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Recargado en el mostrador, está Sirius con cara de pocos amigos. Ha terminado sus tareas para poner en marcha la tienda, y espera a que los primeros clientes lleguen. Es su turno de escoger la música, así que el establecimiento se llena de una de sus canciones favoritas. Cierra los ojos y deja que la letra lo inunde.

Las horas no alcanzan cuando estamos juntos”

Piensa en Remus. Piensa en el día anterior. Piensa en lo cerca que estuvo de obtener esa información que conforma el rompecabezas de la vida de Lupin. Salvado por la llegada de Hope, Sirius no lo puede creer.

El tiempo es veloz...”

Aunque no todo fue malo. Piensa en el tiempo que estuvo con Remus, las cosas que hicieron, la intimidad que compartieron…

Parecen eternos aquellos momentos

También piensa en el vacío que ahondó en su pecho cuando llegó a su habitación, grande, vacía, sin Remus…

Que me falta tu amor”

Es difícil poder descifrar las ganas que rayan en desesperación para poder ver a Remus de nuevo. Los segundos son interminables. Su mente se llena de malos pensamientos, le invaden los pequeños detalles de cuando ha estado junto al chico; deja que llenen la ausencia que lo sofoca.

Solo hay sombras cuando no estás”

Sirius abre los ojos de golpe. Mira directo al Starbucks que está enfrente del McDonald’s en el que trabaja. Gruñe al ver que no hay rastro de Remus en él.




Pasa de medio día y Sirius se ha fijado más en el otro establecimiento que en tomar las ordenes correctamente. Ha recibido quejas de los clientes y regaños del supervisor a más no poder, mas no le importa. Nada le importa. No cree que exista algo más importante que la ausencia de Remus Lupin en el trabajo. Remus no es de los que faltan. No tiene pruebas, pero tampoco dudas. Remus es de esos chicos nerds que todo lo hacen bien y conforme a las reglas. Un niño bueno. Es prácticamente imposible que falte a su trabajo, una cuestión inimaginable. Y, sin embargo, su puesto está siendo ocupado por una chica con expresión altanera y petulante.

Con los dientes rechinando de la rabia, Sirius bombardea el chat de conversación que tiene con Remus. Veinte mensajes y ni una sola respuesta. Hay que cagarse. No es hasta un par de horas después que Sirius empieza a sentir que algo le falta. Es una sensación en su pecho que va creciendo, insoportable, como una neblina que nubla sus sentidos y envenena su mente. Sirius no lo soporta y decide también tomarse el día.

—Necesito que nos veamos. Te espero en el pub de siempre. — Le ha dejado un mensaje de voz a James antes de subirse a su moto y dirigirse al punto de reunión, seguro de que su amigo irá.


James saluda a Sirius con una sonrisa, la cual no es tan bien recibida.

—¿Por qué has tardado tanto? — Demanda saber Sirius. James se sienta frente a él y lo analiza con la mirada.

—Estaba en el cine con mis papás. ¿Estás bien? — Sirius le da un sorbo a su bebida, maldiciendo no poder estar ahogándose en alcohol debido a su menoría de edad. No es hasta que James pide algo para comer que responde.

—No. Remus no fue a trabajar hoy.

—¿Y eso?

—¡No sé, Potter! No sé. — James pone los ojos en blanco ante la respuesta gritada de su amigo. No dice nada y espera a que Sirius hable de nuevo. — No me ha respondido ni un maldito mensaje desde la mañana. Me siento realmente… frustrado. Ayer le pregunté sobre su papá y hoy falta.

—Tal vez fue una coincidencia. Remus se ve como un tipo responsable. No creo que haya faltado solo por eso. — El comentario de James logra calmar solo un poco a Sirius. De cierta manera tiene razón; Remus le ha dicho que necesita el trabajo, y estaría muy fuera de lo que aparenta ser si decide faltar un día solo porque así lo ha querido. Sin embargo, lo que más molesta a Sirius es solo poder deducir que Remus no haría eso. No lo conoce lo suficiente para darlo por hecho. Es una sensación que va más allá de la frustración.

—James, creo que hay algo malo dentro de mí. — Su amigo levanta una ceja sin comprender. — Tengo ganas de gritar, estoy muy enojado. Pero al mismo tiempo… quiero estar en mi habitación y no ver a nadie… mas que a Remus. Quiero verlo de nuevo. — Sirius baja la cabeza, avergonzado y triste, permitiéndose esa sensación por primera vez en muchos años. No se fija en la mirada llena de ternura de James, quien, sorprendentemente, tiene un nombre para lo que Sirius está sintiendo.

—Yo creo que no solo te gusta Remus. Estás enamorado. Ya valiste, hermano.

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Gracias por leer Espresso. Lamento no haber publicado la semana anterior; a veces no sé qué poner a pesar de que tengo una idea de como quiero que se desarrolle la historia. Les pido por favor paciencia ya que mi estado de ánimo no ha estado al cien en estos días. Trataré de seguir actualizando semanales, y de ser posible esta semana les publico dos capítulos.
¡Espero estén bien todos! ❤️❤️

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