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James los recibe con una amplia sonrisa y con los patines de Sirius en la mano, los cuales ha ido a buscar a la casa de este último. James está a punto de rentar una bicicleta para Remus, pero este lo detiene asegurando que prefiere observar desde lejos más que ser parte de la diversión, o al menos cualquier actividad que involucre habilidad física. Ni Sirius ni James ponen resistencia, y cada uno se calza sus patines para dar un par de vueltas después. Remus los observa desde una de las bancas del parque, y Sirius se da cuenta cuando el chico saca su celular y lo posiciona horizontalmente con dirección hacia donde están ellos. Un aumento del ritmo cardiaco, no relacionado con el esfuerzo que está haciendo, ataca a Sirius sin previo aviso. Está acostumbrado a ser el centro de atención de las chicas, pero es la primera vez que Remus muestra con deliberación estar observándolo. Aún siente el abrazo que le ha dado unos momentos atrás, y está a punto de caerse debido al recuerdo. James se burla de él, ya que patinar es algo tan natural como caminar para los chicos. La reacción de su amigo desencadena en una imprevista carrera de ver quién es el primero en llegar a donde está Remus. Sirius gana, naturalmente.

— Nos has estado grabando — Lo acusa Sirius cuando se sienta junto a él. James ha ido a comprar bebidas para todos, y Sirius aprovecha la intimidad para hostigar a Remus.

— Lo he hecho. — Las luces del parque iluminan parcialmente el rostro de Remus, acentuando su larga nariz y el brillo de sus ojos. Sirius suprime un suspiro, pero se llena de curiosidad.

— ¿Por?

— Porque quiero y puedo. — Remus se ríe con ligereza, muy sutil y elegante, muy hermoso. Sirius aún tiene el celular en las manos, así que Sirius se lo coge sin previo aviso. Aprovecha que no tiene contraseña y se dirige hacia la galería, no sin antes haber hecho un escáner rápido de la pantalla de inicio.

— ¿Tienes Facebook? — Sirius olvida por unos segundos la razón por la cual ha tomado sin permiso el celular de Remus, quien no ha puesto resistencia en ningún momento. El chico lo mira sin comprender la sorpresa que hay en la pregunta.

— Como cualquier otro chico normal — Sirius frunce el entrecejo, dudando por unos instantes de sus habilidades para encontrar a alguien en las redes sociales. Abre, sin permiso, la aplicación y va directo al perfil del Remus. R J Lupin.

— ¿J?

— Jhon. — Hay una sensación de incomodidad que ataca a Sirius, de nuevo. La ha sentido antes. Es esa pequeña espina que le recuerda que no conoce a Remus, que no sabe lo importante sobre su vida. Detesta sentirse así. Se autoenvía una solicitud de amistad. No está seguro de cómo, pero hará todo lo posible por resolver el enigma que es Remus Jhon Lupin.

El celular de Remus vibra y una notificación se hace presente en la parte superior de la pantalla. Los ojos de Sirius se mueven por inercia. Ve quién le ha enviado el mensaje y lee parte de él. Es de Hope. Es hasta ese momento que Remus toma su celular, abre la conversación que tiene con su madre y responde. Sirius está MUY tentado a echar una mirada, pero se contiene. Le es difícil, y le es aún más difícil recordarse que no tiene por qué entrometerse en la vida privada de Remus, no aún. Hay un largo silencio en el que Remus conversa con su madre, James parece haber ido a recoger el agua a algún manantial, y Sirius no puede más con la curiosidad que lo está matando. Así que abre la boca para soltar un suspiro, mas termina escupiendo lo que su mente dice.

— ¿De qué hablas con tu madre? — Sirius aún no sabe porque le intriga tanto la relación de Remus y Hope. Le parece muy interesante y le gustaría saber cómo funciona; cómo es tener una madre que te quiera y se preocupe por ti. ¿Será por eso que Remus es así, tan amable y lleno de bondad? James y Euphemia también tienen una buena relación, aunque el trabajo de esta última la ha mantenido un tanto distanciada de su hijo. Y a pesar de que tanto su amigo como Remus son de corazón afable, hay muchos rasgos en los que difieren. Sin mostrar vergüenza por la pregunta tan directa, Sirius contempla el rostro del otro chico. Sus miradas se encuentran y la curiosidad también se ve reflejada en Remus.

— Mi hora de llegada. Ella no se va hasta que esté en casa, pero le dije que llegaría algo tarde para que así se fuera a trabajar sin preocuparse. — Sirius se llena de calidez y ternura. No sabe qué decir y deja que su mirada lo diga todo. Parece tener efecto, puesto que el rostro de Remus se tiñe de un ligero color rosa. Es la primera vez que ve a Remus sonrojarse. Es la primera vez que logra sonrojar a alguien sin querer, sin tener que coquetear o seducir. Es un logro que Sirius no creyó que obtendría de la manera más simple y pura. Sin poder evitarlo, con los ojos invadidos por la sorpresa, Sirius también se sonroja.

James llega, por fin, y relaja el ambiente. Les pregunta qué están haciendo mientras les entrega las botellas que ha comprado y les dice que ha tardado ya que se detuvo a platicar con unas turistas españolas. Remus es el primero en responder, asegurando que no han hablado de nada interesante. Sirius no encuentra la voz y solo le queda asentir con la cabeza, tal cual perro amaestrado.

Los chicos platican durante un rato. James saca a relucir las anécdotas que han tenido él, Sirius y Peter y no hay necesidad que alguien más se una a la conversación. Remus escucha, fascinado, y Sirius finge escuchar. Su cuerpo está presente, pero su mente sigue en ese momento en el que Remus se ruboriza y él lo imita. Lo revive cuantas veces puede. Siente el calor subir por su rostro, una y otra vez. Ve su reflejo en la mirada de Remus. Ve a un Sirius que creía no existía; un Sirius completamente nuevo para él. James se lo ha dicho. Está enamorado. No sabe qué significa eso. No sabe qué debería sentir, o cómo debería de actuar. No sabe nada y no le interesa. No hay otra explicación lógica para ese Sirius que ha visto. Y le gusta. Le gusta el nuevo Sirius. Porque ese Sirius existe gracias a Remus. Y todo lo que tenga que ver con Remus es bueno. Sirius quiere creerlo. Lo cree.

Una hora y media después, Sirius está de camino a su casa. James se ofreció en llevar a Remus a su hogar, y este aceptó de inmediato. Sirius sabe casi por seguro que Lupin aún le rehúye a su chica. No se queja en esta ocasión. Necesita un poco de espacio para despejar la mente. Aprovecha el aire frío londinense y se pierde entre el tráfico.

Al llegar a su casa, es recibido con una noticia que le arruina por completo la noche.  

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