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Lily llega a la casa de Remus exactamente a los veinte minutos después de que Sirius le haya contado lo sucedido. Remus no tiene ni idea de cómo Sirius tiene el número de su amiga, pero ella ahí está; su pecoso rostro lleno de preocupación y haciendo diez preguntas por segundo. Claramente no sabe los detalles y, por lo que logra explicar, al parecer Sirius solo le envió un mensaje diciendo que Remus está mal. Este trata de tranquilizar a la chica lo más que puede y, cuando está a punto de contarle lo ocurrido, James y Peter también se aparecen en su casa. Esta vez no es Sirius sino Peter quien le ha contado a James del "accidente", y este no dudo ni un segundo en visitar al chico. Por si fuera poco, trae consigo una bolsa llena de chocolates finísimos que Remus solo ha soñado con probar.

Después del pequeño alboroto ocasionado por las visitas (Lily preguntando hostilmente que hacen James y Peter ahí, y James arruinando lo que podría ser una oportunidad para da una buena impresión), Remus, al fin, les dice lo que ha pasado. Omite algunos detalles; como el intercambio de palabras entre él y Malfoy, y sus verdaderas intenciones. Sirius lo observa en silencio, con su penetrante mirada gris que lo analiza minuciosamente. Lo ve mentir, lo ve mentir frente a sus amigos. Y, aún así, no lo juzga. Respeta su decisión a pesar de que no está de acuerdo con ella. Le da el espacio que Remus tanto le ha pedido, y se ve con facilidad que le cuesta demasiado. Remus se lo agradece, Sirius nunca sabrá cuánto.

—Oh, Remus. — Lily lo abraza. El suave olor a lavanda que desprende su amiga lo tranquiliza. Aspira y es una sensación tan diferente a cuando se trata de Sirius. Remus envuelve sus largos brazos en la delgada cintura de la chica y apoya la cabeza en los hombros de la chica. — Debí haberme quedado contigo. Debí haberte acompañado hasta la salida. — Su voz se oye ahogada. Remus siente una punzada de dolor en su corazón. Odia que Lily sufra por su culpa.

—No pasa nada, Lily.

—Esos malditos lo habrían hecho cualquier otro día de no haber sido hoy. — Remus no puede ver a Sirius, pero hay cierta irritación en su voz. — No es culpa de nadie, Evans. — Lily rompe el abrazo no sin antes apretar su agarre, un gesto muy común en ella. Oculta su mirada vidriosa de los otros chicos escondiendo un poco su rostro entre su larga y rizada melena pelirroja.

—Sí, además Sirius estaba ahí. Lo bueno que lo agarraron a él como piñata y no a Remus. — Hay un silencio incómodo en la habitación en el que todos miran a James con una interrogativa en la cara.

—A veces me pregunto si te le caíste a tu madre de bebé o lo traes de nacimiento. — El comentario de Sirius logra aligerar un poco el ambiente, generando un alivio visible en el pobre de James.

—Lamento que hayan tenido que venir cuando estaban con sus familias. — Remus se disculpa un tanto apenado por la situación. Aprecia el gesto de sus amigos, aunque cree que no es tan importante la situación como para que tanto Lily como James hayan tenido que interrumpir sus compromisos. Lily le asegura que no hay problema y que es lo suficientemente valioso en su vida como para hacer eso y más por él. James dice un simple "para eso están los amigos", en un tono tan afable que Remus no encuentra ninguna objeción ante esas respuestas. Amigos. Es querido por sus amigos. Y se lo demuestran estando allí, cuando podrían estar en un lugar mucho mejor y más agradable. Es bendecido cuando él no ha dado nada a cambio, nada para merecer ese amor puro y desinteresado. Es bendecido y a penas se da cuenta de cuánto.

La tarde pasa tranquila. Remus no sabe en qué momento su casa se lleno de pizza, bebidas y tabaco. Lily mira con desaprobación a Sirius, James y Peter, pero no dice nada. Se limita a comer y escuchar la platica de los chicos, la cual es muy común. Sirius está por prender su segundo cigarro cuando Remus le pide uno. Ya tiene tiempo que no fuma, y aunque es algo que le gustaría evitar, siente que un cigarrillo lo relajaría un poco. Aún tiene el cuerpo un algo tenso y la mente revuelta. Sirius se sorprende ante la petición de Remus, y le extiende su cajetilla con los ojos muy abiertos.

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