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Quería publicarles hoy por dos razones. La primera es que ya es mañana *badum tss*, y la segunda es por algo que pasó ayer. Escuché la canción de El Triste con Cristián Castro (también me gusta la de José José ) pero era la primera vez que la escuchaba con Cristián y casi me pongo a chillar al darme cuenta que es la canción de Remus. Ya tengo el final listo y ya sé qué es lo quiero que pase en el fanfic, lo único que me falta es escribirlo. Es por eso que, como ya sé la historia, no puedo evitar relacionar esa canción con la vida de Remus. Tan juerte está el asunto que me imaginé un AMV del fanfic mientras escuchaba la canción y Dios, fue MUY triste *badum tss*. Necesitaba compartirles esto porque si no explotaba.
Por otro lado, gracias infinitas a todos quienes leen y comentan esta historia. En verdad no se imaginan la dicha que me causan. Siempre estaré eternamente agradecida con ustedes. ¡Espero disfruten este capítulo y sigan leyendo Espresso hasta el final!
Sirius está recargado en su motocicleta. Lleva tres cigarros fumados y ha visto su reloj de mano tantas veces que ya se ha aprendido de memoria todos sus detalles. Tiene un año con él y apenas se da cuenta que la cabeza no es plateada, como suponía, sino que una fina tira plateada la rodea lo que hace que cause esa impresión. Lleva 24 horas esperando a ver a Remus que NECESITA mantener la mente ocupada en lo que sea para no explotar por la impaciencia. No puede creer que el ojete lo mantuvo por tres días sin rastro alguno de su existencia, y cuando por fin se dignó a hablarle, le pidió que esperara UN JODIDO DÍA MÁS. Sirius está seguro ha perdido la mitad de su hermosa cabellera por el estrés que lo ha estado carcomiendo.
Remus lo ha citado en el Battersea Park, así que Sirius tiene la mirada fija en la entrada; atento a cualquiera que entre al parque. Son las 6: 55 de la tarde y han quedado a las 7. Cinco minutos para fumarse el cuarto cigarro no parece una mala idea. Lo que sea para calmar sus nervios. No está muy seguro por qué, pero las manos le tiemblan al abrir la cajetilla. La emoción de poder ver a Remus es tan grande que está seguro explotará cuando lo tenga enfrente. Quiere poder escuchar su voz. Quiere ver esos ojos con pestañas larguísima y parpados caídos. Quiere sentir esa mirada serena y gamberra sobre él. Quiere sentirlo, aunque no puedan tocarse. Porque Sirius lo siente. Es la primera persona que siente sin necesidad de posar sus manos sobre él. Lo siente tan fuerte que se ha vuelto parte de su ser. Lo siente donde nunca jamás, puede asegurar, sentirá a nadie más.
A punto de encender el cigarro, Sirius lo ve. Camina con parsimonia, larguirucho y desgarbado. Es fácil de distinguirlo por su típica vestimenta de abuelo, aunque a Sirius le parece muy sexy. Peor no puede estar. La mirada de Sirius es tan intensa que Remus la siente y se encuentran. 4 días y Sirius respira de nuevo. Su cuerpo se relaja, ya no necesita ese cigarro. No se reprime y Sirius suspira. Suspira con el alma. Suspira aliviado. Suspira enamorado.
Caminan en silencio durante un rato por el parque. Sirius se ha situado un poco más atrás que Remus. Está seguro que si lo tiene a un lado no podrá evitar invadir su espacio personal. Tiene que drogarse de Remus o no podrá seguir existiendo. Así que hace uso de todo el poco autocontrol que le queda para no volver a causar un "problema". Hope ya se lo ha dicho, debe ser paciente.
Remus se sienta en una de las bancas del parque y Sirius lo imita. Recuerda la última vez que estuvieron ahí y su corazón se encoge de los bellos recuerdos que lo invaden. Remus está frente a él, justo como en aquella ocasión. La luz de las farolas lo iluminan parcialmente, lo suficiente para dejar ver la incomodad que siente. Su mirada está puesta en las manos que se entrelazan en su regazo. Sirius también se fija en los delgados dedos que se mueven nerviosos. Cree que sería mejor que él empezara la conversación, así que escupe lo primero que se le viene a la mente.
— Tienes unos dedos muy hermosos. — Remus levanta los ojos. Luce confundido y compungido. Abre la boca para hablar y logra articular unas palabras después de varios intentos.
— No era mi intención hacerte creer que no tengo interés. — La voz de Remus es baja. Sirius se tiene que acercar un poco para oírlo mejor y agradece tener que hacerlo. Hay una larga pausa en la que Sirius se muerde la lengua para no apremiar al chico. Trata de concentrarse en la larga y pecosa nariz de Remus; en sus labios apretados que se vuelven muy apetecibles para Sirius. Solo tiene que estirarse un poco más para poder alcanzarlos. Un rose suave sería más que suficiente... — Estoy consciente que no suelo mostrar mis sentimientos, y que debo trabajar en ello. Yo sí quiero verte todos los días. En verdad me gustaría poder hacerlo. Pero no puedo dejar que gastes tanto dinero...
— Remus, ya te dije que el dinero no me importa. — Se miran directamente. Hay tantas cosas que le gustaría decirle. No te preocupes por el dinero. No te preocupes por nada. Solo preocúpate por mí. Te quiero. No las dice. Es realmente difícil para Sirius aguantarse cuando está acostumbrado a vomitar lo que piensa. Remus no solo le ha enseñado frustración y a sentirse rechazado. Le ha enseñado paciencia y a tratar de saber cuándo es mejor mantenerse callado, entre muchas otras cosas. — Además, estoy seguro que podrás conseguir una beca completa. Yo solo pagaría lo que no entra dentro de la beca. No es mucho. Nada vale más que tú. — Las palabras de Sirius tienen un efecto en Remus notorio. Su expresión se transforma. Sus ojos brillan, sus cejas se curvean. Parece que va a llorar en cualquier momento. Sirius lo espera, pero no sale ni una lagrima de su mirada. Agacha la cabeza, derrotado.
— Lo siento, Sirius. — Es la disculpa que tanto ha esperado. Y no la disfruta en absoluto. Es él y no Remus el que debería de disculparse. Al fin se da cuenta. Sirius extiende su mano, se arriesga y levanta el rostro de Remus con sus dedos. Es un roce muy suave. Sirius siente que su cuerpo se llena de electricidad. Una energía inesperada se apodera de él. Está vivo y es hermoso. Remus es hermoso, aun cuando está con el rostro compungido. Siempre lo será.
— No tienes porque sentirlo.
— Pensaré en tu propuesta. — Sirius sonríe con amplitud. No trata ni de disimular. Remus también parece relajar su expresión. La tensión se disipa poco a poco.
Los chicos platican en el parque durante un rato. Se ponen al día del tiempo que estuvieron sin verse. Remus le dice que va a entrar a la Escuela Winchmare y que solamente podrán verse tres días a la semana y por tres horas ya que necesita obtener muy buenas calificaciones para entrar a la universidad. Sirius hace todo lo posible porque la decepción y molestia no se hagan presente en su rostro. Opina que esos tres días podrían ser los fines de semana, pero Remus se niega; los fines de semana son para estudiar. Ya ni las oficinas del gobierno tienen un horario tan limitado.
—¿Qué vas a estudiar? — Pregunta Sirius para cambiar de tema. No quiero pensar en el tiempo limitado que va a tener con Remus. Además, él le ha dicho que pensará en la propuesta de que vayan al mismo colegios. Y él se encargará de que así sea.
—Educación. Me gustaría especializarme en literatura o física. Aún no estoy muy seguro. — Remus suena bastante decidido y seguro de lo que quiere estudiar. Sirius se sorprende. Él aún no tiene ni idea de qué quiere hacer con su vida. Supone que durante toda su existencia se ha hecho a la idea de heredará el negocio familiar y que tendrá que estudiar algo relacionado a eso. No es un pensamiento que le agrade, pero parece no tener otra opción. — ¿Y tú?
—No lo sé. Cuando tienes un imperio que heredar es en lo que menos piensas. — Remus ve a Sirius con unos ojos muy amables. No hay compasión en su mirada y tampoco lo está juzgando. Sirius se siente a salvo.
—¿Y qué te gustaría? — Se lo piensa un rato. Sirius es bueno en todas las materias sin proponérselo. Nunca estudia para nada y logra sacar notas altas. Es ágil con cualquier habilidad nueva que quiera aprender y era el mejor jugador del equipo de Rugby de su escuela secundaria. Nada le apasiona tanto como para dedicar su vida a ello.
—Mmmm no tengo nada que me apasione taaaanto. Aunque tal vez música no sería una mala idea.
La velada termina cuando Remus recibe una llamada de su madre puesto que se ha tardado en llegar más de lo que él le había dicho. Sirius lo lleva a su casa y hace todo lo posible por robar unos minutos más a su lado. Remus le agradece y le desea éxito en su inicio de clases. Da media vuelta y Sirius lo observa caminar hasta su casa y entrar en ella. Con un nudo en el estómago y no muy seguro de cómo sobrevivirá por los próximos tres meses, Sirius se pone en marcha hacia su domicilio.

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Espresso
FanfictionRemus trabaja enfrente del trabajo de Sirius, el cual no puede evitar caer perdidamente enamorado de él. Portada hecha por: @JORGEAKUANDOMNGUEZ