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Bueno, ya tiene un tiempo que no publicaba. Me tomará un rato poder acostumbrarme a los capítulos y a acoplarme a la historia. No prometo que vaya a publicar seguido, solo espero poder terminar la historia. Gracias a los que han leído y a los que siguen leyendo. 

La entrevista de Remus con el decano termina muchísimo mejor de lo que Remus ha esperado, y no puede evitar suspirar aliviado en cuanto sale de aquella espaciosa y muy ordenada oficina. Se recarga por unos segundos en la puerta y rememora la última hora de su vida. Vuelve a sentir los nervios subir por su cuerpo, las ganas de ir al baño lo invaden otra vez, y las malas jugadas de su mente se hacen presentes de nuevo. Está seguro que el inicio de la entrevista hubiera sido muchísimo más fácil si sus recuerdos no hubieran estado bombardeados de Sirius y la noche anterior.

Remus cierra los ojos, se pierde por un momento en esa tenue luz nocturna que ilumina parcialmente esa mirada gris. Se pierde en la sensación del peso de Sirius hacerse presente sobre su cama, de la silueta de una erección que aparece frente a sus ojos, del aroma del sexo de Sirius llegar a su nariz, de sentir su propia erección abultarse contra sus pantalones. Remus recuerda y su pulso se acelera. Se acelera cuando ve la mano de Sirius cerrarse alrededor de su propio miembro y moverse, moverse hasta que Sirius gime y frunce el ceño y gruñe y jadea. Remus no sabe a donde ver, no quiere perderse de nada. Es la primera vez que ve a Sirius masturbarse, es la primera vez que tiene su erección tan de cerca, es la primera vez que lo ve llegar y venirse y arrugar la nariz y luego relajar el rostro, abrir la boca y exhalar con demasiada fuerza. Remus no siente el semen caliente de Sirius sobre su rostro hasta mucho después. No lo siente porque ha sido embelesado, porque todos sus sentidos están ocupados en no olvidar esa expresión, ese ceño fruncido, esa pequeña victoria que se asoma entre los pequeños vestigios que la luz nocturna le permite mostrar.

Remus regresa a la realidad, erecto y ansioso de llegar a su habitación y encontrarse con Sirius. Camina con parsimonia por los pasillos de la universidad. Su mente revolotea por el examen que realizó el día anterior, por la entrevista que acaba de tener, y por la clara molestia que Sirius simplemente no puede ocultar. Remus cree haber dejado más que claro que cuando se trata de la escuela, él no existe más que para su mamá y eso solo si alguna emergencia se presenta. Está seguro que el tiempo que llevan estudiando juntos ha sido suficiente para que Sirius haya comprendido eso. Piensa que decírselo directamente podría ocasionar aún más molestia en Sirius y lo que menos quiere Remus es un conflicto. Aún no sabe qué es lo que tuvo que hacer su novio para poder conseguirle esta segunda oportunidad, pero está seguro que no fue nada sencillo y lo que Remus quisiera sería causarle otra molestia, aunque tal parece que justamente eso está haciendo.

Estando demasiado ensimismado en sus pensamientos, Remus no se da cuenta y choca contra algo firme y cálido. Siente que se tambalea hacía atrás, pero es sostenido por unas manos grandes y firmes. No tiene que levantar la vista para saber a quién le pertenecen.

— ¿Estás bien? — Remus se ríe por lo bajo, la situación le parece un poco cómica. Sirius lo mira y luce tranquilo, al menos más tranquilo que en los últimos días. Su cabello está sostenido en un moño holgado y hay un poco de sudor en su rostro.

—Gracias, Sirius. — Este lo suelta y su expresión se torna un poco curiosa. Remus puede ver las ganas que tiene el chico por hacerle muchas preguntas y, sin embargo, no escucha ninguna. Le parce un tanto extraño que Sirius se guarde todas esas dudas y le pregunta si también se dirige a la habitación. Este se encoge hombre y lo sigue en silencio. Caminan sin que alguna palabra se cruce entre ellos y Remus no puede evitar sentirse un poco inquieto. Piensa en lo que Lily le aconsejaría. Ella definitivamente le diría que hable con Sirius, que a él hay que explicarle las cosas con bolitas y palitos y que así podría terminar con la tortura de ambos. Es cierto que Remus ha estado muy ocupado y se ha perdido en todo lo que Oxford puede ofrecerle; ha estado viviendo el sueño de su vida y ha dejado a Sirius un poco de lado por eso. Remus sinceramente no cree que ha actuado muy diferente a como cuando están en época de exámenes en su escuela. ¿o sí?

En cuanto ambos chicos entran a la amplia habitación, Remus cierra la puerta con suavidad. Tiene medio torso de espaldas a Sirius, cuando siente que unos brazos lo envuelven. El sudor del chico impregna a Remus, lo hace suspirar y devolverle el gesto. Le gusta sentir a Sirius, su cuerpo, su calidez; le gusta olerlo y acomodar su cabeza entre su hombro y su cuello. Es así que siente como Sirius traga saliva y carraspea un poco antes de hablar.

—Ayer... creo que fue grosero lo que hice. — Remus sonríe. Espera a que Sirius diga algo más pero el chico no vuelve a hablar. Remus deshace el abrazo con lentitud y mira directamente al chico que tiene enfrente.

—Lamento no haber podido pasar tiempo contigo en estos días. He estado ocupado en el examen y preparándome para la entrevista. — Remus se detiene unos segundos, escrudiña el rostro de Sirius y prosigue: — Agradezco muchísimo la oportunidad que me has dado y quiero aprovechar todo lo que pueda. Es por eso que mantengo mi celular apagado, pero no significa que no te extrañe o no quiera estar contigo. — El rostro de Sirius se arruga de una forma nueva para Remus. Parece como si un dolor muy grande se hubiera hecho presente en él; un dolor vergonzoso que lo obliga a bajar la mirada y a balbucear.

—Traté de ser comprensivo... Yo sabía que estabas ocupado... Lo intenté, lo juro. — Remus tiene que agacharse un poco para poder entender lo que Sirius le está diciendo. — Sé que hice algo malo, no decirte que veníamos aquí...Y no te veía, y te ibas... En verdad lo intenté, Remus. — Remus no sabe todo el esfuerzo que puso Sirius en intentarlo, pero se lo imagina. Lo imagina al ver los hombres caídos de Sirius, su mirada triste, su aire de derrota. Sirius ha sido comprensivo con Remus en muchas otras ocasiones y no lo culpa por no haber podido aguantar tanto en esta ocasión. En realidad, cree que su manera de "desahogarse" fue mucho mejor que en situaciones anteriores.

—Yo lo sé. Gracias, Sirius. — Es Remus quien toma a Sirius del rostro y le besa suavemente los labios. Es Sirius quien cierra los ojos y se deja besar con suavidad. Son los chicos que se abrazan y se sonríen y pasan la tarde juntos en aquella habitación de los dormitorios de Oxford. 

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