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Esta semana fue la primera semana en MESES que he vuelto a ser productiva, y lo resentí bastante JAJAJAJAJA. Lo bueno que pude escribir este capítulo, el cual me llegó de inspiración inesperadamente. Sinceramente no tenía planeado lo que pasa en este capítulo, pero simplemente sucedió. Lo malo que ahora ya no sé muy bien qué más poner jajaajaj. Tengo planeado varias cosas, pero eso pasará más adelante. Por el momento, haber qué sucede. Tal vez me tarde un poco en escribir el próximo capítulo, aunque trataré de tenerlo listo para la próxima semana. 

Gracias por leer Espresso. ¡Los amo! ❤



Lily se va hasta que Sirius llega por Remus. Se despide de él con un beso, y de Sirius con una escueta inclinación de cabeza. Este último aún sigue montando en su motocicleta, con el casco puesto y ese atuendo que lo hace lucir como una celebridad. Remus aprieta los labios, lucha para que un suspiro no salga de su boca.

—¿Nos vamos? — Pregunta Sirius mientras se levanta el visor y el brillo de sus ojos grises deslumbra a Remus.

—Sabes que lo sábados no salimos. — No lo puede ver, pero Remus sabe que Sirius ha sonreído con picardía.

—Oh, vamos. Si sigues así terminarás convirtiéndote en un libro. Además, solo será un rato y ya estudiaste. — Remus mantiene su expresión seria y determinante. La sonrisa de Sirius se ancha, Remus lo ve por las arruguitas que se forman al final de los ojos del chico. Hay una ligera seducción en su mirada, muy parecida a la que pone cuando quiere salirse con la suya, con la que todas las chicas caen rendidas a sus pies; y Remus no es la excepción. Aunque no caerá sin antes dar batalla. Se sorprende de su resistencia, o al menos del orgullo que le impide mostrar los fácil que puede llegar a ser. — Vamos a divertirnos, Remus. — Suena a una guarrada. Suena a muchas malas intenciones. Su nombre parece un pecado con el tono en el que Sirius lo ha pronunciado. Remus claudica, de milagro y no cae de rodillas. No puede evitarlo: está enamorado y Sirius es demasiado convincente, y aún más cuando posee la belleza de un Dios griego.

—A las ocho tengo que estar en casa.

—Hasta las ocho será.



Mientras la noria se hace más grande, la curiosidad de Remus más aumenta. Sirius no le ha comentado a dónde van, aunque tal parece no hace falta. Se estaciona cerca del puente de Westminster, y caminan en silencio por unos minutos. Sirius tiene las manos metidas en su chaqueta negra, y su sonrisa podría contagiar de alegría a cualquiera. Remus camina un par de paso detrás de él. Sirius no se ha dado cuenta, pero la emoción que emana es bastante fuerte.

—¿Has ido al London Eye? — Pregunta Sirius en voz alta. El bullicio de la ciudad es demasiado, y Remus tiene que adelantarse y situarse junto a Sirius para poder oírlo. Este lo recibe con una sonrisa enorme y cargada de ternura. Remus no le puede sostener la mirada y la desvía, solo un poco; nada que pueda delatar su vergüenza.

—Nunca me he subido. — Parece imposible, pero la sonrisa de Sirius se ancha aún más. Saca una mano de la chaqueta y el corazón de Remus da un vuelco inesperado al ver que esta se acerca peligrosamente a la suya. Remus siente que se congela y que su mano se entume. Tiene la mirada fija en el movimiento que hace Sirius, y en lo mucho que su corazón está latiendo. Hay una emoción, casi igual de intensa a la que Sirius emana, que se apodera de Remus. Pero también hay un miedo paralizante que le hace sudar frío y meter la mano en el bolsillo del pantalón, casi por reflejo. Sirius deja caer su mano a su costado, también en un movimiento rápido, disfrazándolo con un desplazamiento casual.

Caminan en silencio hasta llegar al London Eye. Remus aún repite el momento pasado en su memoria, se fija en los detalles; en lo decidida que se veía la mano de Sirius, en lo cobarde que fue al esconder la suya, en las muchas otras ocasiones que diferentes chicos hicieron lo mismo y todo terminó en un inmenso dolor y sufrimiento para Remus...

—Remus. — Este levanta automáticamente el rostro hacia la dirección de donde ha provenido su nombre.

Sus miradas se encuentran y, durante los segundos que estas duran conectadas, Remus ve que Sirius no le reprocha por lo sucedido. Las ansias del chico por poder tocarlo son notorias, casi o más intensas que las otras personas que le hicieron daño. Pero Sirius no es como ellos. Sirius le prometió respetar su espacio, y así lo está haciendo. Sirius le aseguró le daría tiempo, y así lo está haciendo. Sirius le da la libertad de que sea Remus quien decida cuándo, cómo y en dónde, algo que nunca había podido hacer . Es ahí, es en ese momento, que la noria gigante desaparece, que el bullicio desaparece, que Inglaterra y el resto del mundo dejan de existir y solo queda ese chico de ojos grises, cabello negro y cuerpo de escándalo, que lo mira justo como Remus lo mira a él. El sentimiento es tan intenso que Remus no puede evitar sentir un nudo en la garganta. Le pican los ojos y se auto controla para no llorar. Albus le diría que se dejara llevar y se permitiera llorar, porque, es lo que más desea hacer en ese momento. Llorar por todo lo que le ha pasado, y llorar por todo lo que le está pasando. Llorar por haber creído que toda su vida estaría solo, y llorar por darse cuenta que no será así. Llorar por Sirius, y llorar por él sería una de las mejores sensaciones que podría permitirse. En ese momento, podría permitirse cualquier cosa.

Los chicos suben a la noria, y Remus se fascina por la hermosa vista que tiene a su alrededor. Revolotea por el lugar para no perderse de ningún ángulo. Sirius lo sigue en silencio, algo realmente inusual en él. Luce un tanto distante, como si se debatiera fuertemente sobre algo. Remus no quiere molestarlo haciéndole preguntas innecesarias, así que saca su celular y se dispone a tomar fotos de lo que está viendo. Tal parece que tal acción despega a Sirius de sus pensamientos y vuelve a ser él.

—¿De nuevo vas a grabarme a hurtadillas? — Remus levanta una ceja, serena su expresión.

—No tengo idea de a qué te refieres. — Sirius se ríe, haciendo su cabeza hacia atrás en un gesto lleno de vida. También saca su celular y abre la cámara frontal. Se junta a Remus y toma una foto en la que este último sale con una expresión de sorpresa, no muy seguro de lo que acaba de pasar.

—Hay que crear recuerdos, ¿no crees? — Remus nunca ha sido muy participe de las fotos, principalmente porque nunca sale bien en ellas. Pero ese día se toma más fotos de las que se ha tomado en toda su vida. Son fotos locas, en dónde Sirius y él ponen expresiones raras; son fotos sonriendo; son fotos serias; son fotos solo donde está Remus; son fotos donde solo está Sirius; y son fotos tomadas por extraños en donde solo salen los dos. Cuando Sirius le pregunta a una persona si les puede tomar una foto, esta siempre lo ve primero a él, y luego a Remus, el cual nota la rápida conclusión del extraño. Lily lo ha dicho: Sirius parece su novio. Parecen novios. Novios...

Media hora antes de las 8, Sirius le indica a Remus que es hora de irse. Este lo mira no muy seguro de querer regresar a su casa, mas no objeta y le obedece. Durante el trayecto en motocicleta, Remus se sostiene de Sirius tomándolo de la cintura y, en un movimiento muy atrevido, se abraza de él. Nota la tensión que eso genera en el cuerpo del otro chico, pero Remus disfruta del calor y la sensación de tener el cuerpo de Sirius pegado al suyo. Es hermosa. Es perfecta. Y está seguro que recodará ese día, por el resto de su vida, como el mejor día de su existencia. 

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