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Una disculpa por no haber publicado capítulo la semana anterior. He estado algo atareada y se me fue el tiempo volando. Hoy quería subirles el capítulo más temprano, pero me llegó trabajo y no pude. También quería agradecerles por haber hecho que Espresso estuviera en el ranking #1 de Wolfstar. Una fiel lectora me lo hizo saber y no me lo podía creer. Todo esto es gracias a ustedes, así que ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LEER ESPRESSO! 


A diferencia de su cumpleaños, el resto de la semana es frío y nublado. Remus lo resiente en su cuerpo al despertar por las mañanas, como si la calefacción no fuera suficiente.

Anhelando el calor de su cama, Remus llega un poco tarde a clases, aunque a tiempo para no tener otra falta. Se siente en su lugar correspondido y, como en los últimos días, lo primero que siente es la intensa mirada de Sirius. No trata ni de disimular. Remus suspira, y hace todo lo posible por tratar de ignorarlo. Le es difícil, pero logra hacerlo. Las clases se han vuelto un tanto más complicadas y si se desconcentra en lo más mínimo, podría llegar a perderse por completo.

Es hasta el receso que Remus puede darse el lujo de respirar un poco. Hace tanto frío que nadie en su sano juicio saldría de los salones. A menos que fueses James Potter y Sirius Black. Peter, al igual que Remus, ha decidido pasar el descanso sintiendo todos sus dedos, así que se niega a la invitación de los otros dos. Antes de salir, Sirius luce demasiado agitado. Remus no lo culpa. Es la segunda vez que le pregunta sobre su padre y que no obtiene una respuesta. Y al igual que la primera vez, Remus no estaba seguro de qué responderle. Fueron James y Peter quienes lo salvaron en esta ocasión. Y Sirius ha intentado bastantes veces en volver a tocar el tema; sin embargo, Remus se lo impide. Por el momento no se siente preparado para hablar de ello, mas el aura ansiosa de Sirius empieza a orillarlo a tener que hacerlo.

Es hasta que las clases terminan que Remus es llamado a la dirección. No está muy seguro de qué esperar, aunque el rostro sereno del director lo tranquiliza un poco. Le comenta sobre la gran cantidad de chicos que tienen problemas con la escuela, o que les cuesta comprender algunas materias. Y le pide de favor que los ayude con la situación en la que se encuentran. Remus no sabe si negarse o no. Enseñar es una de las cosas que más le gustan y a la cual quiere dedicarse por el resto de su vida. Sin embargo, él también se encuentra en una situación apretada, y aún más cuando Sirius y su insistencia no lo dejan estudiar con tranquilidad. Al ver la duda en Remus, el director hace un cierto hincapié que las "clases de ayuda" no se incluyen dentro de la escuela y que el "maestro" se vería en la necesidad de imponer un precio a estas. Esto confunde aún más a Remus, el cual responde que necesita tiempo para pensarlo y que le tendrá una respuesta al día siguiente.

—¿Clases de reforzamiento? — El entrenamiento de Rugby ha terminado, y Sirius y James se encargan de guardar su equipo en la bodega destinada a ello. Este último frunce el ceño sin comprender muy bien de lo que está hablando Remus. Tiene los ojos entrecerrados y luce un tanto extraño sin los lentes de montura circular que siempre lleva puestos. Remus aún no comprende cómo el chico puede jugar un deporte tan brusco con un problema de miopía tan serio.

—El director me quiso dar a entender que podría cobrar por ellas. — Es ahí que la expresión de ambos chicos cambia por completo.

—¡Ah! Esas clases. — Enfatiza Sirius mientras se agacha para acomodar unas cosas. Remus no puede evitarlo y se fija en los músculos de sus piernas al tensarse con el movimiento. Es prácticamente imposible no ver esos miembros tan bien trabajados cuando se usa un short tan corto. ¿Por qué su uniforme tiene que ser así? James usa el mismo; y a pesar de que sus piernas también están tonificadas, no causan la misma sensación de infarto que las de Sirius.

—Podrías ganar bastante dinero dándolas.

—Las clases, Potter. — Se apresura a aclarar Sirius. Remus sonríe, divertido, aunque sigue sin comprender del todo lo relacionado a "las clases".

—Vale, pero ¿podrían explicarme un poco mejor?

—Pues hay quienes tienen el dinero para pagar la escuela...

—Pero no el cerebro. — Termina la frase Sirius. Tanto él como James salen del cuarto con olor a sudor mezclado con hule, y Remus los sigue, agradecido de poder respirar un aire fresco.

—Entonces ellos piden tutorías, y como los maestros están muy "ocupados", son otros alumnos, mayormente los becados, quienes se encargan del trabajo sucio. — Llegan a campo abierto, Remus con una sensación un tanto desconocido al encontrarse en medio del inmenso lugar. Este se encuentra un poco húmedo, y los pies de Remus se hunden ligeramente en la tierra, ensuciando sus zaparos lustrados. Remus los observa no muy a gusto. Justo los había limpiado esa semana.

—¿Y la escuela les paga?

—No, los alumnos. — Remus frunce el ceño, procesa la información.

—¿Y la escuela está de acuerdo?

Sirius se encoge de hombros antes de responder.

—Es muy alta la demanda de alumnos que necesitan ayuda, muy pocos profesores dispuestos a darla, y un número aceptable de becados que requieren dinero. Todos ganan.

—Así es. La escuela no tiene que pagarle horas extras a los maestros, los alumnos aprenden y los becados obtienen dinero. El padre de Sirius estaría orgullo de este negocio. — El mencionado sonríe con amargura.

Mientras caminan hacia el edificio de la escuela, Remus piensa sobre la oferta que ha recibido y la información que ha obtenido. No le caería mal un poco de dinero, aunque tendría que ajustar mucho su horario para hacer la tarea, estudiar, pasar tiempo con sus amigos, y dar tutorías. Suena bastante abrumador. Además, ¿cuánto debería de "cobrar" por las tutorías? ¿lo haría por hora o por clase? Sería su primera experiencia como maestro. ¿y si termina siendo un pésimo profesor? ¿Y si....?

—Inténtalo. — La voz de Sirius lo saca de sus pensamientos. Ya están en piso limpio y firme. James no está por ningún lado, aunque Remus deduce se ha ido a las regaderas. Tan concentrada estaba que no se dio cuenta. — Si no te gusta, siempre puedes retirarte. Además, así podrás empezar a formar tu camino como profesor. — Remus mira a Sirius un tanto confundido, no muy seguro de cómo el chico sabe sobre la carrera que le gustaría estudiar. Es hasta que el rostro de Sirius se tiñe de un ligero color rosa que lo comprende. Remus se lo ha dicho antes. En un parque, sentados en una banca, iluminados parcialmente. Remus recuerda ese día debido a lo mal que se sentía. Recuerda la ansiedad recorriendo su cuerpo, recuerda las palabras que le costaba poder sacar de su garganta. Recuerda sentir lo mucho que no deseaba perder a Sirius y que por culpa de su cautela excesiva ocurriría en cualquier momento. Su mente había borrado absolutamente todo lo que pasó después. Pero Sirius no. Él aún lo recuerda.

Con el pretexto de irse a bañar también, Sirius huye de la mirada de Remus y todas las emociones que está carga. Su corazón late feliz, su alma baila contenta. Está de tan buen humor que va en ese mismo instante a aceptar la propuesta que le ha hecho el director. Parece un sueño hecho realidad lo que ha pasado. Es en los pequeños detalles que se fija Remus. Es por ese tipo de situaciones que su coraza se va rompiendo poco a poco, creyendo cada vez más que no sería una mala idea empezar a salir con Sirius Black.

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