Capítulo 34

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— Llegas tarde, esperaba por ti desde hace horas. ¿O se te olvida que tenemos un tema del que hablar? — hubiera preferido quedarme a soportar los comentarios estúpidos de Oriana, o las miradas de Daniel al vernos a Adonai y a mí antes de estar aquí.

— ¿Recuerdas que tengo un trabajo? Que por cierto lo tengo gracias a ti, y a mi querido jefe no se le antojaba que saliera temprano — en parte es cierto y a la vez no.

— Me da igual todo. No pienso perder tanto dinero por un capricho tuyo Camila. Que no se te olvide que aquí la que tiene el control soy yo — Foster esta más insoportable que nunca.

Gracias a Dios ya estoy más relajada que por la tarde. Recordar la conversación con Daniel me hace quedarme tranquila. Todo esto es necesario, por ahora.

— No estoy dispuesta a ser adoptada, y eso lo sabes — comencé a hablar con calma —. No sé si funcione hacer lo mismo que con Oriana, pero quizá si hacemos el intento si valga de algo.

— Dudo que eso funcione. No entiendes de lo que hablo Camila, no comprendes nada.

— No. La que no comprende nada eres tú — comencé a alzar la voz, y ya no me importa —. No pienso ser adoptada solo porque a ti te da la puta gana. No, y no. Tenemos un trato desde hace más de un año, y hasta hora ha funcionado. Me quedan algunos meses para irme de aquí con mis hermanos y no pienso perder esa oportunidad que tanto me ha costado encontrar. Lo siento por ti, pero si me traiciona, te hundo.

Puede parecer caprichoso, o quizá de niña pequeña. Pero no puedo permitir que ahora todo se vaya a la mierda por una situación que yo no elegí. Me voy de aquí con mis hermanos, o nada.

— Deja el chantaje, que ya no te funciona — claro que funciona. Esta muerta de los nervios ahora mismo.

— Sin mi no eres nadie Foster. Soy quien te salva el culo de que no te agarren traficando droga, gracias a mi has ganado mucho dinero vendiendo niños a lo largo de este año. Y hasta ahora todo va de maravilla — no pienso decir más nada, no lo voy a permitir —. Estas en mis manos, yo que tú me pienso dos veces que hacer.

Salí de su oficina y fui en busca de mi pequeña bebé, hoy no me importa que me peleen por entrar tarde a su habitación.

Abrí la puerta con suavidad y vi que ella era la única despierta, sentada en su cama jugando con una pequeña muñeca que tiene desde que nació.

— Bebé — hable en voz baja para no despertar a nadie más, y ella volteó a verme al momento —. Ven conmigo — dije haciendo una señal de silencio para que no nos descubran.

Viene descalza y con un pijama bonito pero viejo, pero lo que más me gusta de mi bebé es su gigante sonrisa angelical. Ella te sonríe y se te reinicia la vida entera.

Salió con cuidado y yo cerré la puerta lo más suave posible. La cargué para que no camine con el piso tan frío y así aprovecho y le doy de besos y abrazos.

— ¿Te parece bien dormir conmigo hoy pequeña bebé? — dije mientras camino con ella en brazos.

— Siiii — dijo un poco alto y después se tapó la boca con sus manitas al recordar lo de hacer silencio —. Te quiero Cami — esta vez no me dijo Lila, y se me hizo extraño pero no me molesto.

— Yo también te quiero bebé, y mucho.

En mi habitación también están todas durmiendo, y entramos en silencio para no despertar a nadie. Me cambié rápido la ropa y luego me acosté con mi niña en mi cama.

— ¿Por qué no estabas dormida cuando te fui a buscar?

— Porque... no me gusta dormir ahí, me siento sola — su vocecita adormilada me da ternura, y la entiendo.

Mejor vida (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora