89

433 49 13
                                    

Sirius no está sorprendido de ver a una mujer en el cuarto de James. O que esa mujer sea Evans. Tampoco es la primera vez que ve a una chica con la falda levantada. Y tampoco es que no haya visto antes el amiguito del miope de James. Pero, joder. Sirius pudo haberse ahorrado la imagen mental de Jimmy con cara de espanto, el pito de fuera y con Evans a punto de darle la primera cogida de su vida. Evans arriba. Señor, James no está cogiendo, se lo están cogiendo.

Claro que el primero que los ve es el jodido de James. El ojete mal parido que nunca le dijo que tenía una relación (o lo que fuera) con la estirada de Evans. Nadie dice nada. James se ha vuelto mudo. Evans no tiene ni puta idea de que la están viendo prepararse para hacer lo que tiene que hacer. Sirius agradece que la falda le cubra el culo porque no cree poder vivir con la imagen mental de haber presenciado gráficamente la primera vez de su amigo. Remus carraspea, Sirius lo imita. Evans pega un brinco inhumano y rueda hasta caerse de la cama. James se queda pegado a la cama. Y, al igual que a Sirius, la excitación se le ha bajado de golpe. Nada peor que arruinar dos cogidas, y todo por el mojigato de James y su nula capacidad de decirle que no a una chica.

—Estaremos en mi cuarto. — Sirius toma a Remus de la mano y camina sin mirar atrás hasta la habitación en la que ha estado viviendo durante las últimas semanas. Es hasta que Remus entra y cierra la puerta detrás de él, que habla. — Maldito Potter. ¿Tú sabías algo de esto? — Sirius no está molesto por su amigo y su reciente vida sexual. Está molesto por la traición, por la falta de confianza. Sirius no es idiota, y James es un pésimo mentiroso. Obviamente había algo entre Evans y él. Pero hubiera sido lindo si su amigo se lo hubiera dicho.

—Bueno, sabía que estudiaban juntos, pero no que, pues, ya habían ido más allá. — ¿Estudiar juntos? Sirius recuerda todas las veces que James volaba al estacionamiento después de los entrenamientos. Ahora todo tiene sentido. Sirius respira, varias veces. Se repite que no está molesto y que no es una situación imposible de resolver hablando como gente civilizada. James ha sido su amigo por toda la vida, y eso no significa que no tenga sus propios secretos o cosas las cuales preferiría mantener para sí. Sirius lo sabe, lo entiende. Pero es tan difícil poder hacer que sus sentimientos también comprendan eso. Remus se acerca a él. Toma su rostro con suavidad y lo obliga a verlo. — Estoy seguro que James también se siente mal respecto a esto. Iré a ver a Lily. ¿Quieres que le diga a James que necesitas tiempo? — Sirius observa al chico con expresión serena que tiene enfrente. El pecoso rostro de Remus luce bastante tranquilo. ¿Cómo puede verse tan relajado cuando su mejor amiga le ha hecho lo mismo?

—¿No te sientes molesto?

—Tal vez un poco triste. Pero sé que Lily no lo hizo con la intención de lastimarme. Y respeto que tenga una vida privada. — Ah, joder. Remus lo hace ver tan fácil. Sirius camina hacia la cama y se desploma en ella. Observa el techo del cuarto, tan liso y simple. Qué envidia.

—¿Cómo le haces? — Sirius siente a Remus sentarse en la orilla del colchón.

—Porque soy super dotado, Sirius. Solo algunos tenemos este super poder. — Sirius busca a Remus con la mirada. Este tiene una sonrisa. Bastante relajado, casi contagioso.

—Ya sé que estás dotado, Remus. No tienes que recordármelo.

—Tal vez no tanto como James. — Sirius ve como la risa llega primero a esos ojos de pestañas anormalmente largas, y luego la escucha llegar. La risa de Remus es gangosa y ahogada. A Sirius siempre le ha causado gracias y ternura, y no puede evitar reírse con él.

—Estás enfermo, Lupin. — Remus se recuesta de lado junto a Sirius. Le rosa el rostro con sus dedos, muy delicadamente, como si Sirius fuera una flor a punto de romperse.

EspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora