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Remus está seguro que Sirius intentará otro sutil acercamiento antes de irse a dormir, pero no es así. Al llegar al departamento, Sirius se ve mucho más relajado y más...Sirius. Parlotea sin descanso, le pregunto varias veces si quiere ver una película o alguna serie, o volver a salir o hacer algo más que simplemente irse a dormir. A pesar de haber pasado por eso durante el viaje a Francia, Remus no deja de preguntarse si alguna vez Sirius podrá mantenerse quieto o en calma. No es algo que le moleste, mas se preocupa un poco por el chico. Haberlo visto tan frustrado después del sexo lo tenía bastante consternado y se alegró muchísimo cuando Sirius decidió comunicarle su sentir. Aunque le ha tomado un tiempo, Sirius parece estar logrando comunicarse, lento y a su ritmo. Remus no puede sino sentirse amado ante ese gesto; Sirius sí lo escucha, y sí le importa lo que Remus le dice.

Cuando los chicos están listos para irse a la cama, Remus no puede evitar sentir que su corazón se acelera y su piel le cosquillea. Sirius no parece estar dando alguna señal sexual, lo cual es un tanto extraño ya que él es muy sexual todo el tiempo; así que Remus se sube a ese enorme y suave colchón con un extraño sentimiento dentro de su pecho. Sirius tarda un poco más en dormir. Hay un sillón en el cuarto y Sirius se encuentra sentado en él. Está usando su laptop y parece estar muy inmerso en lo que está haciendo. Viéndolo desde su posición, Remus suprime un suspiro de lo guapísimo que se ve y de lo cotidiano de la escena. Trata de que su mente no empiece a volar, aunque es imposible. Imagina, mientras cierra los ojos presa del cansancio, a un Sirius un poco mayor compartiendo el mismo dormitorio que Remus; cada uno haciendo sus cosas: tal vez alguna tarea de la universidad o, por qué no, terminando algún pendiente del trabajo. Sirius tiene ese ceño fruncido en el que parece que sus cejas son una sola y Remus le pregunta si ya casi termina para poder dormir juntos, y el bueno de Sirius le pregunta si no quiere hacer algo antes de irse a dormir. Es un intercambio casual, común entre ellos, con un toque de complicidad que Remus atesora en todo su ser.

El sentimiento que va llenando a Remus es cálido. La imagen en su mente se hace cada vez más nítida, empieza a tener movimiento y profundidad. Ve a Sirius acercarse a él, le sonríe y le dice algo. El sonido llega amortiguado a Remus, solo puede ver los labios del chico moverse y siente lo mucho que se le antojan. Besarlo es una opción bastante tentadora. Sin embargo, Sirius se acuesta a su lado y lo envuelve entre sus brazos. El calor que siente es demasiado real, tan vívido y tangible que incluso dentro de su sueño se sorprende. Puede oler a Sirius, puede sentirlo; ese aroma a tabaco con madera, su pecho firme y duro. Y, luego, algo suave sobre su piel. Su rostro, su cuello, sus hombros... Remus regresa a la realidad de la que se escapó por unos segundos. Siente el cuerpo de Sirius cubriéndolo y sus labios son esa sensación que lo despiertan. Escondido entre sus hombros y cuello, Sirius se deja ver. La habitación está oscura, solo iluminada por una tenue luz proveniente de la ventana al fondo del cuarto. Aunque es suficiente para que Remus pueda ver esos ojos grises brillar con intensidad.

—¿Te desperté?

—No eres muy delicado que digamos. — Sirius se ríe entre dientes al darse cuenta de la similitud de la situación de unas noches atrás, un gesto que Remus ha hecho adrede. El suave sonido de la ligera risa de Sirius causa en Remus muchos sentimientos a los cuales aún se está acostumbrado. Nunca pensó que hubiera diferentes tipos de felicidad, o diferentes maneras de sentirse feliz. Cuando estaba con los otros chicos, Remus creía ser feliz, creía estar sintiendo dicha y alegría. ¿Cómo pudo haber pensado eso cuando el miedo al rechazo era lo que llenaba su mente? ¿Cómo pudo haber creído que era feliz cuando la ansiedad lo martillaba sin descanso? Lily siempre le decía que encontraría a alguien que lo querría de verdad, sin excusas, sin mentiras, sin esconderse. Que no tendría que cuestionarse si era amado o deseado, porque simplemente lo sabría.

—¿Estás bien? — El ligero tono de preocupación en la voz de Sirius hace que el corazón de Remus se estruje. Nunca pensó que lo que Lily le decía le pasaría a él.

—Sí. — Remus se detiene por unos segundos. Se pregunta si está bien dejarse llevar. Toda su vida ha vivido conteniendo sus palabras, siempre priorizando el sentir de los demás y en cómo protegerse para no salir herido. ¿Podría permitirse en esta ocasión que su corazón hablara? Sirius lo sigue mirando. Y no necesita cuestionarse nada más. — Solo estoy pensando en lo feliz que me siento. — Sirius no dice nada. No hay necesidad de que lo haga porque su rostro refleja con claridad todo lo que no puede decir. Se miran directamente por un tiempo indefinido. Remus siente que navega en ese mar que llamado Sirius Black y que este le confía toda la amplitud de su existencia. Sirius no solo le ha entregado su cuerpo. Todo lo que él tiene, todo lo que él es, es solamente para Remus. Para Remus y para nadie más. El chico se lo ha demostrado una y otra y otra vez, y simplemente no deja de demostrarlo. En ese abrazo que le cubre todo el cuerpo, en esos brazos que lo aprietan con fuerza, en esa inhalación que parece querer tragarse a Remus entero, y en ese suspiro que deja ir todo el amor acumulado que podría explotar si no fuese liberado.

—Yo también me siento muy feliz, Remus. — La voz de Sirius suena amortiguada, en gran parte por el abrazo en el que aún se encuentran, y por lo bajo que ha hablado. Remus le devuelve el abrazo a Sirius posando sus brazos alrededor de la amplia espalda del chico. Sirius no trae camisa, así que el calor de su piel lo hace real. Sirius existe. Sirius es un ser humano que Remus puede sentir. No es ese sueño del que Remus tiene tanto tiempo de despertar, no desaparecerá en cuanto abra los ojos. Ahí está, sobre él, dándole un abrazo, agradeciéndole por estar juntos.

Es la ligera picazón en la garganta, la pequeña incomodidad en los ojos, y una opresión gradual en el pecho, que toman a Remus desprevenido. Quiere llorar. Quiere llorar al darse cuenta que ha encontrado a la persona que tanto había estado deseado encontrar. A la persona que lo ha apoyado incondicionalmente; a quien lo acepta con todo y sus defectos; a quien hace el esfuerzo por comprenderlo, por escucharlo, por hacer su vida un poco más amable; a quien creyó que no existía. Pero ahí está. abrazándolo, inundándolo de todo el cariño tan espacial que jamás nadie más le ha dado.

Esa noche los chicos duermen en brazos del otro. Sirius con la cabeza sobre el pecho de Remus, y Remus con la seguridad de no tener la intimidad que esperó pero sí la que necesita.

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