurre.

— Bueno nena, solo espero que la próxima vez que le diga a mi chica que quiero verla, no me de alguna excusa.

No sé de qué manera explicarle que no soy su chica, y que no puede darme órdenes.

— No te olvides de quien soy Richard, no sé si con el resto te comportado así, pero yo no soy como el resto. Así que por favor, cuando dejes de comportarte como un idiota, me escribes.

Me detuvo al momento que me giré para entrar, no de una manera brusca, tan solo sostuvo mi mano.

— Lo siento lo siento, de verdad que lo siento. Los celos me matan nena, imaginar que puedas salir con alguien mejor que yo es desesperante, por favor debes creerme. Sabes que yo no soy así.

Es verdad, él no es así, todo lo contrario a esto. Puedo entender que sus celos causen todo esto.

— Espero no se vuelva a repetir, porque no lo voy a tolerar — le di un pequeño beso y me despedí para ir hasta mi habitación.

Necesito relajarme para poder ordenar mis pensamientos. Mis ideas revueltas no me dejan pensar con claridad, y cuando eso pasa hago muchas imprudencias.

Como la de la otra noche, quedarme con Richard aún sabiendo que mi hermana pequeña podía llegar a buscarme en cualquier momento.

En la habitación compartida parece haber algún alboroto, no sé por qué y tampoco me importa. Pero ellas al parecer sí quieren que me entere de lo que pasa.

— ¿No te has enterado Camila? Mañana Oriana se va, la adoptaron hoy — habló Nerea demasiado feliz por su amiga.

— Me alegro mucho de eso Oriana — fue lo que me limité a decir, lo sabía desde antes.

—¿ Creen que esa familia me aceptará? O me van a tratar como a un bicho raro? — la duda en la voz de Oriana dejó confundidas a todas, menos a mi.

Supongo que por eso Daniel la adopto, porque es más fácil de manipular una niña en depresión que una que no lo está.

— Pudieron haber escogido a otra, pero lo hicieron contigo, deberías dejar de dudar de ti misma. No sabes lo mal que te puede ir si eso sigue así — mi respuesta les asombró, no suelo interrumpir en sus conversaciones, pero esta vez es diferente.

— Gracias Camila... por tu consejo.

Me alisté para dormir y me recosté en mi cama mientras pensaba en cada cosa que hice el día de hoy. Inevitable no hacerlo teniendo en cuenta que trabajo para una escultura hecha un hombre, y ni hablar de su manera de ser.

Aunque me parece muy guapo, siendo que no es mi estilo, es como si tan solo pudiera ser un gran amigo.

Por la madrugada, me despertó el movimiento de una pequeña niña entrando en mi cama. Y por inercia le abracé cuando llegó a mi lado, aún dormida le hablé un poco bajo.

— Siento lo del otro día bebé, no volverá a pasar.

Su abrazo me confirmó que escuchó, y luego volví a caer en un gran sueño, acompañada de mi pequeña bebé.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora