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—Me ha caído bien tu amigo. —Remus está cerrando el puesto del Starbucks mientras Sirius lo ve desde atrás. Se fija en la presión que crea el pantalón sobre su trasero cuando Remus se agacha, comprobando una vez más que si el chico se vistiera mejor sería un arma mortal. Cree firmemente que ha tomado la mejor decisión al cambiar su horario a tiempo completo los sábados. 

—Obviamente. Es James. — Una ligera sonrisa se esboza en el rostro de Remus. Mira a Sirius con ternura, como solo Remus sabe hacerlo. 

—Son muy parecidos. Aunque difieren en algunas cosas. — Sirius está totalmente de acuerdo con esa afirmación. Y mientras caminan al estacionamiento, le cuenta sobre su vida escolar y las travesuras que ha hecho desde que pisó un recinto educativo. James siempre ha estado junto a él; en cada castigo, en cada regaño, en cada risa. Son recuerdos que invaden a Sirius y lo llenan de calidez. Le recuerdan que no todas las personas están podridas, que aún hay bondad en la humanidad. James y Remus se han encargado de marcarlo en su piel. 

Llegan a la moto de Sirius y este se sube en automático. Remus lo ve de pie, no muy seguro de imitarlo. 

—Creo que hoy me iré en metro. — Sirius hace un puchero. Frunce las cejas y reclama como niño. 

—Estás lastimando los sentimientos de mi chica. — Remus suaviza el rostro, cambia su expresión. Busca las palabras adecuadas y certeras para Sirius. 

—Tengo que hacer unas compras antes de llegar a casa. — La mirada de Sirius se ilumina como si le hubieran dado la noticia más emocionante del mundo. Su mente se llena con una ráfaga de pensamientos sobre todas las posibilidades que le brindaría ver a Remus haciendo la compra. Sirius nunca ha hecho la compra. Tampoco ha pisado un supermercado, o al menos no uno como a los que va Remus. Es cierto que conoce todas las estaciones de Londres, y se ha subido a todos los metros; una travesía que realizó junto a James. Sin embargo, hay cosas que no conoce, tan simples y comunes que se avergüenza de haberlas pasado por alto. 

—Te llevo. Te acompaño. — No lo piensa dos veces. Su mente habla por si sola, su voz llena de emoción. Quiere verlo, estar junto a Remus en un supermercado. Quiere ver sus expresiones, sus reacciones; quiere compartir esa nueva experiencia con él. Y no solo ahí, sino en todos lados, siempre. Quiere conocerlo cada vez más; conocerlo tan bien que sepa cuando está molesto, aburrido, intrigado, cansado... Quiere tantas cosas y todas las quiere con Remus. 

—No quiero causarte más molestias. 

—Molestia cada que rechazas mis ofrecimientos. — Remus entrecierra los ojos, no muy convencido por el tono burlón que Sirius deja escapar en sus palabras. Hay un silencio en el que Sirius ve como Remus sopesa la oferta que le ha dado. Ve en su mirada la pena que siente por la situación de "aprovecharse" de la "amabilidad" de Sirius. Pero también ve algo más. Ve probabilidades, ansia de subirse a esa moto y aferrarse a él. Sirius ve en Remus lo que él mismo está sintiendo. Lo ve en todo su ser; en esos labios que se entreabren, en ese cuerpo que se inclina inconsciente, en esos ojos que brillan por unos segundos, llenos de éxtasis con emoción contenida. Y luego ya no ve nada. Remus se controla como Sirius no ha podido. Se controla movido por el miedo de volver a ser lastimado. 

—Me temo que esta  vez correré con el riesgo de mi rechazo. — Sirius reprime el impulso de tomar a Remus y subirlo a la fuerza a la motocicleta. Está seguro que se si insiste un poco más, logrará convencer al chico. Mas no lo hace. No quiere hostigarlo, no por el momento. Le da su espacio, Remus se lo ha pedido muy sutilmente. Pero no se rinde. Sirius no sabe nunca cuando darse por vencido. 

—Ven mañana a mi casa. — Remus no está preparado para escuchar eso. La sorpresa inunda su rostro, un esto no muy común en él. — James y Peter también vendrán. Esta vez no aceptaré un no por respuesta. — Sirius se pone el casco y a través del visor ve con intensidad a Remus. Lo desnuda por completa, lo deja indefenso. Son esos ojos grises a los que Remus no les puede decir que no; se ha vuelto débil ante ellos. Sirius arranca y se va sin esperar una respuesta. Su corazón brinca lleno de emoción. Una emoción llena de esperanza y cosas buenas. Una emociona con el nombre de Remus escrito en su alma.

En cuanto Sirius llega a su casa, saca su celular y manda un mensaje al grupo en el que James Y Peter están agregados. 

Mañana en mi casa. A las 15. 

Peter es el primero en responder, con un emoji feliz junto a un vale y demasiados signos de exclamación al final. 

James, necesito que pases por Remus a su casa. 

Como era de esperarse, Peter pregunta sobre el tal Remus y es casi imposible que James no salte a responder. 

El novio de Sirius. 

Sirius se ríe, satisfecho por conocer tan bien a su amigo como para estar seguro de que iba a contestar eso. 

Todavía no. Te paso su dirección. 

Después de haber compartido la ubicación del hogar de Remus, Sirius abre el chat casi vacío que tiene con el chico. 

Mañana pasa James a tu casa a las 14:30.

La respuesta de Remus no llega hasta el día siguiente.

N/A:
Gracias a todos por leer y comentar en la historia!! Es muy probable que esté actualizando semanalmente, así que estén atentos. Si tienen la posibilidad de compartir la historia con quién sea y dónde sea (con sus debidos creditos) estaría muy agradecida!! Me gustaría hacer de Espresso un fanfic más conocido. Les agradezco todo su apoyo 💙

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