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Hay ocasiones en las que me gustaría poder publicar más seguido, pero cuando me doy cuenta ya acabó la semana o tengo la mente en blanco. A pesar de tener los puntos importantes ya establecidos, me está costando algo de trabajo llegar a ellos. Les agradezco mucho por leer Espresso y les pido paciencia. También me gustaría decirles que empecé a publicar Espresso en Ao3, por si a algunos les gusta leer más en esa plataforma. En verdad gracias infinitas y espero poder leernos pronto. ¡Los amo! ❤


Remus despierta más temprano de lo habitual el sábado por la mañana. Lo primero que viene a su mente es lo ocurrido en la noche del día anterior. Recuerda el helado y el rostro frustrado de Sirius, la mirada baja y la inseguridad al hablar sobre su debilidad; recuerda como fuego grabado en la piel el alivio de Sirius ante sus palabras, la gratitud y el cariño en esos ojos grises tan expresivos. Remus lo vive de nuevo y suspira, enamorado.

Remus se debate entre quedarse otro rato en la cama o salir de su habitación, cuando recibe una llamada de Sirius. No es extraño que el chico lo llame en la mañana, pero no tan en la mañana. Así que Remus contesta, con el corazón latiendo emocionado.

—¿Hola?

—¿Cómo amaneció el dueño de mis erecciones? — Remus sonríe, casi involuntariamente.

—Al parecer igual de temprano que tú. ¿Vas a salir? — Se escucha un suspiro de irritación al otro lado de la línea.

—Sí. Acompañaré a mi madre a uno de sus eventos de caridad. Me caga. — Remus se muerde la lengua para no preguntar. Suele ser bastante discreto y no meterse en los asuntos personales de las demás personas. Sin embargo, no está muy seguro de si debería de hacer lo mismo con Sirius. El chico es su novio y cualquier asunto que se relacione con él le interesa. Recuerda las palabras que dijo la noche anterior: Es importante que tengamos comunicación. Remus se arma de valor, cree que está siendo un metiche y desecha esos pensamientos con rapidez. Intimar es importante en una relación, y no solamente referente al sexo. Es hasta ese momento que se da cuenta lo difícil que resulta.

—Es extraño que aceptes una petición de tu madre. — Hay un inusual silencio por parte de Sirius. Aún al otro lado de la línea, Remus es capaz de sentir la duda del chico. Es por un breve momento. Al final, Sirius habla.

—Ella fue quien me ayudo con lo de Hope. — Una punzada invade el pecho de Remus. Sin poder evitarlo, recuerdos dolorosos vienen a su mente. Pero hay uno en particular que llama su atención. Es el de una mujer; alta, imponente, con mirada frívola y llena de desdén. Sus ojos grises iguales a los de Sirius, que miran a Remus llenos de prejuicios. ¿Esa mujer lo ayudó a él y a su mamá?

—¿Ella...?

—Ni creas que lo hizo por caridad. — Sirius resopla. — Me chantajeo con acompañarla a sus malditos eventos. Sabe que la imagen de madre ejemplar la ayudará demasiado. Odio que me use para sus beneficios. — Sirius despotrica y Remus lo escucha en silencio. El chico no culpa a Remus en lo absoluto, y aun así este siente que todo es su culpa. Como si le leyera el pensamiento, Sirius se apura a decir: — Lo haría de nuevo de ser necesario, Remus. No me arrepiento de nada.

Los chicos platican por un rato más, se ponen de acuerdo para salir en cuanto Sirius se desocupe y se despiden con la promesa de verse pronto. Remus se queda en la cama, mirando al techo y pensando en lo que le ha dicho Sirius. No se imagina al chico en la misma habitación con su madre sin que la desprecie con la mirada. No puede crear una escena de esos dos conviviendo sin odiarse mutuamente. En otro tiempo, Remus habría creído casi imposible que madre e hijo se lleven así de mal. Sin poder evitarlo, piensa en su padre. Se encoge ante tal pensamiento. Son recuerdos indeseados los que causan escalofríos por su cuerpo; es el dolor que lo envuelve y le causa un vacío por dentro que le confirman que hay padres que no deberían de serlo.

El llamado a su puerta devuelve a Remus a la realidad, en donde Hope existe y la esperanza por la humanidad regresa. Sin duda, su padre es un asco de ser humano, pero a diferencia de Sirius, Remus tiene a alguien en quien poder apoyarse, en quien confiar. El rostro de esa persona se asoma a su habitación. A pesar de su expresión amable y cariñosa, Hope tiene esa aura de estar cargando con una pena más grande de lo que puede soportar. Una pena que no le pertenece y que comparte con Remus. Un dolor que les fue impuesto, obligado.

—Buenos días. — Saluda Hope con ese tono suave y acogedor que la caracteriza tanto. — Me pareció oír que hablabas con alguien.

—Hablaba con Sirius. — Hope no se sorprende, incluso parece que es la respuesta que ya esperaba.

Remus aún no le dice a su madre sobre su relación amorosa. No se debe a que no confíe en ella, sino a ese sentimiento extraño que se hace presente cada que piensa en el tema. Es una sensación similar a cuando era niño, un pesar que lo atormenta y lo arrastra a esos momentos que desearía poder olvidar. Remus vivió su niñez tratando de no decepcionar a uno de sus padres, y ahora en su adolescencia vuelve a resurgir ese miedo. No está seguro, sabe que es un pensamiento irracional, y, aun así, no quiere fallarle a su mamá.

—¿Vas a salir hoy con tus amigos? — Hope se sienta en la orilla de la cama, acomoda un poco el cabello de su hijo y Remus se llena de ese calor maternal que lo envuelve. En el pasado, Remus cometió muchos errores. Errores que ahora sabe pudo haber evitado, errores de los cuales no se avergüenza, aunque le gustaría que su madre nunca supiera. Sin embargo, sabe que Hope no es tonta. Es la mujer que mejor lo conoce, que siempre supo lo que pasaba y jamás se metió en donde no la llamaban. No ha hablado con ella sobre eso, Hope tampoco ha hecho mención alguna. Y ahora que ha encontrado a alguien que corresponde sus sentimientos, que es serio respecto a su relación, Remus desearía poder presumirlo. Pero... ¿y si vuelve a fallar? ¿Y si todo termina mal, de nuevo? Hope lo mira con esos ojos incapaces de censurarlo, que lo comprenden y que lo apoyan incondicionalmente.

—Mamá, — antes de continuar, Sirius se hace presente en la mente de Remus. Ve su sonrisa, siente el calor de su cuerpo, su aroma, el gris de su mirada... La valentía que caracteriza a Sirius lo llena en ese momento, lo siente junto a él cuando habla, en cuanto pronuncia esas palabras.

Hopesonríe, la dicha se siente en todo su ser. Abraza a Remus, lo contagia de sualegría. No dice mucho, no pregunta por los detalles. Remus tampoco se loscuenta. Solo con verlo, su madre sabe que está enamorado, que es feliz ycorrespondido; y eso es más que suficiente para ambos.

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