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He retomado la historia, pero me está constando un poco de trabajo volver a escribir. Además, probablemente me tome aún más escribir los capítulos debido a las nuevas actividades que tengo que hacer. Solo espero poder terminar esta historia de una manera decente. Gracias por leer y por seguir aquí!

—¿Y? ¿Cómo fue? — La emoción mal contenida de James se nota desde el otro lado de la línea. Sirius suspira y recuerda lo sucedido hace unas horas atrás. Regresa a la cama, al calor de Remus, al mejor jodido sexo de su historia. Su primera vez con un hombre, con su novio...

—Caótico. — Sirius mira alrededor para asegurarse que Remus no ha regresado del baño. — Me sentí como un morrito de trece a punto de venirse con solo sacarla del pantalón. — James no dice nada, aunque tampoco espera que diga algo. ¿Qué podría decir? Está seguro que su amigo no podrá ayudarlo mucho con la frustración que siente. Cada vez que piensa en ello se siente tan avergonzado y arrepentido. Avergonzado por su actuación tan pobre y deficiente con Remus, y arrepentido de todo lo que no hizo. Sirius no se jacta de ser un experto en la cama, pero está seguro que es bastante decente con las mujeres. MUJERES. ¿Qué se supone que haga con un hombre? ¿Dónde debe de tocar? ¿Cómo se debe de mover? ¿Cómo debe de entrar? ¿En qué posición debe de poner a Remus? Si le pregunta si le está gustando, ¿responderá? Aún siente las ansias y la premura de sentir a Remus debajo de él; el temblor de sus manos se vuelve a hacer presente, el pulso anormal latiendo contra sus oídos, su mente llena de dudas, obstruida por la inseguridad y el caos...

—No seas tan duro contigo mismo, hermano. — El tono de James es suave, logra regresar a Sirius al bullicio del restaurante. — No soy experto pero estoy seguro que con la práctica mejorará. Además, si lo hablas con Remus tal vez sea más fácil. —Sirius chasquea la lengua. Comunicación. No solo tiene que lidiar con eso en su vida cotidiana, sino también durante el sexo. Que se joda.

—Gracias, Jimmy. — Aunque las palabras de James no logran hacerlo sentir mejor, agradece el tiempo que se toma su amigo por escucharlo. Además, está seguro que el pobre hace lo mejor que puede con lo que tiene, lo cual no es mucho. — ¿Cómo va todo con Evans? — Hay un silencio extraño por parte del chico. Sirius incluso puede verlo pensar en qué responder. — ¿James?

—No sé de qué hablas. Y ya me tengo que ir, mi tarea no se hará sola. — James se despide de Sirius con premura y este logra esbozar una ligera sonrisa. Al final, James sí ha logrado ayudarlo a despejar su mente. El tema de su amigo con la estirada de Evans le causa cierta intriga. Sirius podría no saber cómo hacer el amor con Remus, pero no es estúpido para no darse cuenta que hay algo pasando entre esos dos. Y que, obviamente, ha sido decisión de Lily no decir nada; porque, obviamente, James ya le hubiera contado todo desde hace años. Aunque, claro, no es nadie para juzgar y lo único que le queda es esperar a que James ya pueda hablar sobre el tema.

Sirius detiene sus pensamientos y se sorprende ante su iniciativa de optar por el camino de la paciencia. ¿En qué momento aprendió el significado de esa palabra? Es en ese instante que Remus se hace presente en su campo visual. Camina lento con su cuerpo desgarbado. Luce tranquilo y bastante relajado a comparación de como se siente Sirius. Este no puede evitar sentir una ironía y ciertos celos hacia su pareja. El cojonudo de Lupin actúa como si no hubiera hecho el mayor ridículo de toda su historia sexual; y, bueno, en realidad, Remus no es el que ha quedado en vergüenza. Sin embargo, Remus no le ha dicho nada respecto a lo sucedido. Nada. No ha tocado el tema, ni una sola insinuación del sexo. Sirius aún no sabe si eso es normal en él, o el indicador de algo malo. Su forma de relacionarse no ha cambiado, incluso, cuando sus miradas se encuentran, Remus le sonríe con suavidad. Se ve hermoso y Sirius suspira. Sus pensamientos se apaciguan un poco cuando el chico se sienta a su lado, y solo el susurro de los consejos de James logran escucharse.

—¿Estuvo buena la cagada?

—Bastante placentera. — Remus le lanza una mirada juguetona y toma el menú que les dejó la hostess al momento de llegar al restaurante. Sirius observa a su novio y se pierde en la idea de lo fácil que sería todo si pudiera leerle el pensamiento. No tendría que martillar la poca capacidad social que le queda para poder usar la comunicación de la que tanto hablan todos, como si la desgraciada fuera el puto nirvana. Lo intenta, varias veces, y falla en todas. Mayormente porque es interrumpido por la mesera que no deja de poner cara de estúpida cada que se acerca a la mesa y hacer preguntas innecesarias. Y porque Remus no deja de hablar sobre Oxford y lo nervioso que está de los resultados. Sirius trata, en verdad hace el mayor esfuerzo existente dentro de él por ponerle atención a Remus, pero simplemente no puede. Sólo tiene capacidad para poder lidiar con una cosa a la vez y necesita decirlo en ese mismo instante o podría explotar. La cena lejos de ser placentera es una tortura. Su tiempo con Remus siempre es divino, no se queja de eso. Le gusta compartir tiempo juntos, compartiría su vida entera si Remus se lo permite. Sin embargo, no entiende la preocupación de Remus. Obviamente lo aceptarán en Oxford, serían unos idiotas si no lo hacen. Está seguro que hay cosas más importantes de las que preocuparse. Cómo el sexo de hace unas horas y su opinión al respecto.

—¿Estás bien? — Al final, Remus es Remus. Salen del restaurante, por fin, y caminan hacia el departamento en el que se están quedando. Justo a la mitad del camino, Remus lo detiene tomándolo del brazo y mirándolo con el ceño un poco fruncido. Sus ojos se encuentran y Sirius no puede sino perderse en ese mar de amor y comprensión y vomita lo todo lo que lo ha estado atormentando. No piensa en lo que dice, ni cómo lo dice, simplemente se deja ir hasta quedarse vació y volver a sentirse tranquilo.

Remus no dice nada al instante, baja la mirada y se queda pensando por un rato interminable para Sirius.

—Gracias por decirme lo que sientes. — Su voz es suave, calmada y paciente. Sirius vuelve a encontrarse con esos ojos de párpados caídos y se siente a salvo. No solo su mente se ha relajado, su cuerpo también. Se da cuenta que ha sido un idiota por haberse obsesionado con el tema del sexo. Todo lo que Remus le expresa es amor y comprensión. No hay nada más en él que la total aceptación de los sentimientos de Sirius y su empatía hacia ellos. — Ha sido algo nuevo para mí también. Tal vez no fue perfecto, pero hacerlo contigo me hizo muy feliz, Sirius. — Remus sonríe. Lo toma de la mano. Se acerca con lentitud. Sirius puede ver los labios entreabiertos y húmedos del chico detenerse por una eternidad hasta que por fin los siente sobre los suyos. El beso es solo un roce, muy sutil, aunque suficiente para que el corazón de Sirius se detenga y bombeé sangre a su entrepierna. No puede evitarlo. Lo desea. Desea a Remus como jamás podrá desear a nadie nunca más. Aunque su deseo va más allá. Más lejos de querer intimar con él, mucho más lejos de solo sentir su cuerpo. Sirius lo desea para siempre. Lo desea para pasar todos los días a su lado, para verlo reír, platicar, dormir, despertar, comer... poder sentir esos labios y volver a desearlos y a todo lo que Remus Lupin significa.

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