Capítulo 96

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— Ayer no respondiste a nuestros mensajes — se queja Emilia al verme justo después de mi ultima clase.

— No tenía nada importante que agregar — es lo único que respondo, mientras camino con Mercedes detrás y Gabriela a mi lado.

— Eres una aburrida, deberíamos hacer algo divertido el fin de semana.

— Estoy ocupada estos días, ya veré si puedo.

— Claro, estabas tan ocupada que cuando llamamos a Nicolás para ir al club de tenis nos dijo que aún no llegabas, y que no estabas en la agencia — la afirmación de Gabriela me deja helada por unos segundos y sin querer mi mirada se dirige hacia Isaac que se ríe con descaro.

Aún no queremos decir que estamos saliendo, quizá luego.

— Estaba conmigo, me pidió ayuda con algunos apuntes de economía — su respuesta nos deja confusos a todos, yo no la esperaba y el resto mucho menos.

— Le pides ayuda a él y a mi no? Esto es una ofensa.

— A ver, todos lo comprendemos, eres pésima en economía, y la escogiste como optativa porque te obligaron — el hecho de que Emilia responda por mi y todos se lancen en contra de Gabriela es un alivio, no me gusta esconderme pero tampoco hay nada que contar.

— Hoy tengo prácticas hasta tarde, pero mañana podemos ir al club de tenis — mi oferta parece compensar a todos y me alegra que no se sientan excluidos del todo.

Isaac saca unas llaves de la nada y me las entrega cuando nadie nos ve, mi bebé.

— Está afuera, esperando por ti — la forma en la que habla, como se muestra tan relajado e indiferente ante el resto es algo que me atrae demasiado de él.

Mete sus manos en los bolsillos y no se molesta en mirar al resto, solo a mi.

— Gracias — los nervios me invaden de la nada y no entiendo la razón, supongo que el ser su novia me pone así —, por traerlo digo — sin querer se da cuenta de ello y se ríe un poco.

— No te veía así de nerviosa desde el día que regresamos de Ibiza — comenta indiferente mientras salimos detrás de los chicos hacia el parking.

— ¿Quién dice que estoy nerviosa?— mi pregunta defensiva le hace sonreír de medio lado.

— Tu misma, pero no hace falta que lo admitas, te ves preciosa cuando te muerdes el labio y agarras tus manos una y otra vez — y con ese comentario tan aleatorio pero significativo se va hasta el auto que lo espera a unos metros.

Quisiera besarle, pero todos nos ven y no va con nuestros planes.

Me acerco con mucha vergüenza por lo que acaba de decir hasta la camioneta donde nos espera Jessie.

— No voy a casa a comer, tengo que llegar temprano a la agencia y prefiero irme de una vez — ayer se preocupó mucho por mi y no quiero que eso siga pasando, no se lo merece.

— No pasa nada cariño, no llegues tarde, y avísame si tiene cambio de planes.

Me despido y camino con prisa hasta mi bebé que para mi sorpresa no está muy lejos, Isaac lo dejo justo en donde siempre lo hago yo.

Digo siempre como si lo tuviera desde hace meses, cuando no ha pasado más que unas semanas. Pero siento que con todos estos cambios ya pasaron incluso años, pero no.

Me pongo cómoda al subirme a mi bebé, busco la Playlist perfecta y ajusto el asiento para irme lo más rápido posible.

Conducir a altas velocidades por las vías solitarias se ha vuelto costumbre. Es relajante y divertido dejar por detrás a Mercedes, y así también me centro tanto en lo que hago que pierdo la noción del tiempo.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora