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Cuando Remus por fin recibe su carta de Oxford, no puede creer lo que está leyendo. Toda su vida soñó con ese momento. Estudió durante horas y horas, trabajó durante días, semanas, años. Ahorró cada centavo que le costó tiempo, sudor y esfuerzo. Remus lo ve y simplemente no puede creerlo. Lo ve y piensa que en cualquier momento va a despertar a su triste realidad en la que aún no sabe si ha sido aceptado o no. Pero ahí está. La puede sentir. La puede oler. La carta que le notifica que todo ha valido la pena. Remus se siente lleno de tantas emociones que no sabe qué hacer. Lleva de pie junto al buzón un tiempo indefinido. Bien puede llevar ahí horas, o tal vez tan solo unos segundos. No es hasta que el sonido del motor de la motocicleta de Sirius se hace presente, que sale de su ensimismamiento. No lo duda ni por un instante y lo primero que hace es acercarse hacia Sirius con paso veloz y mostrarle la carta. Sirius lo recibe con una sonrisa, como normalmente lo hace. Aunque luego se le ve un poco confundido con la acción de Remus. Este no le dice nada y simplemente le muestra el papel.

La felicidad que emana de Sirius es inigualable. Abraza a Remus con una fuerza arrolladora y lo besa en los labios, en la frente, en cada centímetro de piel que hay en su rostro. Lo felicita y lo engrandece, como si Remus fuera el ser más supremo de todo el universo. Remus se deja consentir, se permite recibir todos los halagos que Sirius le da. Está tan extremadamente feliz que no ve razón para objetarlos.

Después de la pequeña celebración a la vista de todo el mundo, Remus le toma una foto a la misiva y se la envía a su mamá. A Hope le han asignado los turnos matutinos y es por eso que se ha ido mucho antes de que Remus se despertara. No espera que su madre le conteste, puesto que sabe que está trabajando, así que le envía la misma foto a Lily, quien sí le contesta de inmediato. El entusiasmo de su amiga es notorio a pesar de ser transmitido mediante un mensaje. Tanto ella como James y Peter ya han recibido su carta aprobatoria a sus respectivas universidades, un par de semanas atrás, justo después del pequeño descubrimiento. Remus aún recuerda lo tensa que estaba su amiga. Era la primera vez que Lily le ocultaba algo, y aunque Remus respetaba su intimidad, no podía evitar sentirse un poco extraño ante las decisiones de la chica. La noche del suceso no quiso hablar mucho sobre el tema, Remus la acompañó a su casa y de ahí pasaron unos días hasta que por fin habló. Remus entendió completamente cuando la chica admitió estar muerta de la vergüenza por haber sido vista de esa manera. Él también se hubiera sentido incapaz de ver a su amiga a la cara si lo hubiera visto montado sobre Sirius. Remus no le comentó nada. Dejó que hablara y se sorprendió al saber la razón de la relación "secreta" entre ella y James.

Es complicado ser la pareja del mejor amigo de tu mejor amigo, Remus. James es mi...novio, pero tú siempre será mi mejor amigo. Y si algo llegase a pasar entre tú y Black, que no es algo que nadie quiere que pase, tendrás todo mi apoyo. Y obviamente James apoyará a Black. Y si la situación fuera a la inversa, sería lo mismo. Lo pensamos bastante. Más bien, yo lo pensé bastante. Lamento habértelo ocultado.

Remus no supo cómo sentirse después de eso. Es una razón bastante lógica. ¿Qué hubiera hecho él si se encontrara en el lugar de Lily? Lo mismo, muy probablemente. James también era su amigo. Era una persona que se había ganado su corazón y aprecio. Y Sirius, vaya, Sirius lo ve como un hermano. Una "pelea" entre cualquiera de las dos parejas, y las amistades podrían verse comprometidas. Aunque pensar en el peor de los escenarios no evitaría cualquier catástrofe que pudiese llegar a pasar. O si llegase a pasar. ¿Por qué pasaría algo malo cuando Remus ha sido aceptado en la universidad de sus sueños? Lily y James irán a Cambridge (muy conveniente para ser casualidad), Peter estudiará en Bristol, Remus estará en Oxford, y Sirius...

—¿Tienes algo planeado? — Están a punto de tener su última clase del día y Peter y James han aprovechado los diez minutos de descanso para ir a comprar algo para comer. Sirius está inmerso en su celular y voltea a ver a Remus sin entender muy bien su pregunta. Remus no sabe cómo plantearla de nuevo. No quiere verse como un entrometido, pero no puede evitar preocuparse por Sirius. La situación con su familia sigue igual de mala; los Potter lo han aceptado en su hogar a pesar de que Sirius ha comentado más de una vez lo contraproducente que eso podría ser. El chico le ha dicho que su padre no suele mezclar los asuntos personales con los negocios, sin embargo, su madre es bastante...poco compresible respecto a eso y Sirius no tiene ni idea de por qué Orion siempre le cumple los caprichos a la señora. Obtener esa información de Sirius ha sido más tardado de lo que Remus hubiera imaginado. Teniendo en cuenta que Sirius es alguien que difícilmente puede estar en silencio, habla muy poco sobre temas "serios" o "importantes"; y cuando llega a hablar sobre ellos, siempre lo hace en situaciones en las que pueda librarse fácilmente de la conversación.

—¿Después de entrenar? ¿Quieres ir a algún lado? — Remus frunce ligeramente el ceño. Se debate si tener la conversación en ese momento sea buena idea, o si no volverá a tener otra oportunidad para tenerla. Con Sirius a veces es complicado encontrar el momento adecuado, y Remus tampoco es muy bueno para ser tan directo respecto a temas que pueden fácilmente no ser de su incumbencia.

—Me refiero a cuando Peter, James y yo estemos estudiando, ¿tú tienes algo planeado? — Remus puede ver con facilidad el proceso que hace Sirius para poder entender su pregunta. De cierta forma le parece tierno ver como el chico reestructura sus pensamientos para poder comprender lo que Remus le ha querido decir. Pero Sirius no responde. No le dice absolutamente nada. Lo mira directamente, con esa intensidad tan peculiar que lo caracteriza. Remus se ve envuelto en esa marea gris, en esa fuerza descomunal capaz de mover montañas; y, sin embargo, sus ojos son tan cálidos y amorosos que Remus no tiene espacio para cuestionarse si ha hecho un mal comentario.

Justo después de que James y Peter llegan, un poco antes de que el maestro empiece a dar la clase, Sirius se acerca a Remus. El chico se estira lo más que puede desde su asiento para quedar a la altura de la oreja de Remus. Este siente como el cabello de Sirius le roza la piel, le hace cosquillas y lo seduce junto con su voz. Susurra las palabras, muy suave, más grave de lo habitual. Remus escucha muy atentamente. No necesita ver a Sirius para saber que hay una sonrisa descarada en su rostro. Remus baja la cabeza. Se controla lo suficiente para no mostrar algún cambio en su expresión. El maestro le llama la atención a Sirius y le pide que se siente correctamente. Sirius se disculpa, sin mostrar ni una pizca de vergüenza. Técnicamente no tendría nada de que estar avergonzado. No le ha dicho nada que pudiera indicar otra cosa. Aunque, claro, la intención en las palabras de Sirius fue demasiado poco sutil. Esa intención que ha desatado guerras internas dentro de Remus, batallas difíciles de ganar contra el deseo y la excitación. Una intención que podría matar si así se lo propusiera. El cosquilleo en la oreja de Remus permanece durante toda la clase. Y las palabras de Sirius también. 

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