Me alisté lo más rápido que pude, se me hizo tarde. Había olvidado lo que Foster me pidió.Caminaba con una incomodidad impresionante, la ropa que llevo puesta no es muy cómoda, pero supongo que no debo ir como una vagabunda.
Tomé la carpeta con las fichas y salí de la habitación común, tal y como dijo Foster me esperaba un auto muy lujoso afuera de el orfanato.
El hombre que me esperaba no habló, tan solo abrió la puerta trasera y espero a que entrara para luego subir él. Era incómodo todo esto. Era un hombre mayor con un porte de estar molesto siempre, seguro y no recuerda lo que es sonreír.
El camino fue largo, al parecer este hombre al que voy a ver vive un poco más alejado del usual. Cuando nos acercamos pude ver una de las pocas casas que se encuentran aquí, grande y lujosa, pero transmitía algo de inquietud.
Como ocurrió antes, el señor que fue en mi busca no habló, tan solo se limitó a abrir mi puerta y esperar que bajara del auto. En la puerta de la entrada ya me esperaba una chica vestida con un uniforme un poco extraño, algo parecido a una chica de servicio, pero más elegante.
-Mi señor Daniel le espera en su despacho, venga conmigo - su voz era baja y muy respetuosa.
Caminamos por varios pasillos que se me hacían infinitos, hasta que llegamos a una puerta doble que la chica abrió tras dar tres toques.
Había un hombre que se encontraba sentado de espaldas a la puerta, la chica me hizo pasar y cerró las puertas retirándose.
Este despacho al igual que el resto de la cada inspiran frialdad, todas la paredes son blancas y con falta de decoración.
Me quedé de pie sin mover ningún músculo, no sabía que hacer, y él tampoco parecía hacer nada.
- Estaba esperando que llegaras - por fin habló, se dio la vuelta y pude ver su rostro de frente -. Puedes sentarte, no muerdo.
- No me da miedo que muerda, se trata de respeto - mierda, me maldije por no poder quedarme callada nunca - se supone que no debes sentarte hasta que la persona que te ha invitado te otorgue el permiso de hacerlo.
Por dios Camila nunca te puedes estar callada, estupida estupida estupida.
Caminé despacio para sentarme tal y como él me lo pidió. Era un hombre de unos cuarenta años, estaba muy bien vestido y su rostro no parecía demostrar ninguna emoción.
Siguió con su mirada cada paso que daba, mirando de arriba abajo cada detalle de mi. No me hizo sentir nerviosa, tan solo un poco curiosa.
- Supongo que tienes algo para mi - su voz suena ronca y profunda.
- Aquí tiene - busqué la carpeta en mi mochila, y antes de hacerle entrega de eso, la abrí y separe las fichas por edad -, supongo que así se le hace más fácil.
Se dio su tiempo para inspeccionar cada una de ellas, eran en total cinco, y todas tienen explicado con detalle la vida de cada una, como de piel, de ojos, altura, peso, alergias, posibles enfermedades, hasta el color favorito, y por supuesto, viene incluida un par de fotos.
Dudo mucho que quiera adoptar a alguna de ellas para cuidarla y darle amor de padre, pero no es mi asunto.
- ¿Y tú? - hizo una pausa antes de formular bien su pregunta -. Tú no estás incluida aquí?
- La respuesta es evidente, no creo que sea tonto para no notarlo.
- Vaya, qué directa. Aún sin saber quién soy, o que puedo hacerte - reveló una sonrisa pícara, que me hizo sentir incómoda por primera vez desde que entré aquí.
- ¿Se supone que debo tener miedo? Señor... Daniel?
-Hay un problema aquí.. - ignoró mi pregunta y cambió el tema - le dije a la señora Foster que quería a todas aquí.
-Y lo están señor, esas son todas - que insistente es dios.
- No, faltas tú. Y justamente te quiero a ti - entrelaza sus manos mientras se acerca al escritorio quedando a pocos centímetros de mí.
- Siento mucho no estar en venta señor Daniel - le di una sonrisa irónica, no me daba miedo -,supongo que perdí el tiempo viniendo aquí.
Tomé las fichas y me levanté dispuesta a irme, no tenía problema en hacerlo.
- Espera. Aún no te vayas, déjame ver eso otra vez.
Respire profundo y regrese a la silla en donde me encontraba antes, le entregué todo tal y como estaba.
- ¿Las conoces? - esa pregunta si me tomo por sorpresa, era obvia -. Digo, son amigas?
- Las conozco sí, pero no somos precisamente amigas.
- En tú opinión, a cuál de ellas debo adoptar?
- Dependiendo del concepto de adopción que tenga - dije con un tono de ironía -.Lizzy es la más inocente, Fernanda la más caprichosa, Esperanza siempre está en las nubes pero es inteligente, Nerea.. ella es un poco de las tres, y Oriana bueno, ella no está del todo bien.
- Ah qué te refieres con que no está bien?
- Lleva años en depresión por la forma en la que murieron sus padres - le reste importancia y continué hablando -. Pero como ya le dije, no sé qué concepto de adopción tenga usted.
- ¿Crees que puedes decirme algo más sobre ellas?
- No se mucho más que eso, ya le he dicho lo que sé.
- Me quedo con esto - dijo refiriéndose a las fichas de las chicas -. Ya puedes retirarte, mi chófer te va a llevar de vuelta al orfanato.
- Gracias.
- Espero volver a verte... disculpa no sé cómo te llamas.
- Camila, me llamo Camila.
Salí de ese despacho y afuera ya me esperaba la misma chica de hace un rato, no fue tan malo como pensé.
Este hombre.. Daniel, no se ve tan mala persona, se nota que es muy misterioso pero no más de eso.
Me despedí de la chica y subí al auto que ya esperaba por mi, el trayecto se me hizo más corto de regreso, pero no sabía bien cuánto tiempo había pasado, imagino que algunas horas.
Cuando llegamos al orfanato salí del auto y me despedí con una sonrisa. Dentro no había nadie aún, a los niños pequeños los llevan a un lugar en donde pueden jugar y aprender algunas cosas básicas. Y los grandes aún no vuelven del colegio.
Estaba solo yo, y al parecer Foster tampoco se encontraba aquí.
Escuché el toque de una bocina afuera, y me confundió porque a esta hora nunca venía nadie.
Era Richard, venía en un auto nuevo, un poco moderno y de color azul, no sé bien de qué marca es, pero se ve que cuesta mucho dinero. Imagino que lo compró con el dinero de la carrera.
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Mejor vida (II)
RandomLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".