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Estaba bien inspirada escribiendo este cap, cuando algo sucedió y me dio el bajón horrible. Así que el final está algo un poco suelto, no me gusto mucho pero si no publico hoy, no publicaré nunca. Gracias por leer Espresso. 


Remus ha ido aprendiendo durante años a dejar de odiar a su padre. Aunque no siempre fue así. Al principio solo quería su amor. Remus era un niño y no entendía el porqué del comportamiento de su papá. No importaba lo que hiciera, parecía como si nunca fuese suficiente. Eso explica mucho la conducta de Remus hacia los chicos que le gustaban. Y es por eso que decidió por fin ir a terapia, aún después de mucha insistencia de su madre y de haber dejado de asistir a las citas con la psicóloga infantil.

Con Albus, su actual psicólogo, comenzó un proceso realmente complicado y doloroso. Remus nunca había querido aceptar que su padre no lo amaba, puesto que este siempre se lo decía; después de cada golpe, cada maltrato, cada vez que destruía lentamente su estabilidad emocional, le recordaba lo mucho que lo amaba. Y Remus le creía. Se aferraba a ese sentimiento con la poca fuerza que le quedaba. Desprenderse de él ha sido complicado. Una vez que Remus comprendió que el amor no era lo que había estado recibiendo por tantos años, el odio llegó. Era tan fuerte y tan intenso que Remus difícilmente lo podía controlar. Llegó a tener miedo de sí mismo. Y ese miedo lo convirtió aún en más odio. Perdonar ha sido difícil. Puede perdonar a todos los chicos que lo lastimaron. Puede perdonar a las personas que lo han molestado y tratado con indiferencia. Podría perdonar a Sirius sin importar lo que le hiciera. Pero su padre...aún le es difícil.

—Entonces, ¿quieres quedarte aquí en lo que llegan James y Peter, o subimos a mi habitación a jugar videojuegos? — Remus mira a Sirius con una intensidad muy poco común en él. Piensa en su situación con su papá y no puede evitar sentir una gran curiosidad de la situación de Sirius con su mamá. Le pica por todo el cuerpo, le cosquillea en la garganta. Es como si tuviese la necesidad de saber en ese preciso momento lo que ocultan esos ojos grises y esa ligera sonrisa que roba el aliento. Está seguro que Sirius se siente de la misma manera que él. Y se compadece del pobre chico. Ahora que se encuentra en la misma circunstancia, empatiza con el ansia del chico al hacer sus preguntas siempre fuera de lugar.

—Aquí está bien. — Remus sabe que estar en una habitación a solas con Sirius es realmente peligroso, y aún más cuando podría cometer una imprudencia. Este trata de que la decepción no se muestre en su rostro y sube a su cuarto a cambiarse. Remus aprovecha y entra al baño que hay al fondo, especial para el área de la alberca, y saca de su mochila el traje de baño que Sirius le prestó hace ya un tiempo atrás. Es el único que tiene y siempre que lo usa algo sucede entre Sirius y él. Ha estado pensando seriamente en comprarse uno con el dinero que ha obtenido de las tutorías y regresarle el short a Sirius; no es que sea supersticioso, pero siempre es bueno evitar cualquier percance.

James y Peter llegan justo cuando Sirius regresa de su habitación. Los chicos se meten a la alberca casi al instante, y juegan con las pistolas de agua que ha llevado Peter. Remus los observa sentado en uno de los camastros que están cerca de la piscina. Quiere tomarse un tiempo para poder controlar su mente antes de tener que estar demasiado cerca del desnudo y marcado torso de Sirius. Sin embargo, sus amigos parecen no compartir su misma idea y lo atacan con chorros de agua hasta dejarlo completamente empapado.

—Eso no fue justo. Tres contra uno. — Reclama Remus en cuanto sus amigos se quedan sin munición. James se ríe y concuerda con él. Tiene la gran idea de formar parejas y, para que el duelo sea más justo, él se pone con Peter, y deja a Sirius con Remus, naturalmente.

—Para hacerlo más interesante, los que pierdan se quitan la ropa. — Remus ve a Sirius cuestionándose seriamente cómo es que puede estar enamorado de él. Lo peor es que Sirius parece haberlo dicho en serio.

—¿Exactamente cómo eso funciona? Solo traemos una prenda de ropa, Sirius. — Este resopla y se cruza de brazos.

—Tú traes dos. — Señala con la cabeza la camiseta que Remus usa para no sentirse tan expuesto.

—Mejor di que quieres verle las bolas a Remus, y ya. No hay necesidad de encuerarnos. — Peter se ríe ante el comentario de James, y Remus tiene que voltear el rostro para que no se vea su sonrisa. Debe de mantener la seriedad ante todo.

—Pues no y ya. — A diferencia de Remus, Sirius frunce el entrecejo y se sonroja frente a sus amigos. El puchero que se forma en su rostro es muy tierno y James no puede evitar decir un "aaww" con demasiada ternura.

—No te preocupes, Sirius. — Le dice mientras le acaricia la cabeza. — Los milagros a veces sí existen. — Sirius le quita de un manotazo la mano a James y empieza a corretearlo por todo el lugar. Peter le propone a Remus ir llenando las pistolas mientras los otros dos tontean. Este acepta y se mete, por fin, a la alberca. Platica con Peter por un rato, o más bien, escucha y responde en los momentos adecuados. Su mente vaga alrededor de lo ocurrido unos minutos atrás. Se impresiona ante lo mucho que James conoce a su amigo, y la facilidad que tiene para decir las cosas tan directamente. Remus había creído que se trataba de una idea realmente estúpida, cuando, en realidad, había un trasfondo en ella. Y, si lo piensa con más detenimiento, la mayoría de las acciones de Sirius son así. Desde que se conoce, Remus ha creído que Sirius es un chico muy transparente que dice y actúa lo que piensa, sin filtros. Es ese día, antes de empezar su último trimestre de bachillerato, que Remus se da cuenta que ha estado equivocado.

Al final, no hay duelo en parejas, y es hasta que el sol se mete que los chicos suben al cuarto de Sirius y juegan videojuegos por un rato. Después de cenar, Peter es el primero en irse, seguido por James y Remus, siendo este último llevado por su amigo. Sirius los despide, no muy feliz de que Remus siempre rechace su oferta de llevarlo a casa, y les desea éxito para el próximo trimestre.

—Sirius siempre hace lo mismo. — Comenta James en cuanto están en su coche. Remus lo mira sin comprender. — Invitarnos a su casa y desearnos éxito en el nuevo ciclo escolar. — James aparta la vista del camino y mira a Remus directamente. Son unos ojos café amables y bondadosos, ocultos muy bien detrás de esas monturas circulares. — A veces es un idiota, pero es un buen chico. — Remus no lo duda. No lo duda en absoluto.

En cuanto llega a su casa, Remus alista todo lo necesario para el día siguiente. Está metiendo sus libros en la mochila cuando recibe un mensaje. Toma su celular y no puede evitar sonreír ligeramente al ver que la notificación. es de Sirius.

No quiero verte las bolas. No aún.

Remus se ríe. Se ríe y cae en su cama aún riéndose. Recuerda las palabras de James. Y se ríe aún con más ganas.

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