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Me he sorprendido incluso yo de lo solo que se escribió este capítulo JAJAJAAJA. Está un poco corto, pero no os desespereís que ya estamos cada vez más cerca del final (?). Espero les guste y gracias por leer Espresso ❤


—¿Crees que Sirius es gay? — Lily saca su cabeza del libro que está leyendo y mira a Remus con el ceño un poco fruncido. Sus largas y delgadas piernas que están recargadas sobre la pared de su cuarto, se bajan y se posan en la cama. Remus aún no comprende el raro hábito de Lily de leer de cabeza.

—¿Por? — La chica se acomoda en una posición normal después de media hora; se sienta en la cama y esos ojos verdes taladran al pobre de Remus, quien se encuentra usando el escritorio de su amiga.

—Dijo que estaba enamorado de mí.

—Eso no es muy heterosexual de su parte. — Lily se ríe, Remus esboza una ligera sonrisa. — Yo creo que Black no tendría problema con tirarse cualquier cosa que se mueva. — Lily vuelve a abrir su libro. Se acuesta boca arriba y sube sus piernas hasta la pared para posarlas de nuevo sobre esta. — Pero si dijo que estaba enamorado de ti, no veo por qué no creerle.


La primera semana de las vacaciones de verano transcurre a una velocidad que deja a Remus sorprendido. La euforia de haber ganado las nacionales dejó a todo el equipo de rugby en un éxtasis tan fuerte que Remus no supo nada de Sirius ni de James hasta tres días después. Ambos chicos se disculparon tanto con Peter como con Remus y les aseguraron que las asperezas entre el equipo ya habían sido limadas. Escuchar la noticia y ver la felicidad reflejarse en esos ojos grises fue suficiente para que Remus se sintiera en paz y en calma. El partido de la final es algo que no podrá olvidar nunca en su vida. Ver a Sirius jugar será algo con lo que pensará por el resto de los años que le queden por vivir, y una de las muchas razones por la cual seguirá cayendo perdidamente enamorado de él. Enamorado.

Remus no ha tenido la oportunidad de platicar sobre el tema con Sirius debido a los acontecimientos de los últimos días. Estaba casi seguro que, en cuanto las vacaciones empezaran, Sirius no dejaría de insistir en ello. Pero no ha sido así. Es más, se ha visto tan pocas veces con Sirius que ha empezado a cuestionarse lo que está sucediendo. No le ha hablado por teléfono y sus mensajes son escasos a comparación a los que está acostumbrado recibir. Remus. Tampoco quiero hostigarlo y prefiere darle su espacio, mas le está resultando realmente difícil poder contenerse. ¿Es así como se siente Sirius todo el tiempo?

No es hasta mitades de la segunda semana de vacaciones, justo cuando Remus ha empezado a buscar trabajo, que Sirius llega de improviso a su casa. Se siente tan sorprendido que se queda de pie en la puerta sin saber qué decir o hacer.

—¿Vas a invitarme a pasar? — Sirius sonríe. Es una sonrisa amplia, de esas que roban el aliento. Remus no responde y simplemente se hace a un lado para que Sirius entre. Hope se encuentra en su trabajo, así que la casa está disponible solo para ellos dos. — Disculpa que no haya estado muy activo. Mi padre quería que lo ayudara en un trabajo. — Ver a Sirius en su casa siempre es una escena muy peculiar para Remus. Es como si de repente la habitación se hiciera muy pequeña y no fuera suficiente para abarcar todo lo que Sirius significa.

—No te preocupes. — Remus se abre paso a la cocina. Se mete al refrigerador para buscar un poco de agua fresca y aprovecha en bajarse el calor agobiante que lo ha atacado sin previo aviso. — Espero todo este bien.

—Todo está excelente. — Remus no lo ve, pero puede oír la expresión salvaje en el rostro de Sirius. — Todo está tan excelente que te tengo una sorpresa. — Remus voltea a ver a Sirius de inmediato. Su corazón se sobresalta, sus sentidos los traicionan. Sirius y las sorpresas no presagian nunca nada bueno. La habitación está tan en silencio que Remus tiene miedo que su pulso retumbe por todo el lugar.

—Sirius... — El mencionado toma el vaso de agua que Remus aun sostiene en su mano. Lo vacía de un sorbo y lo vuelve a poner en la mano del chico.

—¿Sí, Lupin?

—¿Qué te traes?

—Son vacaciones, Remus. ¿Piensas quedarte aquí durante los próximos dos meses?

—Pienso buscar un trabajo, igual que en todas mis vacaciones. — Sirius deshecha el comentario con un movimiento de la mano. Toma una de las sillas del comedor y se sienta en ella, de frente. Recarga su barbilla en el respaldo de la silla, el pantalón se le ajusta demasiado en las piernas debido a lo abiertas que se encuentran. Remus no se controla y mira de reojo. Su mente es invadida por Sirius en el campo de Rugby, por sus muslos marcados, definidos y fuertes, por sus pantorrillas de acero, por ese trasero que parece un insulto para los demás mortales. No puede evitarlo y traga con dificultad.

—Te propongo un plan. — Remus está a punto de interrumpirlo, pero Siriusse lo impide. — Peter, James, tú y yo. Francia. Tres semanas. Yo pago tusgastos. ¿Qué dices?

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