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—Sirius es un chico muy apuesto — Una amplia y falsa sonrisa es dirigida hacia el mencionado.

—Su hija no se queda atrás. — Se apresura a comentar Walburga, con otra sonrisa aún más falsa. — Muy hermosa y educada. ¿No es así, Sirius? — Sirius no se inmuta. Está sentado lo más mal educadamente posible y con una expresión que denota desagrado puro. Se encoge de hombros como respuesta. Walburga hace muy bien para esconder la mueca de odio que le lanza a su hijo. — Este muchacho, nunca sabe qué decir frente a una chica bonita. — Es obvio que Walburga no sabe todas las cosas que Sirius le ha dicho a las chicas. Mucho menos lo que ha hecho con ellas.

—¿No son así todos los hombres? — Ambas mujeres se ríen, falsa y exageradamente. Sirius agarra el vaso de refresco que tiene en frente y se lo empina de golpe, deseando con toda sus fuerza que contenga algún tipo de veneno y morir ahí mismo.

El restaurante en el que están es muy lujoso y de una calidad exquisita. Sirius no se queja de la comida, sino de sus compañías. Su padre ha decidido tener una cena “casual” con uno de los dueños de la cadena de restaurantes más famosa de la ciudad. Como el mal nacido parece no saciar su ansia de poder, planea asociarse y pegarse como sanguijuela al negocio en crecimiento. Orion es de la firme creencia que un empresario con una familia ejemplar inspira confianza para consolidar contratos. Es por eso que los ha arrastrado, a Sirius y a su madre, para asegurar el futuro proyecto.

A pesar de su verdadera personalidad, Walburga es toda una profesional en fingir ser la persona más amable y agradable del mundo. Es así como ha logrado que sus organizaciones para la ayuda de personas necesitadas hayan dado tanto éxito. Por eso Orion siempre confía en sus habilidades para conquistar a las personas y es un elemento fundamental en momentos como ese. Regulus aún es un niño; así que Sirius es la primera opción a tener en cuenta, aunque no la mejor. Orion sabía que su futuro socio tenía una hija de la edad de Sirius. No hubo más explicaciones por parte de su padre.

La chica sentada en frente de Sirius es, en efecto, muy hermosa. Su escote deja ver un busto atractivo, al igual que su vestido ceñido realza la figura de su cuerpo. Con unos ojos brillantes y pestañas largas, labios gruesos y sonrisa perfecta, cualquiera querría salir con ella. Incluso Sirius hubiera querido, en un pasado ahora muy lejano para él. Pensar en querer estar con Remus, o al menos poder chatear con él, hace que se dé cuenta de lo mucho que su vida ha cambiado desde que lo conoce. Parece inverosímil que esté ignorando a la preciosidad que tiene en frente, que esté desperdiciando una oportunidad perfecta para poder tener sexo, por un chico que le ha pedido tiempo para conocerse mejor. Está seguro que James se reirá por mucho tiempo de la situación.

Antes de que la cena termine, Walburga tiene la brillante idea de, para que los chicos se conozcan mejor, vayan al Shoreditch Pub Crawl. Tanto los padres como la chica aceptan de inmediato. Sirius está a punto de negarse, pero su madre se lo impide con una sonrisa, aceptando por él. Así que, rechinando los dientes y con ganas de patear gente, Sirius y Alison se retiran. Por un lado, Sirius agradece no tener que estar con su madre por un segundo más. Podría ser grosero y distante con la chica sin que se lo impidan.

En cuanto se suben al coche de ella, Sirius no hace el mínimo intento por entablar algún tipo de comunicación, a pesar de que la chica lo intenta. Están sentados en la parte trasera del automóvil, el cual está siendo conducido por un chófer. Hay unos minutos de silencio, en los que la ligera música que ha puesto el conductor inunda el amplio vehículo. Alison aprovecha que Sirius está distraído observando por la ventana, y se acerca a él. Es un movimiento que Sirius se sabe de memoria. Ha visto a muchas chicas hacerlo, él mismo lo ha hecho. Es sutil, tantea el terreno. La privacidad que da la ventanilla obscura que los separa de los asientos delanteros le da confianza a la chica. Posa la mano en la pierna de Sirius. Pega los senos contra su brazo. Acerca el rostro, lo seduce con la mirada.

—Podemos ir otro lugar. — Es un juego que Sirius ha jugado muchas veces. Seducir, proponer, actuar. Alison sube su mano. Sus dedos son delgados, muy finos. Se detienen en la bragueta de Sirius. Este sigue viendo a la ventana, se evalúa a si mismo. No hay otro sentimiento más que hastío dentro de él. Se sorprende de su propia reacción. Cierra los ojos, aún sin creerlo del todo, y lo único que ve es a Remus; ve su sonrisa, ve sus ojos. Lo ve a él y solamente a él. No hay nadie más, no habrá nadie más. No importa cuánto insista esa mano, no importa cuánto se mueva. Si no es la de Remus, no será la de nadie.

—Quítate. — La mirada de Sirius regresa a la ventana. La mano de Alison se detiene. No dice nada y se aleja con rapidez de Sirius, no sin antes apuñalarlo con los ojos. La chica le indica al conductor que lleven a Sirius a su casa, usando un tono que denota lo molesta que se siente. Unos minutos después, Sirius está en su hogar. Sus padres aún no han llegado, sube directamente a su habitación y se encierra en ella. Toma un baño, se pone la pijama y se mete a la cama. Son casi las dos de la madrugada. No está seguro de tener las fuerzas suficientes para poder despertarse a las 6:30 de la mañana e ir a trabajar.

Sirius trata de dormir, aunque le es prácticamente imposible. Da vueltas en la cama, con la mente llena de Remus y sintiendo esa mano aún en su bragueta. Si tan solo hubiera sido la de Remus… Sirius cierra los ojos, se toca suavemente. Se deja llevar por el placer que está sintiendo. Piensa en Remus, en sus largos y gráciles dedos; piensa en sus labios, en su boca. Piensa en cómo sería estar con él, poder tocarlo como Sirius se está tocando a sí mismo. En los sonidos que haría, las expresiones que pondría…Sirius piensa y se pierde. Se pierde en esa fricción que siente en su miembro, en la tensión que se va acumulando en su cuerpo hasta no poder más y expulsarla. Sirius jadea, con los ojos apretados, el corazón acelerado y la mano pegajosa. Logra dormir hasta media hora después, pensando en Remus y en todo lo que no le puede hacer.

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