— Ambos están bien, deben permanecer un tiempo prudencial en cuidados intensivos hasta que sean capaces de alimentarse por sí mismo — comenta la doctora con mucha calma, aún estoy débil por el fuerte trabajo de parto, pero me alegra saber que están bien —. Todo depende del avance que lleven con los cuidados necesarios.
— Cuánto tiempo aproximado van a estar ahí dentro? — pregunta Isaac muy preocupado, no le han dejado verlos más que en el instante del parto.
— Todo depende, puede que una semana o dos, la intención es que los bebés cumplan el tiempo que debían permanecer en el útero — responde con calma para darnos seguridad —. Cuando Camila descanse un poco pueden ir a verlos, pero también debe guardar reposo.
Sale de la habitación dejándonos solos, cierro los ojos agradeciendo que estén bien, lo único en lo que puedo pensar es en su salud, nada más.
— Son fuertes, van a salir de aquí antes de lo esperado — dice Isaac muy cerca de mi, deja cortos besos por mi frente —. Lo hiciste muy bien, estoy muy orgulloso de ti.
— No tenía que haber publicado la noticia, es todo mi culpa. Por eso él... se enteró — intento no recordar el tema, pero me siento tan culpable que viene solo —. Pudieron morir, fue difícil sacarlos, podían perder el oxígeno.
— Pero nada de eso pasó, ambos están bien, tú también lo estás. Por favor deja de culparte — me mantengo con los ojos cerrados porque sé que si lo miro lloraré —. Necesitas descansar, para que puedas ir a verlos luego.
Un toque en la puerta interrumpe a Isaac que me da muchos mimos, abro los ojos para ver de quien se trata, a la defensiva.
— Cómo estás? — pregunta Jessie muy preocupada, me mira triste pero con una sonrisa fingida.
— Supongo que bien — respondo indiferente, mi mente no para de repetir lo que decían los doctores mientras estaba en trabajo de parto —. Lo estaré cuando salgan de esas cajas.
— Es por su bien, necesitan completar las 32 semanas para que sean capaces de alimentarse por sí mismos — repite lo mismo que todos, intenta acercarse pero niego con la cabeza.
— Quiero estar sola, por favor — pido en voz baja, Isaac se niega, pero Jessie le convence sacándolo de aquí.
Por fin dejo salir todas las lágrimas que tengo acumuladas, me duele imaginar que no sobrevivirán, me parte el alma saber que es por mi culpa, porque no pude esperar hasta su nacimiento, porque no supe elegir en el pasado.
Por mi culpa mis dos hijos están dentro de unas cajas donde los alimentan por sondas, no puedo llevarlos conmigo, no puedo cargarlos hasta que crezcan lo suficiente.
Una semana, es el tiempo que falta para que cumplan las 32 semanas. Según lo que me han repetido una y otra vez es el tiempo necesario para asegurarse de que serán capaces de alimentarse de mi.
Lloro con todas mis fuerzas porque estoy aterrada. Me siento la peor madre del planeta, no fui capaz siquiera de mantenerlos a salvo en mi vientre, mucho menos lo lograré en la vida real.
Intento moverme pero tengo las piernas dormidas, me inyectaron un par de sedantes hace unas horas, así que el esfuerzo que puedo hacer es mínimo. No poder levantarme para ir a verlos aumenta mi rabia, quiero gritar y romper todo a mi paso, no soporto la idea de tener que esperar semanas para poder llevármelos a casa.
— ¿Camila qué estás haciendo? — escucho a Melissa entrar, corre hacia mi y detiene mi intento de levantarme —. Quieres caerte y provocar una fractura o un golpe que te deje inconsciente?
— Quiero ver a mis hijos, eso es todo — respondo con mucha rabia, ella me ayuda a sentarme de nuevo sobre la camilla.
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Mejor vida (II)
RastgeleLibro 2 de la trilogía"Vidas" Mi vida no era perfecta, pero era feliz así. Mi razón de seguir son mis hermanos, en un lugar donde no se vive, se sobrevive. Ella nos salvó, y nos condenó. "Un Ángel y un Demonio hecho mujer".