Capítulo 27

11 2 0
                                    

Luego de el descanso de diez minutos la reunión paso de manera más rápida, el resto de cosas a tratar era más puntual.

— Tu padre me ha dicho que está semana voy a trabajar desde tu casa — por fin rompí el silencio que había entre los dos.

— Lo sé. Yo tampoco vendré a la oficina estos días, quiero acompañar a Oriana, no ha estado muy bien.

— Sé que actúe mal, vale? Ya, lo siento.

— No se trata de una disculpa Camila, sino de que entiendas que ya no eres una niña, y necesitas ser responsable. Tu vida personal debe estar fuera de la laboral. Ganas mucho dinero Camila, más del que cualquiera en otro lugar pues decir, y lo peor es que no haces casi nada. Pero aún así te das el lujo de desaparecer a pesar de tener responsabilidades aquí, y las cosas no funcionan así.

— Lo sé, lo sé.

— No me importa que lo sepas. La confianza que tenía en ti porque te consideraba una chica madura, se fue y no sé si regrese. Queda en ti el resto.

Solo dijo eso y me ignoró por completo. Preferí entrar al baño para que no viera todo lo que me ha afectado la situación. Me cambié la ropa y me lave la cara un par de veces para así calmar mis ganas de llorar.

Joder, Adonai es mi único amigo, o eso creía. Y ahora no quiere ni verme.

Siempre termino decepcionado a todos, aunque intente ni hacerlo. No sirve de nada que me esfuerce por mejorar.

« No llores, no llores»

Salí del baño y tome mi mochila para irme.

— Por cierto, mi chófer tiene unos días de descanso, así que no puede llevarte. Y yo estoy ocupado aún, tendrás que irte sola.

— Vale, lo entiendo — mi corta respuesta demostró todos los sentimientos que quieren explotar.

No me molesta irme sola, es algo normal para mí desde niña. Pero sé que lo hizo a propósito, y eso es lo que duele.

Espero un taxi mientras respiro profundo para no llorar. Pero por la hora pasan muy pocos, y la línea de autobuses trabaja hasta temprano, por lo que tengo que esperar un buen rato.

Tengo mis ojos hechos agua, las ganas tan grandes que tengo de llorar son horribles. Creo que mejor voy a ir andando, quizá en el camino encuentre un taxi que me acerque. Pero no quiero esperar mucho más tiempo.

Mi móvil comienza a sonar en el camino, pero no quiero verlo. Solo pueden ser dos personas,y con ninguna de las dos quiero hablar. Es muy triste que estoy sola.

Más allá de que mis padres han muerto, no tengo a nadie más que mis hermanos. No me llevo bien con ninguna de mis compañeras en el orfanato, en el instituto menos. Creí tener una conexión especial con los mellizos, pero tampoco. Y luego llega Adonai, nos llevamos de maravilla y simplemente lo decepcioné, y me decepcioné a mi misma.

A pesar del tiempo no me acostumbro a todo lo diferente. No termino de entender que todo ha cambiado. Dentro de poco cumplo 18 y sigo actuando como una niña.

A lo lejos ví un taxi acercarse, y recé para que se detuviera. Llevo más de media hora caminando,y ya estoy agotada.

— Desea que la lleve señorita? Ya es muy tarde para caminar sola — un hombre mayor y de apariencia amable va conduciendo.

— Me puede llevar al orfanato que está en el cruce de la cruz? — dije en voz baja, estoy agotada, no puedo seguir caminando.

— Eso es muy lejos, pensabas ir caminando? Vamos niña, sube.

Hice lo que dijo y aliviada recosté mi cabeza sobre el cristal de la ventana. El orfanato está a media hora en coche de las oficinas Esposito. Pero caminando supongo que se duplica el tiempo.

Busque mi móvil en la mochila y tal como pensé era él llamando, cuatro llamadas perdidas de Adonai y dos de Richard. Que se vayan a la mierda todos. Apagué el móvil y por un momento me desconecté de todo.

— Señorita llegamos — dijo el señor y yo abrí mis ojos y me reincorporé en el asiento.

— Muchas gracias, aquí tiene — le entregué el dinero y bajé del auto. Pero una idea vino a mi antes de que él pudiera irse —. Disculpe señor, trabaja por las noches todos los días?

— Sí señorita, por qué?

— ¿Tiene algún número para contactar con usted? Creo que voy a necesitar de sus servicios mañana a esta hora —el hombre está un poco sorprendido, y debo admitir que yo también lo estoy.

— Claro, aquí tiene — me entrego una tarjeta sencilla, con solo un número y un nombre. No sé porque lo hice, supongo que me inspiró confianza este señor. Además me recordó por un momento a papá.

Me despedí y entre al orfanato, dudo que aún estén despiertos. Hace mucho paso la hora de la cena, y siempre por orden de Foster luego de la cena deben ir todos a dormir.

Subí en silencio para no despertar a nadie, entre en la habitación a dejar mis cosas, quiero cambiarme lo más rápido posible para dormir y que así se termine este día. No puedo decir que fue el peor, pero sí puedo decir que me ha dejado muy agotada. Hasta que no y estrellas contra el muro no aprendes la lección.

Aún las chicas siguen despiertas, al parecer hablando con Oriana. Y aunque no tengo intenciones de acercarme a saludar, tengo que empezar desde ahora para que luego no sea tan sospechoso.

— Y bueno creo que papi me está organizando una fiesta sorpresa, pero no estoy segura del todo. Además me dijo que estos días iba a estar repleta de regalos — incluso en la manera de hablar cambió —. Quiero convencerle para que vengan un día a visitarme, pero es un poco difícil. No deja que nadie entre a casa, bueno solo he visto a Camila, y no entiendo porque razón — ella aún no me ve, pero yo sí estoy escuchando todo.

Me acerque a lo suficiente para que me viera y le di la respuesta que seguro está esperando.

— Soy la única que deja entrar porque me fin confianza, gracias a mi estás ahí Oriana — me limité a decir —. Además, tu querido hermano necesita niñera para no perderse — Fernanda me miró extrañada por haber siquiera hablado, y solo me concentré en salir ahí y entrar al baño. Estoy cansada de escuchar como hablan de a mis espaldas.

Volví a la habitación y ya todas están acostadas, gracias a dios.

Estoy tan agotada que siento como mi cuerpo agradece el descanso. Supongo que al poco tiempo de acostarme caí en un sueño profundo.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora