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Es sábado. San Sábado. El último día de trabajo de la semana. Sirius tararea Nothin' but a good time mientras sirve papas y refrescos y, claro, mientras observa a Remus desde su puesto. Todos los días, sin excepción, va durante su descanso a comprarse un Espresso y a molestarle un poco. Incluso ya está acostumbrado a no ver su nombre en el vaso, los cuales colecciona debido a las cosas tan elocuentes que le escribe Remus. Pero ese día es diferente. Ese día no va durante el descanso porque una chica está hablando con Remus, justo donde Sirius siempre se sitúa para hablar con él. Arruga la nariz y frunce el ceño al ver como la chica hace su pelirrojo cabello hacia atrás y ríe con delicadeza, coqueta. Sirius no pude soportarlo más y le dice a su compañero que va a mear. Sale del McDonald's y camina sin descaro al Starbucks de enfrente.

-Hola, Remus. – El mencionado apenas y hace un ligero movimiento de cabeza como saludo. Sirius se pone junto a la pelirroja y la ve de frente, amenazante. Se sorprende, sólo un poquito, cuando ve que la chica le sostiene la mirada con unos ojos verdes llenos de ferocidad e inteligencia. Una chica difícil. – Lo de siempre. – Remus roda los ojos y le cobra sin prestarle mucha atención, lo cual molesta a Sirius. - ¿No me vas a presentar a tu amiga?

-¿Cómo sabes que soy su amiga? – Pregunta la chica con una voz mandona.

-Llevas aquí desde antes que empezara mi descanso, el cual dura media hora. Te ríes y te acomodas el cabello. A menos que te guste mucho el café, no veo otra razón por la cual estés aquí. – Sirius ve como los ojos verdes brillan maliciosos y una sonrisa juguetona aparece en el pecoso rostro de la chica.

- Puedo ser su novia. – Antes de que Sirius pueda procesar la información, su rostro se arruga en una mueca que demuestra lo mal que le ha caído el comentario. No sabe qué decir y las palabras se le quedan atoradas en la boca, estupefacto ante tal respuesta. La chica se ríe ante la reacción de Sirius, un sonido que comienza a serle molesto. – Es broma. – Logra decir entre risas.

- Vaya bromita. – Masculla Sirius entre dientes.

- Ella es Lily. Lily, Sirius. – Remus los presenta con una media sonrisa en el rostro, divertido por el comentario de su amiga. – Aquí está tu Espresso, Sirius. – No es la primera vez que escucha su nombre con la voz de Remus, y sin embargo no puede evitar un suave golpeteo en su corazón, ligero e insistente. El mejor golpeteo de su vida.

- Lily Evans. Es un gusto conocerte. Remus me ha hablado mucho de ti. – Sirius siente que levita y desaparece. Una felicidad enorme se apodera de su cuerpo y las palabras de Lily Evans no dejan de sonar dentro de su cabeza: me ha hablado mucho de ti.

-¿En serio? – No puede evitar el tono de alegría con el que formula la pregunta.

-Claro. Dice que hay un chico que no deja de molestarlo a cada rato y que lo acosa todo el tiempo. También me dijo que le cae mal ese chico y que le gustaría poder insultarlo, pero Remus es demasiado amable para hacer eso. – Remus está frente a la chica, recargado en la barra y con una ligera sonrisa. Trata de no reírse y se aguanta muy bien las ganas cuando ve el puchero que le lanza Sirius. La risa de Lily Evans vuelve a hacerse presente y Sirius no sabe si está hablando en serio o si es una broma. Con el poco tiempo que lleva conociendo a Remus, y por la actitud de este, está casi seguro que la pelirroja se lo ha inventado todo. Mas no puede evitar sentir un gancho en el estómago, parecido a cuando su madre le arruina sus salidas nocturnas. – Relájate. Remus me ha hablado de ti, pero no me ha dicho eso. – La mirada de Evans se vuelve picara, y ahora Remus sí tiene una reacción. Desvía la mirada y ladea un poco la cabeza para ocultar el rubor que ha subido por sus mejillas. Sirius siente la garganta seca y el corazón le brinca como loco.

- ¿Qué te ha dicho? -pregunta con dificultad, con la mirada puesta en Remus, en esos ojos tímidos que evitan mirarlo pero terminan haciéndolo y lo miran, sólo a Sirius, al chico que le habla todos los días y usa el pretexto de querer un Espresso para poder escuchar su voz, grave y suave, perfecta.

- Bueno, eso le corresponde a él decirlo. – Lily los observa, abrumada por la intensidad de ambos chicos, sintiéndose como una intrusa entre ellos. – Bueno , Remus, y tengo que irme. – El mencionado tarda en reaccionar, se despide de su amiga con torpeza y parece suplicarle con la mirada que no se vaya, que no lo deje a solas con Sirius. Lily Evans se va, por fin, y Sirius se acerca a la barra, se recarga en ella y bebe de su Espresso.

- ¿No tienes que regresar a trabajar? – Remus luce nerviosos, incómodo por la presencia de Sirius, por esos ojos grises que han descubierto que hablan sobre ellos. Sirius se encoge de hombros.

- Prefiero estar aquí.

- Pues no creo que tu gerente prefiera eso. – Remus ahoga una risita y Sirius se gira para encontrarse con el rostro enfurecido de su "jefe". Gruñe por lo bajo y regresa a su puesto. Se termina el Espresso y voltea el vaso, listo para encontrarse con alguna de las frases tan características de Remus. Pero lo que ve no es una frase, es algo mejor, algo hermoso. La letra está más pequeña de lo normal, más apretujada, y forma números, y debajo de esos números hay un nombre. Remus Lupin.



Sirius sólo trabaja medio tiempo los sábados; así que, en cuanto el reloj da las tres de la tarde, se quita su gorra, deja su puesto listo y camina al checador con una sonrisa de oreja a oreja. Sale del McDonald's, seguro que Remus también se está alistando para irse, pero cuando lo ve en el mostrador, con la misma expresión seria de siempre y sin ninguna intensión de moverse de ahí, el ánimo de Sirius cae en picada.

-Sabes, tomar tanto café no es bueno -dice Remus cuando lo ve llegar.

-¿Trabajas a tiempo completo los sábados? – Remus asiente con la cabeza y el plan que Sirius tiene para invitarlo a salir se derrumba por completo. No puede evitar que una mueca de disgusto aparezca en su rostro y su ceño se frunza, haciendo un puchero con la boca. - ¿Mañana tienes el día libre?

- No lo sé. A veces ayudo a mi mamá a vender afuera de la iglesia. – Sirius sigue molesto, pero la curiosidad es más grande y pregunta qué es lo que venden él y su mamá. – Cosas que ella hornea, como galletas, pan, pais... Ese tipo de cosas. – Remus se encoge de hombro y hace una expresión rara, nueva para Sirius.

-¿Cualquiera puede ir? –

-Es una iglesia, Sirius. – Responde Remus con ganas de reírse. Sirius lo medita un rato. Tal vez no pueden salir ahora, pero puede que mañana si pueda, y hasta conozca a la mamá de Remus. La mamá de Remus. La idea es muy tentadora. Una sonrisa se forma lentamente en el rostro de Sirius, una sonrisa que no presagia nada bueno.

- Bueno, es sábado en la tarde y hace una semana que no salgo a divertirme.

-¿Vas a ir a conquistar chicas con tu moto? – Pregunta Remus. Su tono es casual, amable, como si el tema no fuera de su importancia; sin embargo, Sirius sabe que Remus está más que interesado en saber si va por ahí conquistando chicas. Lo sabe porque lo ve en su mirada, porque escucha un dejo de intriga en su voz, porque Remus Lupin es sólo una fachada y detrás de él hay un chico que realmente se siente atraído a Sirius.

-Tal vez. – Sirius no va a conquistar chicas, ya no hay ninguna que le interese. Deja la duda flotando en el aire, suave y delicada se posa junto a Remus y lo hace poner, de nuevo, una expresión nueva para Sirius. – Adiós. – Sirius da media vuelta y camina hacia el estacionamiento, con la intensa mirada de Remus sobre su espalda.

EspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora