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Como muchos han deducido, esta otra mitad será contada desde la perspectiva de Remus. Sinceramente, SIEMPRE me ha gustado un poco más escribir desde el punto de vista de Sirius, ya que Remus se me hace un tanto difícil; y aún más que llevo años sin escribir pensando como Remus. La última vez que lo hice fue en mi otro fic y uuuh, ya tiene un buen. Les pido paciencia en lo que me voy acostumbrando al cambio. Gracias por leer y por sus comentarios. Siento que los he condicionado a comentar, y me gustaría que lo hicieron solo si en verdad quieren hacerlo ❤

¡Gracias infinitas y nos leemos pronto!



La biblioteca del nuevo colegio es mucho más grande que la del anterior. Demasiado sofisticada para que Remus se acostumbre, aunque lo suficiente para que quiera pasar el resto de su tarde ahí.

Después de ver el entrenamiento de Rugby del día anterior, Remus ha llegado a la conclusión que su pobre corazón y débil mente no podrán soportar volver a ver algo así. Demasiado contacto y ropa muy delgada para su gusto. Los músculos tensos de Sirius lo persiguieron hasta la mañana de este día, y le ha resultado algo difícil poder verlo a la cara sin recordar el bulto MUY marcado que se generó en la entrepierna del chico. Tiene que hacer uso de toda su concentración para poder entender lo que está leyendo y no pensar en cómo se verían las piernas de Sirius el día de hoy durante su práctica.

Remus está a punto de terminar sus deberes cuando Sirius entra a la biblioteca. Desde su lugar puede ver la sonrisa que el chico le lanza a la bibliotecaria y el efecto que tiene en ella. Remus no está muy seguro de que algo así sea legal. Un par de infracciones más, y Sirius está sentado en la mesa de Remus. Su cabello está húmedo y huele a shampoo para hombre. También hay un olor muy fresco alrededor de Sirius que resulta bastante agradable para Remus. Aspira un poco, con mucha sutileza. Demasiado agradable. Deja salir el aire al preguntarle a Sirius si ya ha terminado su entrenamiento.

—En efecto. He venido por ti. — Sirius se recuesta en la mesa, sobre sus brazos. Desde abajo ve a Remus con un brillo en los ojos capaz de robarle el aliento a cualquiera. Su mirada es tan penetrante, que Remus no la soporta. No puede cuando hay claramente ternura y felicidad taladrándole el alma. Parece que Sirius no es consciente de lo fácil que es de leer y lo mucho que eso puede afectar a Remus. Lo que menos quiere es un pretexto para salir lastimado de nuevo. Ha visto miradas muy parecidas y todas lo han dejado.

—Mmmm. — Con el pretexto de revisar su cuaderno, Remus se resguarda en donde no pueden dañarlo. — Aún tengo que terminar algunas cosas.

—Te espero. — No hay nada que pueda hacer contra eso, así que Remus se dispone a terminar de estudiar. Pero, al parecer, Sirius tiene otras intenciones. No deja de mirarlo; está pendiente de cada movimiento mínimo que haga. Remus encuentra imposible concentrarse. Son esos ojos grises que lo ponen tan nervioso los que lo ven como si nunca hubieran visto nada igual antes en su vida. Sirius tiene esa mirada, embelesada, la misma que todas las chicas ponen cuando lo ven. Y él la pone cuando ve a Remus. Debe ser muy bueno manejando sus expresiones. Nadie pondría una mirada así por Remus. ¿Por qué lo haría? No es guapo, no tiene dinero, es aburrido y habla muy poco. Una parte muy grande dentro de Remus le grita que disfrute mientras pueda; que Sirius se aburrirá de esperar, de "quererle", y que tendrá que estar preparado para cuando eso pase. Y otra parte, la más pequeña, trata de aferrarse a la esperanza que su valor como persona le otorga. No es mucha, ni siquiera es suficiente para mantener los pensamientos negativos en control. Si solo Sirius no mostrara interés en él, sería muchísimo más fácil.

Remus se da por vencido y recoge todas sus cosas. Sirius lo observa mientras pregunta si ya ha terminado. Remus responde vagamente y Sirius vuelve a hacer una pregunta. Lo invita a salir. Remus se distrae demasiado en ordenar su mochila. Tiene que evitar el contacto visual con Sirius a toda costa. Decide desviar el tema.

—¿No tienes tarea que hacer? — No lo ve, pero Remus siente cuando Sirius roda los ojos. De reojo ve esa sonrisa de lado que el chico pone siempre que evade cualquier responsabilidad.

—Se entrega mañana, aún me quedan varias horas para hacerla. — Remus se pone de pie, cierra su mochila y se la cuelga. Ve a Sirius, ignora su rostro encantador que le corta la respiración, y usa el tono más autoritario que tiene.

—Ahora es un buen momento para hacerla. — Hace el amago de retirarse, ya ha pasado la silla de Sirius, da un paso y se detiene. Una mano grande y fuerte lo toman del antebrazo, muy cerca de la muñeca. La tela del suéter que lleva puesto es gruesa, y aún así puede sentir el calor que desprende la mano de Sirius. Se gira en automático. Grave error.

—Vamos por unas malteadas. Yo invito. — Remus es débil. Su debilidad será su perdición. El contacto de su piel más la súplica de su rostro destruyen la capacidad de Remus para negarse y termina accediendo. Cuando Sirius se pone de pie y lo suelta, Remus aún puede sentirlo.




Lo primero que hace Remus al llegar a su casa es terminar los deberes que no pudo terminar en la biblioteca. Está sentado en su escritorio, con las piernas encogidas para poder caber, y los libros desparramados en la pequeña mesa. Su celular vibra y Remus checa la notificación. Es Lily preguntándole cómo ha estado su día. Remus sonríe ante el recuerdo. Aun tiene en la mente a Sirius; su sonrisa, sus miradas, su voz... Jamás se ha sentido tan a gusto con otro chico, o por lo menos con uno que tenga intenciones de llevárselo a la cama. Empieza a conocerlo mejor y, aunque no tengan casi nada en común, parecen ser buenos amigos. Recuerda la plática durante su salida del día de hoy; Sirius hablando hasta por los codos sobre cualquier cosa, riendo muy alto, haciendo todo lo posible para que Remus también hable. Lily ha sido la única que ha tratado de hacer lo mismo. Nadie quiere hacer hablar a Remus. Y Sirius se empeña tanto en ello que duele. Duele porque al final dejará de hacerlo.

Hay una sonrisa triste que surca el rostro de Remus. Toma su celular y se dirige a la galería. Busca entre sus fotos la que le tomó a Sirius meses atrás cuando fueron al parque. Hay una en especial que le encanta. Sirius está sonriendo, su cabello revolotea alrededor de su rostro y este trata de ponerlo detrás de su oreja. Sus ojos están cerrados, y no hay necesidad de verlos para notar la calma y felicidad que hay dentro del chico. Luce hermoso, y no por su físico. Remus suspira. Trata de controlar los sentimientos que crecen dentro de él. Son desbordantes y peligrosos. Odia hacerse expectativas. Odia estar enamorado. Su control no durará mucho. Y Sirius no lo ayuda en absoluto. 

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