Capítulo 28

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— Oye Cami, ayer no te vi en todo el día, todo bien? — mi enano me preguntó preocupado. Me da tanta ternura cuando se comporta así.

— Estaba trabajando Nico, sabes que suelo llegar tarde — respondí sin problema. Caminamos un poco más deprisa porque ya es casi la hora de la primera clase.

—¿ Entonces ya vas a dejar de huir de todo? — preguntó con ironía.

— No comiences Nicolás, gracias. Tengo examen a segunda hora y no estudié ni un poco.

— Y luego me peleas a mí por no estudiar para las pruebas.

— Yo trabajo para ahorrar dinero. Tú solo te concentras en hacer equis cosa en vez de estudiar.

— No se te puede decir nada. Cada día estás más insoportable. No me extraña que por eso tú novio te dejó, y ni hablar de tu jefe el niño rico, seguro dentro de poco también te manda a la mierda por insoportable.

Se alejó de mí luego de soltar esa cantidad de palabras con tanto rencor. Y yo solo le dije que eran diferentes las razones al no estudiar.

Entre en el instituto hecha una furia, estoy demasiado molesta, frustrada, triste. Quiero golpear todo a mi paso, y la vez llorar mientras grito para dejar sordos a todos. Siento la necesidad de soltar cada una de estas emociones. Pero ninguna sale, se mantienen aquí dentro y yo no sé cómo hacer para liberar la tensión.

O puede que sí. Recordé la vez que fume junto a Adonai, y lo relajada que me sentí en ese momento, la felicidad tan grande que explotaba por todos lados. Obviamente no entre a la primera clase, en cambio salí al patio en busca del dealer del instituto.

Es un colegio de mierda, no les importa si los alumnos venden drogas delante de todo el mundo. De hecho fuman en sus caras y nadie dice nada. Hay profesores que se quejan, pero más allá no llegan.

El chico que si no me equivoco tiene mi edad está junto a otro par fumando en una esquina en dónde la pare está llena de cosas escritas, y dibujos horribles y denigrantes.

— ¿Qué quieres? — preguntó de mala gana.

— Un porro — me da demasiada vergüenza hacer esto, lo juro.

— ¿Un porro de qué niña? ¿María o Cristina?

¿Qué coño es María y Cristina? Como no pienso preguntar eso para no pasar vergüenza, mejor pido ambos.

— De los dos — dije con muchos nervios y la voz baja.

— ¿No tienes ni idea de lo que es verdad? — dijo riendo, pero no en forma de burla. Le hizo una señal a los otros chicos para que se fueran y me sentí más nerviosa. Tonta Camila, tonta —. Ven siéntate aquí.

Lo seguí y me senté junto a él en un asiento cerca de esa esquina, mire a todos lados y me di cuenta de que aquí casi nadie te puede ver. Mis manos tiemblan y no me pudo quedar tranquila, estoy muy estresada y la adrenalina de hacer esto en el colegio es gigante.

— Me llamo Carlos — se presentó de forma amable, imagino que buscando la manera de tranquilizarme —. No te puedo vender algo que ni sabes que es. Te explicaré rápido para no perder tiempo.

Asentí para que el continuara.

— La María es marihuana, le decimos así para no tener que decir su nombre como tal, y la Cristina es cripy, es la misma marihuana pero con más efecto ya que está alterada. La primera es natural, la segunda modificada.

— Dame solo María entonces — creo que me tranquilizó el simple hecho de que se toma la molestia d explicar algo tan bonito como eso.

Buscó en una bolsa escondida y saco un porro, supongo que él sabe cuál es cuál.

— ¿Tienes encendedor? — pregunté cómo una tonta, otra vez.

— Claro —lo buscó y yo encendí el porro ahí mismo. Le ofrecí pero él se negó —. Si consumes lo que vendes quiebras el negocio.

Poco a poco puedo sentir como me relaja cada calada. Todo sentimiento de frustración, de tristeza, incluso de rabia se desvanece.

Le pagué al chico y esperaba que se fuera luego de eso. Pero por el contrario se quedó a mi lado, buscando algún tema de conversación. No es muy guapo, pero si tiene sentido del humor. O quizá son los efectos de la droga. Me da igual, solo quiero seguir así, riendo de todo y de nada. Apagué el porro porque creo que ya es suficiente por ahora. No olvidó que tengo un examen dentro de nada y no puedo llegar tan mal a clase.

— Eres una chica muy linda, no te pierdas en esto. No vale la pena — dijo refiriéndose a la droga supongo.

— No sé si es peor perderme en esto o en otras cosas. Además es la única manera que encuentro de ser feliz.

— La felicidad la encuentras en todos lados, solo que no la sabes encontrar. O simplemente te entras solo en lo malo, en vez de ver lo bueno que te da la vida.

— Hablas como si tuvieras mucho conocimiento sobre la vida.

— Todo lo contrario, no sé nada de la vida — dijo con un aire triste —. Pero si sé que la droga no es el mejor camino, parce que sí, pero no.

— ¿Entonces por qué la vendes? — pregunté curiosa e interesada en saber más.

— Porque luego de que aprendes a ganar dinero de manera fácil, no hay retorno.

— ¿Y por qué no intentas dejar eso a un lado? — volví a preguntar,como una niña pequeña curiosa por saber algo.

— Por la misma razón que tú prefieres buscar la felicidad en lo que yo te vendo en vez de e eso que tienes a tu alrededor — respondió tranquilo, y no me dió tiempo de decir algo más porque sino el timbre y tengo una prueba que presentar.

— Bueno tengo examen, me tengo que ir. Gracias... Por todo — dije riendo para luego caminar deprisa para llegar a la clase.

Tomé agua en un bebedero del pasillo y Vi el cielo porque mi garganta está muy seca, además no quiero entrar a clase oliendo terrible. Pero eso sí me da un poco de igual.

— Tienes 45 minutos para presentar el examen, no quiero libros, moviles, ni libretas en las mesas. Solo las hojas del examen y lo necesario para escribir — dijo en voz alta la profesora. Y aunque yo estudié nada, a medida que reviso todo voy recordando cada cosa vista en clase, y es genial porque viene solo. Sin esfuerzo respondo cada pregunta, gel sentimiento de felicidad crece.

En alguna que otra pregunta si me quedé un poco confundida sobre que responder. Pero de 20 solo 3, y eso da igual. Si tengo todo correcto apruebo mínimo con un 8.

Sonó nuevamente el timbre cuando menos lo esperaba, y gracias a dios y a mi jodida memoria de elefante por recordar hasta lo impensable respondí todas las preguntas con demasiada seguridad.

Salí de la clase feliz porque se siente genial presentar un examen de esa manera, tan genial que quiero saltar y gritar de toda la euforia que siento. Es gigante la sensación de haber ganado algo, aunque solo sea un examen.

El resto de clases las pase igual de feliz, participé más de lo normal en todo. Y me sentía capacitada hasta para decir cuando alguien estaba equivocado. Pero me da igual, estoy feliz y que se jodan.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora