Capítulo 22

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Adonai hace muchas preguntas, y no respondo a ninguna. Estoy perdida en este mar de emociones tan horribles que siento.

Creía que al verlo otra vez iba a sentir  miedo, o quizá no iba a sentir nada. Pero la repulsión que causa su olor, como habla, que me toque o tan solo verle es terrible.

—Necesito vomitar —avisé mientras intento retener las arcadas.

Estamos saliendo de una autopista, por lo tanto aún no podemos parar.

— ¿Estas bien? —preguntó preocupado.

—Voy a vomitar.

Poco después de salir de la autopista se detuvo a un lado de la carretera, y sin esperar a que frenara abrí la puerta y vomite hasta ya no poder respirar.

Mientras Adonai sostiene mi cabello y da suaves golpes en mi espalda yo vomitó sin parar, y no entiendo porque, no me siento mal, solo empezó cuando vi a Richard.

No sé cuándo tiempo estuve así, pero por poco me desmayo.

Cuando pude parar ya no quedaba nada más que solo agua en mi estómago.

Adonai me ofreció un pañuelo y una botella de agua que tenía a un lado. Acepté ambos con gusto.

—¿Estas mejor?

—Mucho mejor, gracias —respondí agotada por el esfuerzo.

—Quieres ver a un médico?

—No exageres, seguro fue algo que comí o no sé. No debe ser nada grave.

—Hoy no vamos a la oficina, necesito que me ayudes con otra cosa.

—Ya decía yo que era extraño que me buscaras tú.

Puso el auto en marcha otra vez y yo estoy más tranquila. Aunque si fuera por mí continuara vomitando hasta caer desmayada.

—¿En qué te puedo ayudar? —dije con ironía.

—En dos cosas, una;un regalo para David y dos; voy a tatuar mi otra mano.

—¿Y para tatuar tu mano necesitas mi ayuda?

—No, pero quiero que me acompañes.

Reí levemente por su respuesta, y no hablé más en todo el camino.

Llegamos a un centro comercial y bajamos juntos luego de aparcar en el parking.

—Primero el regalo, luego el tatuaje —dijo intentando organizar sus ideas.

Entramos en varias tiendas y él sigue sin encontrar algo perfecto.

—¿Un reloj? ¿una corbata? No lo sé  Adonai, se supone que debes saber lo que le gusta.

—Le gustan los perros, los tatuajes, la fotografía y..., muchas cosas más.

—Esta fácil elegir, le compras un perro o una cámara profesional.

—Mejor una cámara —dijo luego de pensarlo bien.

Al final la cámara la escogí yo, porque él no se decide por ninguna. Todas le gustan, o por el contrario ninguna le gusta.

— Esta es perfecta, deja de darle vueltas.

Pago la cuenta para luego ir a la tienda de tatuajes en donde va a por el próximo.

— ¿Qué tal? —saludó al entrar al chico detrás del mostrador.

—Javi te espera, ya sabes el camino —fue su simple respuesta.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora