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Bueno, ha sido un tiempo desde la última vez que publiqué JAJAJAJAJ. Pero aquí andamos. Pasaron un par de cosas que me habían mantenido ocupada, aunque nunca dejé de tener en mente la continuación del fic. Por suerte (?) ya solo estamos a unos 3-5 capítulos de que termine, lo cual me hace muy feliz y al mismo tiempo triste. Decidí que en cuanto termine el fic, lo editaré para corregir errores y ya por fin darle el final que se merece. Gracias a los que siguen leyendo, lo empecé hace 6 años (dios mío) y hay algunas personitas que aquí siguen. En verdad, siempre lo he dicho y siempre lo diré: son mi motivo para seguir escribiendo.
El agua caliente de la regadera logra relajar los músculos tensos y adoloridos de Sirius. Trata de recordar cuándo fue que empezó a sentirse tan jodidamente cansado, como si en cualquier momento del día fuera a caerse dormido. Piensa que tal vez se deba al entrenamiento. Va a ser la última vez que tenga la oportunidad de jugar rugby en un campeonato, así que está dispuesto a dar más del cien por ciento para volver a ganar las nacionales. Sin embargo, el rugby no es lo único que lo mantiene bastante ocupado. Desde que ha dejado de vivir con sus padres, Orion no ha hecho más que enviarle montañas y montañas de trabajo. Investigaciones tan extensas y extenuantes que Sirius llega a no dormir durante días por terminarlas. Pese a que quisiera mandar a su padre a la mierda con la cantidad absurda de trabajo que le da, no puede hacerlo. La paga por su trabajo es el único ingreso que tiene y el que utilizará para vivir en Oxford cuando Remus entre a sus clases en la universidad. A veces no puede evitar perderse en sus pensamientos al imaginarse su vida junto a Remus; solo los dos viviendo juntos y convirtiéndose en una familia. Sirius no tiene la paciencia suficiente para esperar por unos meses más. El cansancio, fastidio y agotamiento no hacen más que incrementar esa sensación de desesperación de ya despertar y encontrarse en su nueva casa con Remus.
Sirius termina de bañarse y sale de la regadera para vestirse junto con sus compañeros de equipo. Hace todo lo posible por distraerse con las conversaciones banales de los otros chicos. Sin embargo, su mente sigue en constante movimiento y aunque trata con todas sus fuerzas de no centrarse en la verdadera causa de su cansancio, no puede evitarlo. Sirius no se considera como alguien que se preocupe mucho de las cosas. Admite que cuando se trata de Remus, sí se preocupa, pero respecto a otros aspectos de su vida, vive tranquilo y alivianado. Eso ha sido siempre, y quiere que así continúe siendo. No obstante, hay algo que lo tiene...jodidamente preocupado.
Walburga Black es una mujer decidida a obtener siempre lo quiere sin importar lo que se tenga que hacer para conseguirlo. Desde que sus hijos eran bebés, nunca los ha visto como los seres humanos que son, sino como herramientas que forman parte de sus planes. Incluso antes de que Sirius pudiera articular bien sus palabras, Walburga lo usaba en toda oportunidad posible para quedar como la madre del siglo. Y obviamente, una mujer de su asquerosa categoría, tiene que dar la imagen de esposa perfecta, con familia perfecta e hijos perfectos. A Sirius no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que su madre era madre solo cuando lo llevaba a esos eventos aburridos llenos de adultos, o cuando había cámaras y luces brillantes alrededor. Para Walburga, todo son apariencias, y ya sea por verdadero motivo o solo un capricho, siempre, siempre, procura mantenerlas. Es por eso que Sirius ha estado preocupado.
Al haberse ido él de la casa, la mentira más grande de Walburga puede desmoronarse en cualquier momento. Pero Sirius no puede conciliar el sueño solo debido a eso, claro que no. Si no que es el constante miedo de que Walburga no ha hecho absolutamente nada para arreglar el problemita que le ha causado su primogénito. Nada. Lo último que supo de ella fue acerca de la llamada poco casual que tuvo con Euphy. Aunque eso no es lo peor. Lo que en verdad hace que Sirius de vueltas, y vueltas, y vueltas en la noche sin dejar de pensar, son todas las posibilidades que tiene Walburga para arruinar a los Potter.
La asociación Black-Potter empezó mucho antes de que Sirius y James nacieran. Incluso mucho antes de que las parejas pensaran en tener hijos. Es una asociación de la que Sirius no tiene ni idea de cómo es que ha llegado a funcionar tantos años, ya que ambos matrimonios son prácticamente lo opuesto. Sirius no ha encontrado otra explicación más que comparar esa simbiosis con la de la rémora y el tiburón. Los Potter no son estúpidos para soltar la protección que los Black les pueden brindar, y los padres de Sirius son lo suficientemente listos para saber todos los beneficios que las empresas de los Potter les pueden dar. Sirius no es tonto como para no darse cuenta de que, a pesar de los años que llevan los Potter en el negocio, el gran tiburón Black aún es necesario para mantenerlos a flote.
Noche tras noche, día tras día, Sirius se repite una y otra vez que Orion es un hombre inteligente, consciente de todos los beneficios que la asociación con los padres de James le brinda y le puede seguir brindado por muchos años más. Sirius tiene fe, no sabe de dónde, de que por primera vez en su vida Walburga piense con su cerebro y no con las podridas emociones que la han estado manejando durante toda su existencia.
Ya listo y sin tener otra excusa para seguir en los vestidores, Sirius sale por fin del lugar que no le sirvió para distraerse ni una mierda. No le sorprende ver que Remus lo está esperando, y la sonrisa con la que lo recibe el chico es demasiado fuerte para poder alivianar su carga un poco. Pese al cansancio extremo y la fatiga constante que Sirius siente, es feliz. Es feliz como pensó que era imposible serlo. Es feliz al poder abrazar a Remus, poder olerlo, sentir su calor y su cuerpo; poder escuchar su voz, su risa, sentir su mirada, su tacto... Sirius es feliz cada que llega el fin de semana y no encuentra la necesidad de salir huyendo de donde está viviendo, simple y sencillamente porque no hay nadie que lo motive a hacerlo. Es feliz cuando puede pasar tiempo con Fleamont y Euphy, cuando puede jugar videojuegos toda la tarde con James, cuando sale de esa modesta habitación en la que duerme, y no se siente como un intruso de mierda. Es feliz porque es él. Es él mismo viviendo los mejores momentos de su juventud, con oportunidades que sabe que no las merece, pero que ahí están. El entrenamiento exhaustivo, el dolor en el cuerpo, el agarrotamiento en los músculos, la fatiga constante, no son nada cuando puede despertar una vez más y sentirse maldita y jodidamente feliz de que así haya sido.
Es feliz hasta que su madre se hace presente en sus pensamientos. Es feliz hasta que esa maldita mujer vuelve a atormentarlo, a tenerlo bajo sus garras, y a recordarle que mientras ella siga vivía, Sirius nunca podrá saber qué significa ser feliz por completo.

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Espresso
FanfictionRemus trabaja enfrente del trabajo de Sirius, el cual no puede evitar caer perdidamente enamorado de él. Portada hecha por: @JORGEAKUANDOMNGUEZ