Capítulo 23

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— Aquí tienes, helado de fresa — Adonai llegó junto a dos helados, el suyo de vainilla con fresa y el mío de solo fresa, pero no el siento capaz de tomar ni un poco —. Oye, estás bien?

— Sí, todo bien solo estoy un poco pensativa — respondí evadiendo su pregunta, y también intentando olvidar esa sensación tan horrible de saber que te vigilan.

— ¿Qué opinas de David? — preguntó mientras comía de su helado.

— Te tiene que gustar a ti, no a mí.

— Ya, lo sé. Pero eres mi amiga, quiero saber lo que opinas.

— Me parece buen chico, quizá él te ayude a madurar más de lo que yo intenté — dije a modo de broma.

Puso los ojos en blanco y yo hice el intento de reír.

— No te preocupes bonita, vas a poder follar conmigo cuando te apetezca — es un idiota, pero me hizo reír su comentario.

— Me lo pensaré, no te preocupes — dije con el mismo tono burlón que usó él —. Eh, cómo está Oriana? — aunque en teoría Sta ahí por mi culpa, me preocupa saber cómo se encuentra.

— Algunas veces me preocupa, porque parece estar bien, pero de un momento a otro no quiere saliendo su habitación, solo llora y deja de comer. Pero en un par de días vuelve a salir con una sonrisa gigante dando un poco de felicidad en esa casa de locos.

— Cuida de ella, si? Ella no está bien. Todo lo que pasa con tu padre debe de hacerle sentir muy inestable.

— Sabes algo que yo no?

Me cuesta aceptar que sí, que por mi culpa ahora esta peor que antes, que gracias a mi ahora es hija de un hombre que se acuesta con ella.

— Solo sé que sufre de depresión, entonces es mejor tratar de cuidar de ella — supongo que no se creyó de todo mis palabras, pero no preguntó más.

Pensé en algo que me ronda por la cabeza desde que le conocí, aunque en ese momento no tenía la confianza suficiente para preguntar.

— ¿Te puedo preguntar algo? — dije luego de un momento de silencio.

— Claro bonita, lo que quieras.

— No se supone que al ser "empresario" tus tatuajes siempre tienen que estar cubiertos, o algo. Es que no sé, mis padres solían decir que el problema con los tatuajes era en el momento de ser visibles, algo como que daban mala impresión.

Él meditó un poco su respuesta.

— Sí, deberían estar en zonas no visibles. Pero yo no iba a ser empresario, lo iba a ser mi hermano mayor. La mayoría de mis tatuajes tienen años. Por lo tanto ahora no puedo hacer otra cosa más que vivir con ellos, porque no me arrepiento de nada.

Ahora sí quedé confundida, ¿hermano mayor? No tenía ni idea de que él hubiera un hermano mayor.

— No sabía que tienes un hermano.

— Tenía — corrigió con un semblante un poco más triste —. Murió junto a mi madre en un accidente de tránsito hace años — es obvio que este tema le hace sentir nostálgico.

— Lo siento mucho, debió ser difícil para ustedes.

— Sí, pero aprendí a vivir con el dolor, supongo que te acostumbras con el tiempo a no verles. Pero creo que respondí a tu pregunta.

— Entonces mis sospechas eran ciertas, eras más pandillero que empresario — dije con burla para hacerle reír. Sé lo que se siente perder a una madre, y no quiero imaginar lo que se siente perder a un hermano.

— Sí bonita. Pero ahora soy un empresario desordenado, con muchos tatuajes, gay, con una niñera menor de edad y un padre decepcionado de mi. Mejor me hubiera quedado de pandillero.

— Deja de exagerar, lo único malo de todo eso es lo de que eres un desordenado — dije con fingida molestia.

Ambos reímos y sentí que conozco un poco más de él, y eso me hace sentir bien, porque le tengo cariño y aprecio.

Otro mensaje llegó y me tense sin poder evitarlo.

Richard ❣️:« Disfruta nena. Mientras yo imagino que saboreas mi piel junto al helado. ¿Delicioso verdad? »

Solo imaginar ese hecho sucediendo me causó repulsión. Es extraño luego de tanto tiempo disfrutando de él, conviviendo con sus ocurrencias, sus caricias, todo eso que me encantaba, ahora me da asco.

— Camila, ¿qué pasa ahora? Te quedaste helada al ver tu móvil.

— Voy a vomitar — fue mi corta y rápida respuesta, ya que me levanté para ir al baño.

Hoy no es mi mejor día, eso seguro.

Vomité sin descanso, otra vez. Parece imposible que una persona que quiero me cause asco a ese nivel.

Salí del baño y Adonai me esperaba fuera muy serio. Tenía mi móvil en su mano y al parecer esta muy molesto.

— Esto es acoso Camila. Puede ir detenido por acoso a una menor de edad. Sin hablar de la violencia. Ambos sabemos que fue él quien te pegó, que te gritaba casi siempre y te denigraba fatal. Lo siento, pero no voy a permitir que esto siga pasando.

Las lágrimas bajan por mis mejillas como si de una competencia se tratase, el nudo en mi garganta crece y la sensación de querer huir junto con él.

Tiene razón. Claro que la tiene, pero no quiero. Tengo miedo de que no funcione y luego sea peor.

— Vamos ahora mismo a poner una denuncia en su contra, junto con una orden de alejamiento. Tenemos pruebas de que el acoso es cierto.

No me dejó ni responder, porque luego de terminar de hablar me llevó junto con él a rastras. No tengo fuerza para negarme, solo me dejó llevar y me siento como una muñeca que va de un lado a otro.

Subimos al auto y los nervios crecieron. ¿De verdad voy a denunciar a ese chico que quiero tanto solo por una tontería como esa? ¿De verdad lo quiero? ¿Quiero seguir a su lado luego de todo? No lo sé. Solo quiero desaparecer.

Quiero pensar que es lo correcto, incluso intento adivinar ponqué dirían mis padres. Pero hace mucho tiempo dejé de imaginar, dejé de creer que ellos harían algo y comencé a hacer las cosas por mi misma. Y ahora? ¿Qué debo hacer? El sentido común me dice que obvio denunciar. Mi cerebro solo me dice que me aleje. Pero mi corazón, por así decirlo me dice que él no es malo en el fondo, que tan solo ha sufrido mucho y no sabe cómo liberar eso tan malo que le rodea.

Llegamos a una comisaría y nuevamente Adonai me obligó a bajar del auto para entrar y colocar la denuncia.

— Quiero que me escuche bien Camila — me habló fuerte pero sin gritar —. Me importa una mierda que ese idiota haya sido tu novio por mucho tiempo. Me importa una mierda que aún le quieras, o que pienses que él no es malo. No voy a permitir que te vuelva a poner una mano encima. Hace días lo deje pasar, pero esta vez no. ¿Entendido?

Asentí repetidamente con la cabeza porque la voz no sale de mi garganta. El nudo ha crecido demasiado,incluso estoy temblando del miedo. Es ilógico que tenga miedo de denunciar y no de que me vuelva a golpear, o que haga alguna locura. Pero es así, siento pánico de hacer una denuncia. Porque en el fondo quiero creer que él no es así, que de verdad me quiere, pero no. Aunque lo intente con toda mis fuerzas, eso no es así. Y no va a pasar eso de que cambiará. Quizá eso es lo que más me duele.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora