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¡Hoy nuestro canino favorito cumple años! Así que decidí publicar este capítulo de su cumpleaños, en su cumpleaños. Con lo que respecta a los otros capítulos, no les prometo que los tendré pronto. Me he obsesionado con la Ley y el Orden que es lo único que hago desde que me levanto hasta que me voy a dormir. Espero la obsesión se me pase pronto. 

Gracias por leer Espresso y por comentar o votar. ¡Nos leemos pronto!


El 3 de noviembre Sirius despierta más temprano de lo habitual. Lo primero que hace es responder los mensajes de felicitaciones que ha recibido. El primero es de James, obviamente, el segundo es el Peter y no le sorprende que el tercero no sea de Remus. No espera que Remus sepa que es su cumpleaños puesto que nunca han hablado al respecto. En lugar de sentirse triste por eso, Sirius cree que es algo muy emocionante. Es viernes y es uno de los días que Remus ha dictado para no verse. Nada que Sirius no pueda arreglar.

Las clases son aburridas y tediosas. Sirius hace un esfuerzo casi heroico para no estampar la cabeza contra el pupitre. A diferencia de muchos chicos de su edad, a Sirius no le molesta que su cumpleaños sea entre semana. Agradece que no tenga que soportar el día que cumple años la insufrible fiesta familiar que sus padres le obligan a tener anualmente. Prefiere salir con sus amigos, no ver a sus padres hasta veinticuatro horas después, y tener sexo hasta terminar seco. Sin embargo, esta ocasión es diferente. Mueve la pierna, ansioso, porque las clases terminen y poder pasar SU día con James, Peter y Remus.

Es hasta medio día que Sirius le envía un mensaje a Remus avisándole sobre la salida de la tarde. Es mi cumpleaños, escribe al finalizar el mensaje. No espera una respuesta inmediata. Sabe que Remus tiene el celular en silencio y lo revisa hasta que tiene un descanso. Así que mientras espera, se pone de acuerdo con James para organizar el día. Reciben un par de regaños de los profesores por "alterar el orden de la clase" y terminan castigados fuera del salón, nada nuevo.

Remus no se queja del cambio de planes, aunque tampoco responde. Sirius lo toma como una aceptación y en cuanto sale de la escuela se dirige inmediatamente a la de Remus. Llega justo a tiempo para verlo salir del edificio y ser recibido por una ligera sonrisa. Sirius está estacionado en la acera de enfrente y, mientras espera a que Remus llegue a su lado, nota las miradas para nada discretas de los otros chicos que también están saliendo. Lleva semanas recibiéndolas y aún no puede creer que se sigan sorprendiendo al ver la motocicleta negra y al chico que la maneja.

—Feliz cumpleaños — Remus lo abraza de improviso, algo muy inusual en él. Aunque es rápido, Sirius puede sentir su calor el latido acelerado de su corazón. Aspira su aroma y deja que llene su cerebro. Podría sacar todo el aire de sus pulmones con el suspiro que amenaza por escapar, pero se lo aguanta. Remus baja la mirada, un poco apenado. Recoge detrás de su oreja un poco del cabello que ha caído sobre su rostro. Le ha crecido bastante el pelo desde que lo conoció. — No tengo un regalo. Lo siento.

—Solo te pido salgas con nosotros hoy. Ya sabes, para festejar. — Remus entrecierra los ojos, pone esa expresión entre divertido y acusador.

—Estoy seguro que planeaste todo esto para que saliéramos un viernes. — Sirius suelta una carcajada amplia.

—Creo que he sido descubierto.

—¿Y tú entrenamiento? — Pregunta Remus mientras se sube a la motocicleta.

—Me lo salté. James está ahí para que no se viera tan sospechoso. Así que nos reuniremos con él y Peter dentro de dos horas. — Dos horas para tener un tiempo a solas con Remus. Por fin. Sirius le agradece a la vida por tan bello regalo.

—Oh, entonces ¿podemos ir a mi casa? Le avisaré a Lily que estudiaremos ahí hasta que nos reunamos con James y Peter.— Remus saca su celular y le marca a su amiga mientras Sirius no puede creer lo que ha escuchado. HAY QUE JODERSE.


Dos horas después de tener que soportar la jeta de amargada y los comentarios para nada sutiles de la pelirroja, Remus termina, POR FIN, su sesión de estudios. Se despide de su amiga y cambia su ropa, aunque Sirius está seguro que solo se ha puesto otro suéter. Se suben a la mota y llegan al restaurante, que James ha reservado, al mismo tiempo que los otros chicos. Los cuatro comen entre risas y pláticas, hasta que James saca el tema a relucir.

—¿Te doy tu regalo ahora, o mañana en la fiesta? — Sirius ve el momento exacto en el que la mirada curiosa de Remus se levanta de su lasaña. Mira a James por unos segundos, y luego a Sirius. Pregunta sin preguntar.

—Yo te lo doy mañana, Sirius. Lo he olvidado en mi casa. — Peter no ayuda mucho, aunque, al igual que James, no se ha dado cuenta de la inquisitiva en el rostro de Remus. Sirius lo deja pasar, y parece que el chico también, hasta que llegan al boliche. James y Peter han ido al baño, y Sirius y Remus están escogiendo sus zapatos. Sirius se está calzando el segundo par cuando Remus le pregunta.

—¿Tienes una fiesta por tu cumpleaños? — El tono de voz aparenta ser casual. Remus finge estar muy concentrado buscando el número del zapato que tiene en la mano. Sirius ve como las comisuras de sus labios están ligeramente hacia abajo. Siente que su corazón se encoge, y su alma se apretuja. Quiere quitar esa expresión de inmediato del rostro de Remus.

—Mi familia la hace todos los años en contra de mi voluntad. — Saca su celular y le envía a Remus la ubicación del salón, junto con la hora a la que empieza el convivio. — Ya te envié los datos. Es mañana en la tarde. En sábado.

—Iré. — La respuesta es inmediata. Remus mira a Sirius con intensidad, con tanta fuerza que este último se siente expuesto. Siente el impulso de interrumpir la conexión con un beso. Siente el deseo de tomar a Remus por el rostro y comerle la boca, comerle todo el cuerpo, todo lo que alcancen sus labios. Se inclina por puro reflejo. Se controla dios sabe cómo. Le gustaría poder, tan siquiera en el día de su cumpleaños, probar a Remus. Aún recuerda la calidez de su abrazo. Sueña con la memoria, la revive en ese instante para controlarse. No es de mucha ayuda. Quiere más. Quiere saber qué tan cálido puede llegar a ser Remus. Quiere comprobar si esa ansia que desprenden sus ojos es real o solo la está imaginando. Quiere sentirlo, hasta que su piel no conozca a otra más que la suya. Ambos se han acercado inconscientes, y se separan de inmediato en cuanto James y Peter llegan. Hay tanta electricidad entre ellos que cualquier chispa podría comenzar un incendio. A Sirius no le importaría morir quemado por la tensión que hay entre él y ese chico con suéter de abuelo; y muchos menos que fuese justo en un 3 de noviembre. 

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