47

1.4K 240 60
                                    

N/A:

Estos capítulos llegaron gracias a que recordé que el cumpleaños de Remus es a principios de marzo. Escribo cuando tengo problemas de insomnio, ya que en el día me la paso durmiendo, trabajando o jugando JAJAJAJAJ; supongo que le puedo sacar algo bueno a mi trastorno del sueño xD, gracias a eso les traigo este capítulo. Es algo corto, pero decidí que fuera así para poder alargar un poco más este arco (por así decirlo).  Trataré que los próximos sean un poquito más lagros.

De nuevo gracias por Leer Espreso. ¡Los amo! ❤



Remus es despertado el 10 de marzo por un abrazo de su madre. Está en el proceso de despabilarse, y su mamá ya le está deseando un feliz cumpleaños mientras le da otro abrazo. Este se los devuelve un tanto somnoliento y muy agradecido por el gesto de Hope, la cual se acerca a la venta y recorre la cortina. El día está soleado y bastante caluroso para aún seguir en invierno. Tal parece que la primavera ansía llegar antes ese año.

Su madre sale de la habitación y Remus se sienta en la cama. Está a punto de levantarse y preparase para ir la escuela, cuando su celular vibra. Es un mensaje de Lily, la cual también le desea un feliz cumpleaños. Remus sonríe, con suavidad, y le responde con un gracias y un emoji de corazón. Bloquea el teléfono pero este vuelve a vibrar, aunque esta vez no se trata de un mensaje. Sirius lo está llamando.

—¿Diga? — Responde al contestar la llamada.

—¿Listo para no ir a clases y festejar tu cumpleaños como se debe?

—Sí, claro. — El tono que usa es de sarcasmo. Hay una ligera risa por parte de Sirius al otro lado de la línea.

—Ya sal. Llevo cinco minutos esperándote. — Sirius termina la llamada y Remus se queda inmóvil en su cama. Tarda una fracción de segundo en darse cuenta que Sirius está afuera de su casa, esperándolo. Se viste lo más rápido que puede, pasa al baño para asearse un poco, y camina hasta la puerta a un paso más rápido de lo usual. Al abrirla, es recibido por una enorme motocicleta negra y por Sirius, quien está recargado sobre esta. No lleva el uniforme de la escuela puesto, y eso es una mala corazonada para Remus.

—Vaya. Me estaba haciendo viejo.

—¿Y tú uniforme? — Sirius se encoge de hombros.

—¿Y tú mamá?

—Durmiendo. Ayer tuvo el turno de la noche. — Sirius se aleja de su motocicleta y camina hacia Remus, el cual siente su pulso incrementarse con cada paso que da el chico.

—Excelente. — Hay una sonrisa que demuestra travesura en el rostro de Sirius. Una sonrisa de intenciones para nada buenas.




El aire fresco que entra por la ventana del auto revuelve el cabello pajizo de Remus. No le importa que su rostro resienta el aire contra él, le gusta la sensación. A su lado, Sirius tararea la canción que ha puesto hace unos minutos y, en los asientos traseros, James desafina, como si de un don se tratase, la misma canción. Junto a él, Peter duerme plácidamente, lo cual es un misterio para Remus al tener tales alaridos casi pegados en la oreja del pobre chico.

Después de haber aceptado, un tanto renuente, subirse a la motocicleta con Sirius, Remus no se sorprendió en absoluto de no ser llevado a la escuela. Sirius le dijo que tenía que pasar por unas cosas a su casa, y Remus lo esperó por unos minutos afuera de esta. Al salir, Sirius llevaba una mochila puesta que lucía bastante pesada y unas bolsas en la mano. Remus no comprendió en dónde iba a meter todo eso hasta que la cochera se abrió y Sirius se dirigió a un Jeep verde militar. Aún sin comprender lo que sucedía, Remus se subió a la camioneta y, sin realizar ningún comentario, observo cómo James y Peter también se subían cuando Sirius pasó a la casa de cada uno para recogerlos.

La carretera pasa y se pierde velozmente ante los ojos de Remus. Trata de no preguntarse qué está haciendo y por qué ha faltado ese día a clases. No es algo propio de él, mucho menos en su cumpleaños. Sin embargo, recuerda la familiaridad de los chicos a los pocos minutos de haber emprendido el viaje. James encargándose de poner la música; Peter sacando bocadillos, de las bolsas que Sirius había subido con anterioridad, y repartiéndolos entre los presentes; y Sirius cerciorándose de que cada uno llevara lo correspondido. Tal parece que esa escena ha ocurrido muchas veces más, en un tiempo donde Remus aún no era parte de sus vidas. Y ahora que lo es, se siente bienvenido. James preguntándole por la música que le gustaría escuchar; Peter dándole opciones de lo que podría comer; Sirius asegurándole que no importaba que llevara el uniforme de la escuela, que ellos ya se habían encargado de eso. Es la primera vez que Remus es parte de algo así, que se siente parte de algo así. Ha sido incluido en la intimidad que esos tres chicos han forjado con el paso de los años. Y ha sido de una manera tan natural que Remus no tiene remordimiento por haberse saltado las clases. Es cómplice, y se siente tan bien que una sonrisa lo acompaña durante todo el camino.

Es el primer viaje que hace con sus amigos. Es el primer viaje que hace con amigos. Es el primer viaje que hace después de mucho, mucho tiempo. Podrían regresar en ese mismo instante a Londres y darse por bien servido.

La languidez del sol pegándole de lleno en la cara lo hacen sentir más vivo que nunca, más feliz. Nada mal para sus primeras nueve horas con diecisiete años cumplidos. 

EspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora